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José martí y su salida de México en 1876

15 de diciembre de 2017

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El 16 de diciembre de 1876 en un trabajo titulado “Extranjero” que publicó en El Federalista, en México, José Martí reflejó el gran amor que sintiera por ese país y su pueblo y las causas que originaban su salida después de haber permanecido en el territorio mexicano durante casi dos años.

Martí expresó en la parte inicial de este trabajo que era conveniente que cada hombre autorizase sus pensamientos y añadió que un pensamiento y una firma son un pensamiento y un hombre.

Y precisó: “Y sin firma, es un pensamiento solo. Firmando lo que se escribe, se obtienen grandes ventajas; se deslizan promesas que obligan a la consecuencia; se respetan las personas, lo que ensancha el espíritu, se fortifica la personalidad, se contrae el hábito de la responsabilidad, se acostumbra el que escribe a la verdad, a la firmeza y al valor.”

Seguidamente se planteó una interrogante a sí mismo al expresar: “y tú extranjero, ¿por qué escribes?” Y a manera de respuesta, manifestó: “Valdría tanto como preguntarme por qué pienso.”

Según expusiera en el citado trabajo para Martí el pensamiento es comunicativo porque su esencia está en su utilidad, y a su vez su utilidad en su expresión.

Detalló que la idea constituía su germen y la expresión su complemento. Y acotó igualmente: “Un espontáneo impulso, hasta por su naturaleza impalpable y etérea ordenado, lo lleva hacia fuera, fuera de nosotros, hacia arriba. No es sólido, porque no debe caer en tierra. Es incorpóreo, porque está hecho para la reflexión hacia la eterna vida, para el esparcimiento, anchura y ascensión.”

Martí hizo además una reflexión en torno a las características y simbolismo de los seres humanos.

Enfatizó: “¡Qué grande es la voluntad! ¡Qué misterio tan imponente, tan consolador, tan majestuoso, tan bello, el de la personalidad!”

Y a continuación expresó que era inmenso un hombre cuando sabe serlo y que se tiene en la naturaleza humana mucho de ígneo y montañoso y agregó que hay hombres solares y volcánicos, “miran como el águila, deslumbran como el astro, sienten como sentirían las entrañas de la tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental.”

También puntualizó que todos los pueblos tienen algo de inmenso, de majestuoso y de común, más vasto que el cielo, más grande que la tierra, más luminoso que las estrellas y más ancho que el mar y aseguró al respecto que ese era el espíritu humano, “esta espiritual fuerza simpática, que aprieta y une los pechos honrados de los hombres, buenos en esencia, hermanos intuitivos, generosos, innatos, que más se aman cuando más se compadecen, y unos sobre los otros se levantan para que de más alto se vea majestuosa la herida dignidad.”

Tras haber planteado todas estas reflexiones en torno al modo de actuación de los hombres y mujeres, Martí centró su análisis en el tema que motivó que escribiera dicho trabajo, su condición de extranjero en México, y su salida de este país.

Cuando elaboró este trabajo estaba a punto de abandonar México por haber tenido lugar allí cambios políticos con los que no estaba de acuerdo y que él criticara.

Y en el artículo publicado en El Federalista, recordaba cuál había su actitud durante su estadía en el país: “No reclamé ciudadanía cuando ella me hubiera servido para lisonjear mejor al poderoso; no hablé de amor a México cuando la gratitud hubiera parecido servil halago y humillante súplica; ahora que de él me alejo: ahora que de él nada espero; ahora que el olvido de las más sagradas leyes suspende una amenaza sobre el que no ha de aprovechar ni hacer valer nunca estas desgracias porque no se queda en México para aguardar día de provecho; ahora, yo reclamo mi parte, me ingiero en estas penas, naturalizo mi espíritu, traigo a título mi voluntad de hombre lastimada, mi dignidad soberbia de conciencia. La conciencia es la ciudadanía del mundo.”

Igualmente Martí dejó constancia del amor que sentía por México y su agradecimiento por la forma en que había sido tratado en dicho país.

Por eso señaló en forma resuelta: “Aquí fui amado y levantado; y yo quiero cuidar mucho mis derechos a la consoladora estima de los hombres. Por serlo me yergo contra toda coacción que me comprima; por serlo, me esclaviza y me seduce cuanto sea para otros hombres motivo de dolor.”

México fue el primer país de América Latina donde residió, más allá de su tierra natal, por espacio de casi dos años José Martí..

En México tuvo significativas vivencias. Primero se reencontró con sus padres y hermanas que se habían asentado allí desde 1874, conoció e inició una gran amistad con Manuel Mercado, que se prolongó durante toda su existencia, empezó primero a colaborar y después pasó a formar parte de la Revista Universal, prestigiosa publicación en la que desarrolló un fructífero trabajo como periodista, se relacionó con instituciones y prestigiosas figuras de la cultura mexicana e incluso escribió y se presentó una de sus obras, el proverbio Amor con amor se paga.

Martí no volvió a visitar México hasta casi 20 años después cuando ya se hallaba trabajando en la organización de la reanudación de la guerra por la independencia de Cuba.

Pero a México lo llevó siempre en su corazón y en más de una oportunidad se refirió con palabras muy elocuentes y emotivas acerca de este país y del pueblo mexicano en general.

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