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La Casa Calderón. Origen y evolución

18 de octubre de 2017

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Huellas del antiguo sistema constructivo

Huellas del antiguo sistema constructivo

 

La información más antigua localizada sobre este inmueble data de finales del siglo XVII, exactamente del año 1679, cuando su propietaria doña María de la Torre reconoció 1 000 ducados impuestos en las casas de rafas, tapias y tejas que poseía en la esquina de Oficios y Santa Clara. De ahí la presencia de un sistema constructivo más antiguo que perduró aún con las posteriores reconstrucciones que sufriera la casa, incluyendo sus niveles y altura, pues para esta época se infiere que era una casa baja.

En 1772 consta en documento de la Real Hacienda que pertenecía al presbítero don Josef Miguel Vianes de Salas, quien en ese mismo año la vendió a don Thomás Llorca y este, al año siguiente, a don Juan Bautista Lanz y su esposa Ana Vicente Norris. La casa se describía entonces, de alto y bajos, con accesorias, esquina y chochera y un colgadizo contiguo a ella, todo de rafas, tapias y tejas. Lanz y su esposa al parecer habían adquirido el terreno con las propiedades allí existentes poco tiempo antes, pues se hace mención “de la casa que ambos fabricaron”, o es muy posible que habitaran la casa antes de comprarla, es decir, en calidad de arrendatarios. Thomas Llorca en la escritura dice que vendió a Juan Bautista Lanz “vesino asimismo” de esta casa.

En 1776 se realizó una tasación de los materiales para la modificación de la vivienda, la cual estuvo a cargo del arquitecto alarife Ignacio Joseph Barboa y el maestro carpintero Miguel de Olibera. En este listado de obras quedaban anotados tanto “el arco de dos puntos del portón” como “la labor de la portada”. Probablemente las obras concluyeron en el propio año de 1776. De ahí que a este señor de deba la primera gran transformación del inmueble en el siglo XVIII, incluyendo su elaborada portada barroca, así como la distribución espacial que corresponde a una casa señorial, de dos plantas con entresuelo, patio central y traspatio. Juan Bautista de Lanz y Bértiz, natural de la villa de Lanz, Navarra, fue síndico procurador general del Ayuntamiento en 1787 y Alcalde Ordinario de La Habana entre los años 1788 y 1799.

Otro asiento de hipoteca de 1784, ya menciona una casa de alto y bajo con sus accesorias de don Juan Bautista Lanz, por lo que evidentemente se reconocía la modificación anterior realizada por su propietario. Asimismo, el Cuaderno con los apellidos de los dueños de las fincas urbanas de La Habana en 1812, registra aún como propietario y habitante del inmueble a Juan Bautista Lanz, por lo que vivió en ella alrededor de cuarenta años. Se describía igual como una casa alta, con dos accesorias.

En 1813, por disposición de Lanz, el alarife José del Rosario César del Excmo. Ayuntamiento de La Habana, tasó la casa con las nuevas labores de albañilería, cuyo valor se midió por los trabajos y aumento de la portada, por poner repisas a las ventanas y guardapolvos, por el capialzado de la puerta de la calle y otros vanos, por la cornisa de dicha puerta, por nuevos arcos, divisiones de mampostería y cambio de pavimentos, entre otros cambios que engrosan una larga e interesante lista que describen la casa en 1813 así como las reformas que solo puntualmente transformaron la fisonomía del siglo XVIII. En ese mismo año Juan Bautista Lanz vendió la casa a don Agustín Valdés, por el precio de 54 418 pesos.

Fachada por Santa Clara

Fachada por Santa Clara

De la mencionada tasación se desprende que el inmueble estaba compuesto por dos cuerpos: el primero, formado por el amplio zaguán a la calle Oficios, entresuelo y planta alta. Todo ello coronado con una cubierta a dos aguas con tejas criollas. El segundo, formado por el patio, traspatio y sus cuartos y locales anexos, con cubierta plana de losetas de barro y un pretil perimetral rematado por dieciocho almenas talladas en piedra caliza. Su distribución era la siguiente: Planta baja: zaguán, almacén, letrina, caballeriza y accesorias. Entresuelo: oficinas y algunos locales para la servidumbre. Planta alta: dormitorios, comedor, cocina y baño. Con fachada a la calle Santa Clara existían veintidós vanos correspondientes a ventanas y algunas puertas, todos distribuidos en las plantas del edificio.

 

En 1838 consta en los Protocolos Notariales que don Francisco Calderón y Kessell, “como marido de doña María de la Asunción Valdés y Herrera, otorgó imposición en una casa alta y baja, situada en la calle de los Oficios número cincuenta haciendo esquina a la de San José”. Sin poder comprobarlo documentalmente es muy posible que doña María de la Asunción Valdés y Herrera heredara de don Agustín Valdés el inmueble, a pesar que de la misma forma no se pudo establecer el lazo familiar entre ambos por no constar el segundo apellido de este. No obstante, debió haber sido uno de los miembros por la rama paterna de la prolífica estirpe de los Valdés, o incluso quizás la heredó de su padre Francisco Valdés y Pedroso fallecido en 1837, sin que conste el traspaso de la casa entre este y Agustín Valdés.

Doña María de la Asunción Valdés y Herrera, de linaje ilustre por ambas partes, nieta además de la III Condesa de Gibacoa, falleció en abril de 1840 y el hijo, impúber y fruto de su relación con don Francisco Álvarez-Calderón y Kessell, murió después que su madre, por lo que el esposo y padre, respectivamente, se convirtió en el heredero legítimo. Así, por una Escritura otorgada dos años después, o sea, en 1842, don Francisco José Álvarez-Calderón y Kessell se adjudicó, en representación de su esposa, el Potrero Santa Teresa y la casa de Oficios No. 50, el primero por la cantidad de 57 336 pesos y la segunda por 46 582 pesos. Es en este año que el futuro marqués de Casa Calderón inscribió la propiedad a su nombre, y además, la habitó, posiblemente desde que la adquiriera su primera esposa. En el Directorio de la ciudad de La Habana y extramuros bajo los auspicios de la R. S. Patriótica, con superior permiso de Mr. Eduardo Yones, de 1840, ya aparece registrado en la casa Oficios No.50 don José Francisco Calderón.

 

Escudo del marquesado de Casa Calderón 3

Escudo del marquesado de Casa Calderón

 

Al referirse a Calderón como Director de la Bolsa Provisional de La Habana, en los Directorios Comerciales de las décadas de 1850 y 1860, se señala su residencia en Oficios No. 50. Todo ello indica que en su larga vida -81 años- este hacendado principeño vivió en la edificación de Oficios y Santa Clara más de cuarenta años, de ahí que este inmueble se conociera desde mediados del siglo XIX como la Casa Calderón. Pero debieron transcurrir treinta años, desde que obtiene la propiedad en 1842, para que el título nobiliario marqués de Casa Calderón le fuera otorgado por Amadeo I. Francisco Álvarez-Calderón y Kessell ostentó también el grado de Coronel de Milicias de la plaza de La Habana y Gran Cruz de la Orden Carlos III. Calderón fue Presidente de la Casa General de Dementes de la Isla de Cuba; Consejero de la Sección de Hacienda del Consejo de la Administración de la Isla y miembro de la Real Sociedad Económica de La Habana, establecida en 1 de enero de 1793, por Real Cédula del 15 de noviembre de 1792. Como aparece en la Guía de Forasteros, 1844, figuraba entre los Vocales trienales de la Real Casa de Beneficencia, fundada bajo la protección de la Real Sociedad Económica de La Habana en 1793 e igualmente este documento indica como su domicilio Oficios No.50.

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