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La calle Cuba

20 de febrero de 2019

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Calle Cuba, cercana a La Punta

Calle Cuba, cercana a La Punta

 

La calle Cuba es una de las arterias más hermosas y rectas de La Habana antigua; trazada y poblada desde los primeros momentos de expansión y desarrollo de la ciudad intramuros. Según el Cuaderno con los apellidos de los dueños de las fincas urbanas de La Habana en 1812, esta calle poseía 268 casas, de ellas, 19 eran de alto, 943 bajas, 53 poseían zaguán, 108 tenían accesorias y 2 no se encontraban enumeradas. Todas reportaban 517 reales resultados del impuesto que pagaban sus propietarios.

La mayoría de las construcciones de este entorno eran casas sencillas, de una o dos plantas, levantadas en los terrenos inmediatos a las murallas y los fosos, muy cercanas a la Puerta de La Punta, la cual estaba situada en el punto en que se encontraban la muralla de tierra y la muralla de mar, al final de las actuales calles Aguiar y Habana.

La Puerta de La Punta, se concluyó a finales del siglo XVII y en las primeras décadas del XVIII se le realizaron algunas modificaciones. Fue la segunda puerta de las Murallas, cuyo nombre se debe por su cercanía al castillo de San Salvador de La Punta, con el que se comunicaba a través de un camino cubierto trazado al borde de la bahía. En 1902 se clausuró la planta de electrozono que durante años existió en el lugar y más tarde se derribó el baluarte. Entre esta planta y el Morro se realizó, el 23 de enero de ese mismo año el primer experimento de comunicaciones radiotelegráficas en el que participaron los norteamericanos G. Morin y C. G. Rowe, –ubicados en el castillo–, y alumnos de Ingeniería Eléctrica de la Escuela de Ingenieros, Electricistas y Arquitectos de la Universidad de La Habana, –operando la estación de La Punta.

 

Muralla de mar. Puerta de La Punta, siglo XVIII

Muralla de mar. Puerta de La Punta, siglo XVIII

 

La Puerta de La Punta fue demolida a principios del siglo XX. Con el trazado de la Avenida del Puerto en los años de 1920, que rectifica el contorno de la margen oeste de la entrada de la bahía, desaparecieron las bóvedas aledañas de la antigua puerta, últimas huellas existentes en el lugar. En la década de 1950 se rediseñó el extremo norte de la avenida, primitivo asentamiento de la puerta, para acomodar la rotonda y las vías de acceso al Túnel de la Bahía.

La calle Cuba es la más larga de intramuros, va de norte a sur desde el inicio de la calle Monserrate o Avenida de las Misiones, dando frente al canal de entrada del puerto, y se prolonga hasta la calle Desamparados. También se le llamó de la Campana y de la Fundición, esto último porque existió una fundición en el lugar que después ocupó la Maestranza de Artillería, edificio sucesor del cuartel llamado de San Telmo.

Cuba, junto con la calle Aguiar, fueron las vías por donde primero comenzó a extenderse la ciudad hacia el norte, pues conducían al torreón de la Caleta, llamado posteriormente de San Lázaro, donde se alertaba sobre el peligro de corsarios y piratas. Entonces, el primer tramo de la calle Cuba llegaba hasta el litoral, franja que sería rellenada en 1928.

Destacan a todo lo largo de la arteria importantes edificaciones del período colonial como las casas de la familia Pedroso, O’ Farrill, y Prado Ameno, así como otras del siglo XX entre las que resaltan las construcciones destinadas originalmente para acoger el Banco de Nova Scotia, el Banco Nacional y el Banco de La Habana.

Hasta la fecha la calle posee edificaciones de diferentes períodos y estilos, predominando las construcciones del siglo XX, entre las que se distinguen las de la tipología doméstica y civil pública, de filiación ecléctica.

Las iglesias ocupan en esta arteria un lugar prominente, comenzando con la de los agustinos, en Cuba y Amargura, luego conocida como San Francisco el Nuevo y por la riqueza de sus tallas artísticas y la decoración de su interior; el convento e iglesia de Santa Clara, primer monasterio femenino fundado en La Habana, abierto al culto desde 1643, que aún hoy ocupa la manzana comprendida entre las calles Cuba, Luz, Habana y Sol; y en la intersección con Acosta se halla la iglesia del Espíritu Santo que, aún con sus modificaciones y ampliaciones en épocas siguientes, se conserva con las características del siglo XVII. El obispo Jerónimo Valdés le reconstruyó su capilla mayor a principios del siglo XVIII, de hecho, su sepulcro, descubierto fortuitamente en 1936, ha sido desde entonces el aspecto de carácter religioso más significativo de este templo que permanece abierto a sus fieles.

 

Iglesia del Espíritu Santo en la calle Cuba y Acosta

Iglesia del Espíritu Santo en la calle Cuba y Acosta

 

Continuando el recorrido de la vía hacia el sur, en la esquina de Cuba y Jesus María, se levanta la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, imponente por su fachada y monumentalidad. Concluida en el siglo XIX con un interior profusamente decorado, posee además un convento anexo, accesible como el templo, que llama la atención por la belleza de su patio claustral. El culto de La Merced está entre los más populares de Cuba desde su creación hasta la actualidad.

Contigua a una de estas construcciones religiosas –la de San Agustín– se erigió, en la segunda mitad del siglo XIX, la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, reconocida por sus investigaciones de mérito, su valiosa biblioteca y un museo antropológico de ricos materiales cubanos y de otras regiones del mundo. De ahí que se convirtiera en el Museo Histórico de las Ciencias Carlos J. Finlay, en honor al sabio camagüeyano que, en ese mismo lugar, disertara sobre la hipótesis del agente trasmisor de la fiebre amarilla, estimada una de las epidemias más terribles de la época. En la propia calle Cuba, marcada a la sazón con el No. 74, Finlay abrió su consulta privada, después de su permanencia en Matanzas entre 1863 y 1864.

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