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José Martí y sus apreciaciones acerca de Francisco de Goya

9 de noviembre de 2021

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José Martí evidenció su sensibilidad artística y literaria al apreciar y comentar la labor de relevantes creadores, como el pintor y grabador español Francisco de Goya Lucientes, que llegó a ser considerado uno de los grandes maestros de la pintura y quién vivió entre 1746 y 1828.

Durante su segunda estadía como deportado en tierras españolas, en 1879, Martí visitó el Museo del Prado, en cuyos salones pudo admirar algunas de las obras del genial pintor aragonés.

Fue tan significativa la impresión que estos cuadros causaron en él, que decidió reflejarla en un trabajo al cual tituló Notas sin orden, tomadas sobre la rodilla, al pie de los cuadros.

Estas apreciaciones, que realizó a la edad de 26 años, fueron descubiertas en 1928 por Gonzalo de Quesada y Miranda, hijo del discípulo y albacea de Martí, Gonzalo de Quesada y Aróstegui.

En las descripciones que hizo sobre las obras del citado artista español manifestó: “Estas mujeres de Goya tienen todas las bellezas del desnudo, sin ninguna de sus monotonías.”

Así calificó los cuadros de La Maja y La Tirana, y en relación con La Maja, específicamente, señaló: “No piensa en un hombre, sueña.”

Y agregó acerca de este mundialmente conocido cuadro de Goya: “Si se levanta de sus almohadones, viene a nosotros, y nos besa.”

Igualmente José Martí comparó la sensualidad comunicada por Francisco de Goya en La Maja, con la del cuadro La Tirana, que fuera inspirado en la famosa actriz María del Rosario.

Acerca de ello comentó: “No es ésta la cara de árabe perezosa de La Maja. También ésta quema, pero así también amenaza cuando mira. Con todo el cuerpo reta. Se dará al amor, pero nada más que al amor. Y despedirá, sin apelación, cuando se canse.”

Otros cuadros de Goya, que pudo apreciar Martí en el Museo del Prado, en la capital española, también fueron descritos por él de forma inigualable.

Ejemplo de ello fueron sus descripciones acerca de Corrida de toros en un pueblo, Autorretrato y Entierro de la Sardina. Particularmente de este último señaló: “Tal como en noche de agitado sueño, danzan por el cerebro infames fantasmas.”

En este trabajo también dejó plasmada la impresión que le causara el Primer pintor del Rey, acerca del cual expresó: “He aquí un gran filósofo, es pintor, un gran vindicador, un gran demoledor de todo lo infame y lo terrible.”

No fue ésta la única ocasión que Martí hizo referencia a la trascendencia de la labor creativa de grandes figuras de las artes plásticas, así como de otras manifestaciones artísticas.

Por ejemplo en la revista La Edad de Oro que escribió en 1889 especialmente dirigida a los niños, incluyó en la segunda edición correspondiente al mes de agosto, un trabajo que tituló Músicos, Poetas y Pintores, que tuvo como base un grupo de anécdotas contadas acerca de notables figuras que había traducido de un libro de Samuel Smiles.

En el caso específico de los pintores y escultores dijo que habían sido muchos los que se revelaron en la niñez, pero precisó que el más glorioso de todos fue Miguel Ángel.

Y sobre este creador en específico detalló: “Cuando nació lo mandaron al campo a criarse con la mujer de un picapedrero, por lo que decía él después que había bebido el amor de la escultura con la leche de la madre. En cuanto pudo manejar un lápiz le llenó las paredes al picapedrero de dibujos y cuando volvió a Florencia, cubría de gigantes y leones el suelo de la casa de su padre.”

Sobre otros pintores y artistas plásticos en general también hizo referencia tanto en este trabajo como en otros que publicó al hacer valoraciones sobre exposiciones que visitó durante su larga estadía en el territorio norteamericano.

Precisamente en una ocasión trató acerca de lo que experimentó al aquilatar la obra de los denominados pintores impresionistas, sobre los cuales significó: “Esos son los pintores fuertes, los pintores varones, los que cansados del ideal de la Academia, frío como una copia, quieren clavar sobre el lienzo, palpitante como una esclava desnuda, a la naturaleza.”

Entre el 15 de mayo y el 15 de junio de 1886 en Nueva York se expusieron una serie de pinturas impresionistas.

La acogida del público fue favorable, incluso mucho más de lo esperado, pero la crítica oficial se manifestó adversa.

En la exposición se mostraron unas 300 pinturas y en la reseña que hiciera Martí para el periódico La Nación de Buenos Aires, destacó a los precursores de esta escuela de artistas, al precisar: “Lo que los pintores anhelan es poner en el lienzo las cosas con el mismo esplendor y realce con que aparecen en la vida.”

Martí recordó en su trabajo otras exposiciones de pintores famosos también expuestas en Nueva York y las comparó con la que acababa de apreciar.

Y expuso lo siguiente: “Toda aquella colección de obras maestras con ser opulentas y variadas, no dejaba en el espíritu, como deja la de los impresionistas, esa creadora inquietud y obsesión sabrosa, que produce el aparecimiento de súbito de lo verdadero y lo fuerte.”

Y al definir la impresión que causaban sus obras, manifestó que algunos lienzos subyugan al instante.

La exposición de los pintores impresionistas en Nueva York, según expresó Martí, mostró la lucha con la luz y los colores y en correspondencia con ello él también llegó a señalar que esos regueros de color ardiente parecen la sangre viva que echa por sus heridas la luz rota.

Realmente Martí fue un hombre que tuvo una gran sensibilidad y no es de extrañar que en diversas oportunidades fuera capaz de aquilatar la trascendencia de las obras de los artistas y escritores y también expusiera criterios muy significativos sobre las manifestaciones artísticas y literarias.

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