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La carga de los 600 y otros récords del ajedrez cubano

24 de enero de 2014

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Cuba siempre ha sido un país con gran tradición en el ajedrez. Por ejemplo, esta fue la primera nación latinoamericana donde se practicó el llamado juego ciencia, en 1518; además, el único campeón mundial de la región fue el genial José Raúl Capablanca y, como si esto no fuera suficiente, en nuestro país se han efectuado dos de las mayores simultáneas.

La historia del primer récord mundial de simultáneas apenas se menciona; aunque tiene una historia curiosísima, especialmente por su nombre: “La Carga de los 600.” El hecho ocurrió en la capital cubana y por mucho tiempo fue olvidado.

El 6 abril de 1941, en uno de los salones del Hotel Nacional, en La Habana, el maestro Francisco Planas enfrentó a más de 600 oponentes en 100 tableros y esas cifras determinaron el llamativo nombre del récord. En aquel momento las reglas de la simultánea permitieron que en cada tablero jugaran seis personas que podían consultar entre ellos para decidir el mejor movimiento.

La simultánea de Francisco Planas comenzó cerca de la una de la tarde y diversas personalidades de la época asistieron para presenciar el récord. Entre ellos estaba Fulgencio Batista Zaldívar, por entonces presidente de la República. El dictador tomó parte activa de la simultánea e incluso llegó a derrotar a Planas, con la ayuda de los otros cinco integrantes del tablero marcado con el número dos.

En la simultánea también estuvieron dos de los mejores jugadores cubanos de la primera mitad del siglo: Miguel Alemán y María Teresa Mora. La hazaña protagonizada por Planas fue impresionante, pues después de 16 horas de juego nadie podía creer que el maestro se mantuviera en pie. Las crónicas de la época calcularon que Planas caminó cerca de 15 millas y en total enfrentó a 618 ajedrecistas, distribuidos en 103 tableros.

Los datos estadísticos finales muestran su dominio: Planas ganó 64 partidas, entabló 26 e inclinó su rey en 13 oportunidades. Nueve de estas derrotas ocurrieron en la madrugada, cuando el agotamiento era, al parecer, insoportable. La gran simultánea terminó a las siete de la mañana del día siguiente.

La prensa cubana no le prestó mucha atención al récord, ni siquiera porque el presidente Batista estuviera presente. Afortunadamente, algunos meses después de la hazaña, la Federación cubana de ajedrez rindió homenaje a Planas y le impuso una medalla conmemorativa como recordatorio de “La Carga de los 600”, el primer récord mundial de simultáneas establecido en el mundo.

Después de aquella marca que no fue reconocida por ninguna organización, pasaron muchos años hasta que finalmente, en 2000, los mexicanos tomaron la iniciativa y realizaron una enorme simultánea.

Ese récord pasaría a manos cubanas el 7 de diciembre de 2002 cuando en la Plaza de la Revolución, y como culminación de la primera versión de la Olimpiada del deporte cubano, se efectuó una gigantesca simultánea donde más de 600 jugadores enfrentaron a 11 mil rivales. Fui uno de esos jugadores y guardo gratos recuerdos de aquella jornada.

El 7 de diciembre fue un día frío y oscuras nubes presagiaban un final nada agradable para los que allí se reunían.  La Plaza de la Revolución estaba ocupada de una punta a la otra por tableros. El público llegaba, firmaba una planilla y los organizadores le asignaban un puesto. La tarea parecía difícil y tal vez en algún momento hubo dudas sobre si podría alcanzarse la cifra del récord; pero cerca de las cinco de la tarde, hora oficial del comienzo, ya todas las mesas tenían a un jugador y solo la lluvia hubiera podido destruir el esfuerzo de tantas personas.

Exactamente a las cinco y todavía con amenaza de lluvia, pude ver la llegada de Fidel Castro quien ocupó un puesto y enfrentó al primer Gran Maestro cubano, Silvino García. Antes de la primera jugada, Fidel, rodeado por varios niños, conversó con Silvino y luego este realizó el movimiento que dio inicio al récord.

A partir de ese momento mi concentración se trasladó hasta los tableros. Delante tenía a 20 jóvenes, ansiosos por comenzar las partidas. Quizás lo más impresionante de aquella simultánea no fuera el récord en sí, sino que entre los 11 mil participantes, muchos eran niños, todos con algún conocimiento del ajedrez. La simultánea se prolongó hasta pasada las ocho de la noche, se logró el récord y fue un verdadero espectáculo. ¿Y la lluvia?  Ella se “compadeció” de todos los presentes y solo descargó su furia varias horas después de terminadas las partidas.

Sin embargo, el récord cubano no duró mucho tiempo y fue roto un año más tarde. Eso motivó a que, durante la segunda versión de la Olimpiada del deporte cubano, efectuada en 2004, los organizadores plantearan la idea de buscar otra marca universal.

El 29 de abril de 2004, en la Plaza de la Revolución Ernesto Guevara de la ciudad de Santa Clara, se reunieron 13 mil tableros y más de 860 jugadores, de ellos 11 Grandes Maestros. Unos de esos Grandes Maestro era toda una personalidad: el ruso Anatoly Karpov, principal figura invitada y campeón mundial en dos períodos, primero entre 1975-1985 y, luego, entre 1993-1997.

Diez años atrás, en Santa Clara, el ajedrez cubano vivió otro gran momento en su larga y rica historia. Ese récord que todavía sigue vigente, la masividad lograda, especialmente en edades tempranas, y los excelentes resultados obtenidos por varios de nuestros mejores ajedrecistas en diferentes torneos son elementos suficientes para situar a Cuba como el país de mayor fuerza ajedrecística en Latinoamérica.

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