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Jules Pascin

25 de abril de 2023

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Un artista muy conocido en su época, o sea, las tres primeras décadas del siglo XX y cuyo currículo podemos revisar en las enciclopedias, se llamó Julius Pinkas, aunque fue con el sobrenombre de Jules Pascin como se hizo célebre. Pascin nació en la ciudad de Vidin, Bulgaria, el 31 de marzo de 1885 y estuvo en La Habana en 1917, cuando presentó sus dibujos sobre temas cubanos en el Salón de Bellas Artes.

Hijo de un judío español y de madre con ascendencia italiana y serbia a la vez, el futuro pintor tuvo una vida inestable que lo llevó a residir en París, donde trabajó la pintura de un modo infatigable y alcanzó notoriedad en una época —decenio del 10— en que la Ciudad Luz era un hervidero de artistas de todo el mundo. Allí se abrió paso el talento de Pascin, quien emigró a Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial y de paso recorrió el Caribe. En Cuba estuvo varias veces acompañado de su esposa, la pintora Hermine David.

De sus contactos con el archipiélago dejó un Libro de apuntes cubanos, con obras realizadas entre 1914 y 1920, que reúne 166 acuarelas y dibujos, algunos de los cuales después llevaría al lienzo.

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El original del libro se encuentra en Nueva York. El pintor era un gran observador y se deleitó con el paisaje cubano. Sus bocetos reflejan un modo de hacer rápido, penetrante, de gran expresividad. Se ha escrito que uno de los bocetos, referido al puerto de La Habana, recoge en primer plano a los estibadores descargando barriles de un buque surto en el muelle y que el agua del mar, así como el resto de las naves en el puerto, dan una imagen de movimiento y actividad impresionantes.

Pascin es considerado uno de los grandes artistas plásticos del siglo XX. Se han escrito biografías sobre su vida, se estudian las influencias en su obra, se analizan las causas de su personalidad inestable, pues el artista se suicidó en París, a los 45 años, el 2 de junio de 1930.

Alejo Carpentier, quien lo conoció, escribió un artículo a raíz de la muerte del pintor. Allí se lee:

“Pascin recordaba a Cuba con enternecimiento. Hablaba un castellano criollísimo. Cantaba viejas canciones de Anckermann que había oído en Alhambra hace más de quince años (…) Durante su estancia en Cuba, Pascin se dedicó a cazar tipos populares en las calles y en el campo. Pintó el guajiro y su novia con agudo humorismo, pintó vendedores ambulantes, lavanderos, negritos callejeros…”.

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