ribbon

Julio Cortázar: de las páginas a la pantalla

29 de agosto de 2014

|

Cortazar

Fotograma de “Cortázar”, documental de Tristán Bauer

Para el escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) constituía un credo vivir lo más intensamente posible y observar atentamente lo que transcurría a su alrededor con el fin de posibilitar la irrupción de lo que luego sería un cuento o una novela. El cine no podía permanecer ajeno al universo personal del hacedor de “Rayuela” y “El perseguidor” por lo que a propósito del centenario de su natalicio, la Cinemateca de Cuba ha programado desde el viernes 22 hasta el domingo 31 de agosto en la sala Charlot del cine Charles Chaplin —en funciones de 2:00 y 5:00 p.m.— un homenaje a la impronta dejada por su literatura en el celuloide. Un decena de títulos conforma esta sugestiva propuesta, desde la trilogía inicial firmada por el argentino Manuel Antín entre 1960 y 1964 (“La cifra impar”, “Circe” e “Intimidad de los parques”), en calidad de estreno absoluto en Cuba, hasta “Mentiras piadosas” (2008), en la que su coterráneo, el joven realizador Diego Sabanés reconstruyó la atmósfera y las relaciones entre los personajes del imaginario cortazariano.
“El problema de Antín —admitió el novelista sobre el tríptico inicial en su filmografía— es un problema de dificultad de comunicación que tiene con el público. Para él las cosas son muy claras, pero es un hombre tipo intelectual muy difícil. Es una especie de súper Antonioni, pero Antonioni transmite, en mayor o menor medida, lo que él quiere, y Antín no lo consigue sino con mucha dificultad”.
La muestra abarca dos largometrajes en los que Tristán Bauer se propuso aproximarse a la vida y obra del célebre autor de “Historias de cronopios y de famas”: el documental “Cortázar” (1994) y “Los libros y la noche” (1999), en el que integró a los actores Walter Santa Ana, Héctor Alterio, Leonardo Sbaraglia y el desaparecido Lorenzo Quinteros (Hombre mirando al Sudeste). Otra cinta de interés procede de Brasil: “Juego subterráneo” (“Jogo subterráneo”, 2005), versión del cuento “Manuscrito hallado en un bolsillo”, en el que Roberto Gervitz filma la obsesión del pianista de un club nocturno (Felipe Camargo) hacia el juego que ha inventado para encontrar a la mujer de su vida y que tiene lugar en el metro. La mujer (Maria Luisa Mendonça) que allí conoce llega a fascinarlo al extremo de conducirlo a romper las reglas establecidas por él mismo. Interrogado en una ocasión acerca de si había tenido conflictos con cineastas que hubieran aprovechado algún tema de sus cuentos, Cortázar respondió: “No he tenido conflictos. En un caso me molestó, pero no al punto de intentar yo un pleito contra ese señor. La cosa ya estaba hecha y no tenía mayor sentido, para qué perder el tiempo en eso si existen otras cosas que hacer”.
Pero no siempre este inmenso narrador fue acreditado en la pantalla, como lo evidencian sendos títulos inspirados en su relato “Autopista del sur”. “Week End” (1967), coproducción franco-italiana realizada por ese dinamitador del lenguaje que es Jean-Luc Godard, aprovechó lo esencial del relato con el propósito de focalizarse en la histeria colectiva que se apodera de los habitantes de París provistos de automóviles desde un viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana. Mireille Darc, Jean Yanne, Jean-Pierre Kalfon, Juliet Berto, Jean Eustache y Jean-Pierre Léaud, encabezan el reparto.
En “Los embotellados” (“L’ingorgo”, 1979), el veterano cineasta italiano Luigi Comencini dispuso de un amplio presupuesto para reproducir el clima tenso y caótico provocado por un descomunal atasco en una autopista que lleva de Roma a Nápoles. El brillantísimo elenco reunió a los italianos Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi y Alberto Sordi, los franceses Annie Girardot, Gérard Depardieu y Miou-Miou y los españoles Fernando Rey y Ángela Molina (juntos de nuevo al cabo de dos años que Luis Buñuel los convocara para el que sería su último filme “Ese oscuro objeto del deseo”). Sin embargo, el mayor legado de Julio Cortázar al séptimo arte lo constituye haber instigado el talento de otro gran realizador italiano, Michelangelo Antonioni, quien luego de leer su cuento “Las babas del diablo”, le escribió para manifestarla haber encontrado allí, finalmente, una idea que buscaba desde hacía cinco años, y lo invitó a un contacto personal.
El resultado fue “Blow Up” (Inglaterra-Italia, 1966), con la interpretación protagónica de Vanessa Redgrave como la mujer que el reportero de modas (David Hemming) halla en una fotografía tomada al azar en un parque en la cual descubre un cadáver cada vez más difuso en la medida que la amplía. Este título con especial empleo del color —estrenado en la isla en una copia solidaria ¡en blanco y negro!— obtuvo la máxima distinción, Palma de Oro en el Festival Internacional de Cannes, el galardón al mejor director conferido por la Sociedad Nacional de Críticos de Cine de Estados Unidos y una nominación al Oscar en la categoría de mejor realizador. A propósito de esta aclamada película que le pareció muy hermosa, expresó Cortázar:
“Es «Las babas del diablo» pero en una versión totalmente libre. Tiene muy poco que ver con el cuento. (…) Nos encontramos y Antonioni fue de una franqueza total. Me dijo: «El cuento es un cuento fantástico. A mí lo fantástico no me interesa. Me ciñe. Yo hago cine psicológico, estudio de caracteres, pero la idea central es la que yo necesitaba: ese hombre que saca una fotografía como cualquiera de nosotros puede tomar una foto en una calle, sin ninguna intención especial, y los resultados de esa fotografía empiezan a actuar sobre diferentes destinos y cambian la situación. Con eso yo quisiera realizar una película, pero todo lo demás no me interesa». Entonces yo le contesté: «Usted se llama Antonioni, hágala y tiene el cuento». Le di plena libertad porque si hubiera sido un director desconocido para esa simple idea, pero con Antonioni, vaya. Incluso él tuvo la gentileza de preguntarme: «¿Por qué no viene conmigo a Londres y escribimos juntos los diálogos?». Yo le respondí: «No, Antonioni, porque no va a funcionar —porque instintivamente en los diálogos yo voy a estar en mi cuento y usted va a estar en su película y va a haber un choque constante», y él lo admitió. Me dijo: «Bueno», e hizo su película solo en Londres”.
Y el final fue bastante divertido, porque yo me olvidé del asunto totalmente y dos años después estaba en Amsterdam y en un cine vi “Blow Up”, la última película de Antonioni, y entonces pagué mi entrada como todo el mundo y vi la película. Y puedo agregar una cosa: y es que aunque él había dicho que lo fantástico no le interesaba, algo de la atmósfera del cuento se le deslizó en la película”.
Apreciar este tributo a Cortázar a través de la obra cinematográfica que propició es una oportunidad excepcional que ofrece la Cinemateca de Cuba para el contacto de los cinéfilos con alguien que consideraba “que ningún escritor en este mundo, se sentiría muy feliz si después de haber escrito un cuento que le gusta y le parece bueno, ve en la pantalla un inmenso bodrio que dice adaptación del cuento tal y tal”.

Galería de Imágenes

Comentarios