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La Casa Pedroso I

29 de agosto de 2014

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91439185 (Custom)Uno de los ejemplos más controvertidos, y a la vez interesantes, de la arquitectura doméstica cubana, es la antigua casa de la familia Pedroso, uno de los tantos inmuebles que este linaje poseyó en La Habana. Situada esta en la esquina de Obrapía y Avenida del Puerto, desde  los primeros pasos de la otrora villa de San Cristóbal, hoy manifiesta la evolución de la casa habanera conservando elementos compositivos desde el siglo XVII hasta el XX. De sus primeros momentos, tal vez sólo hayan llegado al presente parte de sus muros y trazado, y a partir del siglo XVIII, el resto de los componentes, más todos en una relación yuxtapuesta que  permiten una rica lectura del inmueble y luego un verdadero reto para su rehabilitación.
Está señalada con el No. 101 de la calle Baratillo, abarcando su parcela las calles de Obrapía y Avenida del Puerto o San Pedro. Para muchos historiadores y arquitectos la entrada primitiva de la edificación daba a la calle San Pedro, pero en lo sucesivo, por cambios en su distribución, su acceso principal se situó hacia la calle Baratillo. El arqueólogo Róger Arrazcaeta en su estudio histórico – arqueológico del inmueble, advierte que el terreno adquirido por Pablo de Pedroso era un sitio abandonado y convertido en muladar de la ciudad, sin precisar el año en que se terminó la construcción, por las Actas Capitulares se conoce que en 1631 ya existía, razones que se detallan en lo adelante. Para este arqueólogo, a partir de un plano fechado en 1689, la puerta principal estaba por el lado Este, quizás también por Baratillo, pero no por San Pedro.
El historiador Pérez Beato, en su libro La Habana Antigua, Tomo I, Toponimia, hace referencia a esta casa y la calle donde hoy tiene su frente: Baratillo. “Se dice que se le dio este nombre porque en ella estaban los pequeños establecimientos de quincalla, que por venderse a bajo precio se le dice Baratillo (…). Se conoció también con el nombre de Contaduría Vieja, porque (…) desde principios del siglo XVII existía esta dependencia en el edificio que conocemos con el nombre de Aduana Vieja, y también (…) de Villalta, por el Marqués de este título que vivió en ella en la casa número 5 hoy demolida”. Más adelante describe, “esta calle está dividida en dos tramos, por la casa que fue la dicha Aduana. La numeración empezaba por la número 1 que corresponde a la casa de Santovenia en la Plaza de Armas”.
Según los asientos del Registro de la Propiedad de La Habana en el año 1801 “…por ante Don José María Rodríguez, Escribano Público (…), el Caballero Regidor Baltasar de Sotolongo, vendió con pacto de retro a Don Pedro Regalado y Pedroso, los altos de una casa situada haciendo esquina a dos calles, la una que titulan de Baratillo y la otra de la Obrapía y dos colgadizos contiguos por dicha calle del Baratillo, en precio de $ 12 600.00”. Cuentan entre sus propietarios: Don Baltasar Sotolongo hacia 1801, después de esta fecha, María Dolores y Pedro Regalado Pedroso, entre 1837-40, Don Martín Pedroso y Echevarría, en 1848 Doña Francisca Pedroso y Herrera, y en 1869 Doña Isabel y Don Ignacio Pedroso y Pedroso. Aparecía entonces señalada con el número 7 de la Calle Baratillo, siendo de altos y bajos, fabricada de cantería y mampostería.
Don Ignacio Pedroso y Pedroso poseía en propiedad una parte de la finca de este número, en tanto que Pedro  Regalado y Pedroso, había adquirido los altos y colgadizos. El primero habiendo fallecido bajo testamento, se hizo la adjudicación de bienes entre la viuda Isabel Pedroso y del heredero universal Don Fernando Pedroso y Pedroso, inscribiendo en 1870 Doña Isabel la finca a su nombre, quien convenió en darla en arrendamiento junto a otras de su propiedad y por el término de 20 años a Don Martín Pedroso y Pedroso. A su vez hipotecó la casa a favor del referido señor y otros acreedores más en 1885. Cuando fallece Doña Isabel Pedroso, en 1886, la casa fue heredada por su hijo Don Fernando Pedroso y Pedroso, quien falleció un año más tarde, pasando a manos de sus descendientes por partes iguales.
En 1896 quedarían canceladas las hipotecas voluntarias y los contratos de arrendamientos contraídos por sus propietarios. En 1913 la casa aparecía registrada a nombre de Doña Felicia López y Reyes, viuda del Sr. Fernando Pedroso y Pedroso y de sus cuatro hijos, una vez practicadas las operaciones de partición y adjudicación de bienes correspondió a Don Ernesto Pedroso y López el dominio de esta finca, adquirida por título de herencia testada. Este propietario falleció en 1920 declarándose su señora madre como su única y universal heredera. Con posterioridad a esta fecha constituyó varias hipotecas, manteniendo la propiedad de la casa hasta los años cincuenta en que aparecen los últimos registros de propietarios.
Por su parte el arquitecto Joaquín Weiss, en su estudio La Arquitectura Colonial Cubana, afirma que esta casa, puede considerse una de las más antiguas que existen en la ciudad. Weiss tomando las Actas Capitulares del 24 de abril de 1626 expresó que el Cabildo hizo merced a Don Pablo de Pedroso de un solar “en el camino que va a la Punta, frontero a la bahía del puerto”, asegurando que este era el solar de la esquina de Baratillo y Obrapía ubicado en un costado de la antigua Aduana. Además señala que en acta de 13 de marzo de 1631, el Capitán Gonzalo Chacón y Narváez, también solicitó al Cabildo merced de otro solar, que “lindando con casas del Capitán Pablo de Pedroso, corriendo al muelle frontero de las casas de cabildo, calle en medio que va a la aduana”, de esto deduce Weiss que ya la casa de los Pedrosos estaba construida en la citada fecha.

91439377 (Custom)En su estudio, este arquitecto cita al historiador Pérez Beato cuando afirma que la casa de Pedroso “tenía en lo antiguo su puerta principal a la Calle de San Pedro”, esto según Weiss “explicaría el trazado general de la planta en esta parte, en la cual las dos crujías centrales paralelas pudieran corresponder al zaguán, posteriormente (…) en la segunda mitad del siglo XVIII se le dio entrada por Baratillo, donde se conserva un arco mixtilíneo característico de dicha época, en lo que fuera el nuevo zaguán y se situó la escalera en la parte posterior de la galería”; así estuvo la casa hasta las primeras décadas del siglo XX, según testimonio de su propietario Don Ignacio Pedroso. Estas transformaciones de espacios y funciones, convierten  a la casa de los Pedroso en uno de los casos de estudio de la arquitectura habanera, más interesantes y difíciles a la hora de intervenirla.

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