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José Soler Puig: un guionista de cine apenas conocido

30 de agosto de 2021

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Soler Puig. Foto: Jorge Oller / Granma

Soler Puig. Foto: Jorge Oller / Granma

 

Conmemorar este 30 de agosto un cuarto de siglo de la desaparición física José Soler Puig en el Santiago de Cuba que tanto describió en su literatura y que, en algunas de sus páginas, deviene personaje por sus precisos trazos, nos incita a redescubrir una faceta no demasiado conocida en el itinerario de este escritor nacido el 10 de noviembre de 1916. Cursa estudios de comercio y luego de química por correspondencia, que tuvo que abandonar. Comienza a escribir cuentos desde los dieciséis años en el tiempo que roba a su desempeño como cocinero, repartidor de pan, cortador de caña, pintor de brocha gorda… entre otros forzosos oficios para la supervivencia.

Con Bertillón 166, José Soler Puig obtiene el Premio de novela en la primera convocatoria del concurso Casa de las Américas (1960). Adaptar para el cine esta obra es uno de los numerosos proyectos frustrados de Tomás Gutiérrez Alea, pero también de Julio García Espinosa, no menos entusiasmado con la posibilidad de filmarla. Los dos terminaron por relegarla en el intenso quehacer de aquellos tiempos fundacionales.

A fines de 1960, el escritor marcha a La Habana, contratado como guionista por el naciente Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, organismo que demandaba contar con argumentos y guiones para nutrir sus planes de producción perspectivos. Permanece por dos años en el ICAIC, muy vinculado a Onelio Jorge Cardoso, con una intervención no menos fugaz como guionista, y al fotógrafo José Tabío. En este período, Soler Puig es coautor junto a García Espinosa y Jorge Fraga del argumento y el guion del cuento «Año nuevo», dirigido por Jorge Fraga, que cierra el largometraje Cuba 58, estrenado el 2 de noviembre de 1962. Resulta imposible determinar quién fue el autor del detonante argumental de la trama, que situaron en la madrugada del primero de enero de 1959 en el sótano de una estación policial habanera donde tres esbirros de la dictadura batistiana torturan a un luchador clandestino, mientras ignoran la huida del tirano en ese mismo momento. Raúl Xiqués, José Antonio Rodríguez, Jorge Martínez y el novel actor santiaguero Adolfo Llauradó, fueron los intérpretes.

En 1963 asesora a los alemanes Wolfgang Schreyer y Gerhard Hartewig, autores del argumento original, en el guion de Preludio 11, coproducción del ICAIC con la firma DEFA (República Democrática Alemana), realizada por el veterano cineasta Kurt Maetzig. Aborda el dilema de una joven miliciana, que debe escoger entre el amor y la causa que ha abrazado en los días precedentes a la invasión mercenaria de Playa Girón. Mientras, los agentes del imperialismo buscan el punto geográfico más conveniente para el ataque. Este mismo año, concibe dos de sus más importantes obras: En el año de enero y El derrumbe.

Soler Puig intenta escribir con el mexicano José Revueltas, residente por esta época en Cuba, un guion basado en Bertillón 166, pero tampoco se realiza la película. Años más tarde, un equipo de cineastas santiagueros, convirtió uno de los pasajes de esta novela en el modesto cortometraje El sastre (1984).  Frente a las insatisfactorias experiencias como guionista, en 1964 Soler Puig decide regresar a Santiago y, con mucho entusiasmo, colabora en la radio, medio para el cual está especialmente dotado. Matricula en la Escuela de Letras de la Universidad de Oriente, pero deja inconclusos sus estudios.

Escribe varias obras de teatro, entre ellas El macho y el guanajo y la adaptación de su novela El derrumbe. Entre sus libros, traducidos a varios idiomas, sobresalen: El pan dormido (1975), El caserón (1976), Un mundo de cosas (1982), Premio de la Crítica Literaria, y El nudo (1983), que lo consagran como uno de los autores más descollantes en la literatura criolla. Laureado con Distinción por la Cultura Nacional, recibe el Premio Nacional de Literatura en 1986.

La realizadora Rebeca Chávez, testigo de esa indómita Santiago estremecida por las audaces acciones de los combatientes clandestinos, se inspiró en Bertillón 166 para coescribir con la joven guionista Xenia Rivery, el guion de Ciudad en rojo (2009). El disparo en plena calle de un joven revolucionario a un conocido torturador de la dictadura es el punto de partida para entrelazar la trayectoria de varios personajes relacionados entre sí, en una ciudad sin más opción que la rebelión y la violencia. Pero José Soler Puig no pudo apreciar ese primer largometraje de ficción de la cineasta, rodado en coproducción cubano-venezolana. Ya octogenario, quien nos legara varias novelas poseedoras de una estructura cinematográfica —que ameritan la atención de los realizadores—, murió el 30 de agosto de 1996 en su Santiago de Cuba natal, que retrató como nadie en su obra literaria, y de la cual nunca pudo prescindir.

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