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José Martí y sus consideraciones acerca de la importancia de la agricultura y los bosques

8 de enero de 2016

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En uno de los trabajos publicados en la revista La América, editada en Nueva York, con la cual mantuvo una sistemática colaboración, José Martí calificó a la agricultura como la única fuente constante, cierta y enteramente pura de riqueza.
También comentó sobre los cultivos, los abonos, los bosques y otros temas agrícolas, fundamentalmente durante los meses de agosto y septiembre de 1883, ya que coincidió por esa época la celebración de un Congreso Forestal Americano en el estado de Minnessota. Precisamente Martí aprovechó para reportar lo sucedido en las sesiones de ese evento.
En sus reflexiones, analizó el valor de la adecuada preparación de las tierras y planteó que en agricultura, como en todo, preparar bien ahorra tiempo, y además evita desengaños y riesgos.
En otro de sus trabajos, en este caso el titulado “A los agricultores”, reflejado en esta publicación en enero de 1884, reiteró que no hay en la agricultura acaso cosa más importante que preparar bien la tierra para la siembra, y añadió: “La tierra más fértil necesita preparación. Aún en países exuberantes, se distingue el fruto cosechado en tierra cuidada del fruto sembrado en la tierra dejada a sí propia”.
Además en el trabajo identificado como “Abono, la sangre es buen abono”, publicado en la referida revista neoyorquina, resaltó la enseñanza de la naturaleza y la composición de la tierra, así como instó a analizar los elementos naturales y las ciencias que obran sobre ellos.
Y enfatizó en la necesidad de un estudio esmerado de los abonos al expresar: “Quien abona bien su tierra, trabaja menos, tiene tierra para más tiempo, y gana más”.
Alertó al agricultor a probar bien cada abono desconocido en pequeños espacios de terreno, antes de decidirse a usarlo de forma extensiva, pues ciertas sustancias suelen acarrear males irreparables en los cultivos. E igualmente comentó sobre diferentes aspectos de la preparación de la tierra antes de ser sembrada y acerca del mantenimiento de la riqueza agrícola.
Particularmente señaló valoraciones significativas al respecto, sobre todo cuando elaboró varios trabajos relacionados con el Congreso Forestal Americano celebrado en el estado de Minnessota en el otoño de 1883.
En esos instantes Martí laboraba como corresponsal de la revista La América, en Nueva York y en uno de los trabajos confeccionados para esta publicación también llegó a plantear lo que pensaba en relación con el cuidado y desarrollo de los bosques. Acerca de ello enfatizó: “La cuestión vital de que hablamos es esta: la conservación de los bosques, donde existen; el mejoramiento de ellos, donde existen mal; su creación, donde no existen”.
Y continuó Martí, en su análisis acerca de la necesidad de la reforestación: “Comarca sin árboles, es pobre. Ciudad sin árboles, es malsana. Terreno sin árboles, llama poca lluvia y da frutos violentos”.
Martí se refirió igualmente, en un artículo titulado “Congreso forestal”, al alarmante decaimiento de la riqueza forestal que estaba sucediendo en los Estados Unidos y arremetió contra los especuladores que talaban los bosques en forma brutal y avariciosa. También dejó expuesta, en su prosa precisa, una breve síntesis de las bondades de los árboles. Explicó que los grupos de árboles favorecen las lluvias, dan humedad al aire, evitan que la tomen de las plantas agrícolas y las agosten. Describió además cómo los árboles evitaban los hundimientos, los arrastres, las inundaciones y los torrentes; y que daban frescura al suelo y permitían así que crecieran buenos pastos.
Y llegó a calificar a los árboles de la siguiente manera: “Son, en una palabra, los árboles, además de un gran elemento de riqueza, los mejores amigos de la agricultura y de la ganadería”.
Como se puede apreciar Martí le dio una gran importancia a la agricultura y de manera muy especial a todo lo referido con el cuidado y desarrollo de los bosques.
Precisamente en otro de sus trabajos reflejados en la revista neoyorkina La América enfatizó que en los pueblos que han de vivir de la agricultura, los gobiernos tienen el deber de enseñar preferentemente el cultivo de los campos.
Esto lo detalló en el trabajo “La próxima exposición de Nueva Orleans”, publicado en La América, en mayo de 1884.
E hizo de inmediato una reflexión al tener en cuenta lo que sucedía en América Latina.
Planteó al respecto: “Se está cometiendo en el sistema de educación en la América Latina un error gravísimo: en pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa exclusivamente a los hombres para la vida urbana, y no se les prepara para la vida campesina”.
Algo más de un año después en este caso en su artículo “La escuela de Artes y Oficios de Honduras”, reflejado en la citada revista neoyorquina, significó la trascendencia que tenía el propagar los conocimientos sobre la agricultura al exponer: “La enseñanza de la agricultura es aún más urgente; pero no en escuelas técnicas, sino en estaciones de cultivo; donde no se describan las partes del arado sino delante de él y manejándolo”.

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Jorge Luis Arias Morales / 29 de abril de 2019

Tiene un extraordinario significado este artículo, mis felicitaciones para su escritor.En el pensamiento agropecuario martiano está la manera, más eficiente de desarrollar integralmente nuestro país.Hoy más que nunca necesitamos profundizar estos contenidos y llevarlos a la práctica.Es nuestro país una nación eminentemente agropecuaria, a este desarrollo debemos prestarle la máxima atención.