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La Casa Pedroso II

5 de septiembre de 2014

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91439134 (Custom)Estudiando su evolución en el tiempo, apreciamos que la casa compartió los usos de vivienda con el de comercio en planta baja desde los primeros años del siglo XX y con mayor intensidad en la década de 1950. Como bien apunta Weiss, los bajos se separaron de los altos, dedicándose los bajos además de comercio a almacén y los altos a casa de vecindad, después de haber sido abandonada por su familia original. Es así como “se le dio entrada a la casa por la entrada de Obrapía, conservando el tramo superior de la antigua escalera y construyéndose uno nuevo inferior hacia dicha calle”. Como se evidencia en el transcurso de varios siglos, la casa ha sido objeto de muchas transformaciones, perdiendo la mayoría de sus elementos originales.
Inicialmente tuvo hermosos techos de armadura, de estos aún se conservan algunos en diferentes tramos de la planta alta, posteriormente, siendo casa de vecindad, tuvo cielos rasos de madera, mientras que otros tramos son de azotea. En la época en que Weiss realizó este estudio (década de 1960 del siglo XX), la casa conservaba como él apunta “parte del tramo antiguo de la escalera, de algunos pie derechos y barandas en la galería del piso superior y de alguna que otra reja de madera, lo más interesante de la casa, son las anchas jambas molduradas de madera que enmarcan las puertas de los principales aposentos de la planta alta, aplicados seguramente en el siglo XIX”. Lamentablemente, la mayoría de estos elementos no llegaron a la actualidad.
La casa tiene un mirador que se destaca visiblemente desde el exterior, elemento este frecuente en las casas coloniales más antiguas, especialmente en aquellas que se encontraban próximas al mar. Las ventanas laterales con rejas de hierro voladizas que llegaron a nuestros días, debieron ser originalmente de madera, como algunos de sus balcones. Este cambio de material fue muy frecuente durante el siglo XIX, no solo por una razón de moda, sino por la seguridad y durabilidad que ofrecía el nuevo material, el cual se extendería no solo a la vivienda, sino también a establecimientos comerciales, almacenes, entre otros. Estos elementos de madera se tuvieron en cuenta en su proyecto de restauración, de manera que la casa ofrezca una imagen muy similar a la que originalmente tuvo.
Como parte del estudio del inmueble, se realizaron en el mismo excavaciones arqueológicas que enriquecen la historia registrada en las fuentes documentales. A partir de los resultados preliminares obtenidos por el arqueólogo Róger Arrazcaeta y el equipo de trabajo del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador, se puede  reafirmar la existencia del muladar en el que estaba asentada esta casa, del cual se rescató una parte con importantes hallazgos de cerámica,  vidrio y restos de dieta animal que fueron desechados por la ciudad entre los finales del siglo XVI y principios del XVII. En su informe, el arqueólogo antes mencionado, aclara que una porción más amplia y estratigráficamente más densa del muladar, se encuentra en el solar  vecino perteneciente al capitán Gonzalo Chacón, cuya casa lamentablemente desapareció.
Estos trabajos arqueológicos permitieron ubicar el pozo de la vivienda, y contiguas a este,  dos pailas de hierro de ingenios introducidas desde Inglaterra o Estados Unidos  a partir de finales del siglo XVIII, usadas también  como contenedores de agua. Estas pailas estaban enterradas sobre un solado de hormigón apisonado. Relata Arrazcaeta en su informe, que también se descubrieron los diferentes niveles de pavimentación, numerosas estructuras constructivas como letrinas, cimientos de arcos y un muro de mampostería que tal vez pudiese estar relacionado con aquel primitivo intento de levantar en el siglo XVI la vieja cárcel de la ciudad en estos predios.
Las investigaciones arqueológicas arrojaron, igual de interesantes y sugestivos, otros hallazgos como huecos de postes y unos insólitos canales paralelos entre sí, cavados en la roca madrepórica  que aflora en el sitio. Más adelante en su informe, explica este experto, que las estructuras parecen tener una datación colonial muy temprana para la ciudad, por lo menos anteriores a 1624, y aunque los especialistas han formulado varias hipótesis al respecto para explicar su posible uso y función, continuaron siendo una interrogante. A estos descubrimientos se agregan las hermosas pinturas murales en todos los espacios de la planta alta y escalera, las cuales se destacan por su gama cromática y variedad de motivos. La superposición de sus capas denota el gusto por este tipo de decoración en diferentes épocas.

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Restaurada, tras años de difícil labor, la Casa Pedroso ofrece unas de las caras más hermosas del borde marítimo de la ciudad antigua. Sede de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, desde el 2010 acoge también al teatro-museo El Arca, un espacio dedicado al teatro de títeres, donde se conjugan tradición y modernidad respondiendo a las exigencias de flexibilidad del teatro contemporáneo. Conforman su estructura, un foso con un juego de 8 tarimas practicables, equipado con 27 varas escenográficas de tracción manual y hasta 3 puentes de marionetas de hilo; tiene capacidad para 64 localidades.

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