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José Martí y sus consideraciones sobre la pureza de los hombres y de los pueblos

9 de noviembre de 2018

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Martí y las milicias campesinas, 2002, José Gómez Fresquet, Obra digital, 50 x 60 cm, Colección del artista

 

José Martí expuso consideraciones significativas en relación con la pureza de los hombres y de los pueblos en general.

Él llegó a señalar en forma categórica que pueblo grande, cualquiera que sea su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres puras.

Dijo además que la prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de mujer que en ella se produce.

Martí le dedicó una especial significación a todo lo referido al cuidado y desarrollo de las virtudes, en sentido general, de los seres humanos.

Para él fueron aspectos vitales lo relacionado con la importancia de hacer el bien, y que los hombres y mujeres se sintiesen útiles a si mismos y a países y a la humanidad en sentido general.

Martí creyó en las virtudes de su pueblo y también con su labor y ejemplo contribuyó a desarrollarlas.

En 1893, al referirse a las características de los cubanos, él había puntualizado al respecto: “Hay que crear un pueblo; y hay virtudes con que crearlo.”

Desde joven Martí expuso sus criterios en torno a esta temática en distintos trabajos periodísticos y en las cartas que enviara a familiares y amigos.

En 1875, cuando contaba 22 años, en un trabajo que publicó en la Revista Universal de México, país al cual había llegado ese mismo año, señaló: “Es bello el pueblo que tenga absoluto y pleno concepto de su dignidad y de su honra.”

Martí concibió la honra de un pueblo como la suma de las cualidades de cada uno de los individuos, y por ello precisó que la patria estaba hecha del mérito de sus hijos.

Insistió en la necesidad de luchar porque prevaleciesen la virtud y otras cualidades entre los seres humanos, y atendiendo a ello afirmó con particular énfasis: “El deber del hombre virtuoso no está solo en el egoísmo de cultivar la virtud en sí, sino que falta a su deber el que descansa mientras la virtud no haya triunfado entre los hombres.”

En disímiles ocasiones Martí expuso criterios que tienen plena vigencia acerca de los hombres, sus motivaciones y el sentido que le atribuían a sus vidas.

En todo momento enfatizó que debían primar en la formación y desarrollo de los hombres y mujeres principios esenciales como la honradez, la abnegación y la sinceridad.

Él llegó a afirmar que un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado.

E igualmente expresó al referirse a las características y cualidades de los seres humanos que los hombres no pueden ser más perfectos que el sol.

Y añadió: “El sol quema con la misma luz que calienta. El sol tiene manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”

También manifestó al resumir las cualidades de los hombres y mujeres virtuosos que deben ser fuertes de ánimo y no tenerle miedo a la soledad, ni esperar a que los demás le ayuden, porque estarán siempre solos; pero con la alegría de obrar bien, que se parece al cielo de la mañana en la claridad.

Acerca de los seres humanos que se convierten en símbolos para sus respectivos pueblos por su entrega total a la causa de la lucha por su independencia y el bienestar general de la tierra donde nacieron y han desarrollado su vida, José Martí igualmente se refirió en cartas, trabajos periodísticos y discursos que pronunció.

Detallo algunos de los conceptos expuestos por Martí acerca de este tema.

Él precisó que en un trabajo titulado Maestros Ambulantes reflejado en La América, Nueva York, en mayo de 1884: “Es necesario hacer de cada hombre una antorcha.”

Cinco años después en julio de 1889 en el trabajo identificado como Tres Héroes, en julio de 1889 en la primera edición de la revista La Edad de Oro, que empezó a escribir especialmente dirigida a los niños, expuso: “Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor.”

Y en un discurso pronunciado el 10 de octubre de 1890 en el Hardman Hall, en Nueva York, en el acto por el aniversario del inicio de la guerra por la independencia de Cuba, precisó: “…el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ése es el verdadero hombre…”

También en esa intervención puntualizó: “El hombre de actos sólo respeta al hombre de actos. El que se ha encarado mil veces con la muerte, ya llegó a conocerle la hermosura, no acata, ni puede acatar, la autoridad de los que temen a la muerte.”

Algo más de un año más tarde en otro de sus más relevantes discursos, en el acto celebrado en la ciudad estadounidense de Tampa, el 26 de noviembre de 1891, Martí aseguró: “En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre.”

Igualmente en una carta dirigida a Fernando Figueredo, fechada en Nueva York, el 15 de enero de 1892 enfatizó al respecto: “…la tierra tiene sol y noche, y es bueno que el hombre vea siempre, ante sí, para que no se engañe ni envanezca, el extremo del mal junto al bien.”

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