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La conferencia monetaria internacional americana: ¿excluido José Martí?

19 de febrero de 2021

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Retrato de Martí hecho en Washington, 1891.

Retrato de Martí hecho en Washington, 1891.

 

El 23 de diciembre de 1890 José Martí recibió un cablegrama del ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay en que se le comunicaba su designación como representante de ese país en la Conferencia Monetaria de los estados americanos que comenzaría próximamente en Washington. Tal cónclave estaba organizado por el gobierno de Estados Unidos en cumplimiento del único acuerdo práctico tomado durante la Conferencia Internacional Americana, clausurada en abril de ese mismo año sin aprobar las pretensiones hegemónicas de la nación norteña.

En la decisión uruguaya de nombrar a Martí para el nuevo encuentro probablemente influyeron el hecho de que era el cónsul general en Nueva York desde 1887 con una gestión a todas luces exitosa; que era persona con un creciente reconocimiento en los círculos políticos, económicos y periodísticos de la urbe neoyorquina; y que en sus crómicas acerca de la Conferencia anterior —seguramente leídas por la clase política uruguaya en el diario bonaerense La Nación— había denunciado sistemáticamente las intenciones expansionistas impulsadas entonces por los nacientes elementos imperialistas estadounidenses.

El 2 de enero de 1891 Martí comunico su nombramiento al Departamento de Estado en Washington, sin recibir respuesta alguna por lo que no pudo asistir el día 7 a la inauguración de la Conferencia por no disponer de la acreditación oficial correspondiente. Al día siguiente, el cubano escribió sobre el asunto a la Secretaría de Estado reclamando por la ausencia de respuesta a su comunicación del día 2 y también a Matías Romero, embajador de México en Estados Unidos y presidente de la Conferencia Monetaria, quien le respondió de inmediato en dos cartas, fechadas el 9 de enero, informándole que se ocupaba de los trámites para su inscripción oficial y que sería citado para la próxima sesión, a pesar de que en las listas oficiales de los delegados no aparecía su nombre y que él, sin embargo, había leído en un periódico el telegrama desde Uruguay en que se le avisó a Martí de su designación. Una semana después, el 16 de enero, la cancillería estadounidense le envió el acuse de recibo de su mensaje del 2 de enero con la observación de que no se disponía en esa dependencia de las cartas patentes de su condición como cónsul de Uruguay en Nueva York. En extensa respuesta, Martí explicó que desde el 16 de abril de 1887 ocupaba ese cargo y que su antecesor, Enrique Estrázulas, así lo había notificado al Departamento de Estado, pero que, de todos modos, remitía en ese mismo envío los documentos referidos para obtener el exequatur correspondiente.

Finalmente, el 23 de enero llego a manos de Martí el documento acreditativo de su función diplomática ante el gobierno de Estados Unidos y Martí partió para Washington el 3 de febrero para participar en la sesión de la Conferencia Monetaria del día siguiente.

¿Simples enredos burocráticos o una decisión política para impedir su presencia en ese encuentro? Lo cierto es que Martí fue en las reuniones de la Conferencia un enemigo abierto de la idea manejada por el gobierno de Estados Unidos de imponer su moneda a las naciones de nuestra América.

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