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José Martí y su visión acerca de lo que él calificó como nuestra América

7 de enero de 2022

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Martí, 1971, Raúl Martínez, Martí, 1971 Tinta sobre cartulina 72 x 50 cm

Martí, 1971, Raúl Martínez, Martí, Tinta sobre cartulina, 72 x 50 cm

 

José Martí, más allá de todo lo que hiciera a favor de lograr la independencia de Cuba, se sintió comprometido con la realidad de los pueblos que él calificó certeramente como Nuestra América.

Él llegó a asegurar que de América era hijo y a ella se debía. Y tanto en trabajos periodísticos como en discursos se refirió a este tema y también alertó sobre los grandes peligros que tenían ante sí los pueblos de la región ante la presencia de un vecino poderoso cuyos gobernantes hacían evidente sus ansias de expansionismo y dominio.

Precisamente la idea de José Martí de lograr la unidad de los pueblos latinoamericanos se refleja en forma elocuente en un trabajo titulado “Nuestra América” que publica inicialmente la Revista Ilustrada de Nueva York el primero de enero de 1891 y después es reproducido el 30 del propio mes y año por El Partido Liberal de México.

Fue ésta una de las últimas colaboraciones periodísticas de Martí antes de dedicarse por completo, a mediados de ese año, a los preparativos de la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba.

En una de sus partes se refiere al destino de los pueblos latinoamericanos al señalar: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos.”

Abogó Martí igualmente por la unidad para poder enfrentar los peligros que tenían ante sí los pueblos latinoamericanos y acerca de ello enfatizó: “¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”

También se refirió a las características que debían tener los gobiernos al exponer: “El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.”

Y de las características y la formación de los que asumían la función de gobernantes señaló: “¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América?”

Y más adelante expresó planteó que en la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política y aseguró que el premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive.

E insistió en la necesidad de profundizar en el estudio de la historia de América. Manifestó al respecto: “La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria.”

Definió una estrategia para lograr la defensa de la historia y la cultura de los pueblos latinoamericanos ya que afirmó: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.”

En “Nuestra América”, Martí analizó aspectos de la historia del continente, y trató con respecto a la importancia de la lucha para consolidar la independencia conquistada por un gran número de países de América así como detalló el compromiso que había que tener con los que todavía sufrían la explotación colonial.

Y seguidamente comentó: “Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores.”

José Martí también hizo referencia a la actitud y las tareas que tenían ante sí las nuevas generaciones de latinoamericanos.

Señaló que los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor.

Y añadió: “Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación.”

Sobre la posición que debían asumir los pueblos latinoamericanos frente a la presencia de su poderoso vecino del norte, Martí manifestó: “El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de Nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe.”

También expuso lo que era necesario que tuvieran e hicieran los pueblos para garantizar su defensa.

Expresó: “Los pueblos han de tener una picota para quién les azuza a odios inútiles; y otra para quién no les dice a tiempo la verdad.”

Reflejó además su criterio en cuanto a la tendencia de tratar de dividir a los hombres por razas y precisó que pecaba contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas.

También detalló conceptos trascendentales como el referido al papel de las ideas al señalar: “Trincheras de piedras vale más que trincheras de piedras.”

E igualmente reflexionó acerca del papel del individuo y dijo que se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él y que había que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor, ya que si no, lo peor prevalece.

De Martí y su proyección latinoamericanista han expuesto consideraciones destacados investigadores cubanos.

A manera de ejemplo cito lo que expusiera al respecto el doctor Emilio Roig de Leuchsenring, quién resaltó: “Quien haya estudiado acuciosamente, con amplio espíritu comprensivo, en sus hondas raíces y en sus trascendentales proyecciones, la ideología político-revolucionaria de Martí, no puede encerrar en los estrechos límites de lo cubano su apostolado y su martirio, sino que le es necesario reconocer y proclamar que su vida y su obra tienen preciso e invariable carácter americanista e internacionalista, al extremo de poder sostenerse con toda justicia que para él la independencia de Cuba y Puerto Rico no es un fin sino un medio; el paso indispensable para lograr la consolidación y engrandecimiento de las repúblicas de esta parte del Nuevo Mundo a la que amorosa y orgullosamente llamó Nuestra América y Madre América, y con vistas al empeño mayor de hacer obra universal, anchamente humana.

Y porque así lo pensó llevar a cabo, estudió Martí profundamente, hasta conocerlos a plenitud e identificarse por completo con ellos, la historia, los problemas, las necesidades, las glorias y las desgracias, no solamente de Cuba sino de todos los pueblos de la América nuestra, y también el peligro gravísimo que para ella significaba “la influencia y la atracción” de la que él denominó “la otra América”. (*)

 

(*) El americanismo de Martí, Libro Valoración múltiple José Martí, tomo I, Casa de las Américas, 2007, página 191

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