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José Martí y su relación con su hijo

20 de noviembre de 2015

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ismaelillomarftiJosé Martí a través de su breve pero fecunda existencia puso de manifiesto el gran amor que sintió por los niños, y ese cariño también estuvo presente en su relación con su hijo, el cual nació en La Habana el 22 de noviembre de 1878.
Pero Martí no pudo disfrutar por mucho tiempo la alegría que un padre puede sentir al estar acompañado de su hijo. Todavía José Francisco, no había cumplido un año de nacido cuando se vio obligado a separarse de él al ser nuevamente deportado hacia España por haber sido acusado de estar vinculado a actividades conspirativas a favor de la independencia de su tierra natal. Al cabo de cierto tiempo logró reunirse con su esposa e hijo, en los Estados Unidos de América, más fue por un período relativamente breve puesto que entre Martí y Carmen se presentaron discrepancias y entonces tuvo que sufrir una nueva separación.
Y la angustia que experimentó ante la ausencia del hijo querido se manifiesta de modo muy especial en una serie de poemas que conformaron el libro que tituló Ismaelillo, en cuya nota introductoria le aseguró: “Hijo: Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti”.
Y le agregó al detallarle cómo fue que escribió los poemas que aparecían en el libro: “Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón. ¡Lleguen al tuyo!”

En el segundo de los poemas del Ismaelillo, Martí señaló al recordar a su pequeño hijo:

Yo sueño con los ojos
Abiertos, y de día
Y noche siempre sueño.
Del ancho mar revuelto,
Y por entre las crespas
Arenas del desierto,
Y del león pujante
Monarca de mi pecho,
Montado alegremente
Sobre el sumiso cuello
Un niño que me llama
Flotando siempre veo!

La mayor parte de los poemas que conforman el libro Ismaelillo, él los creó cuando se hallaba en Caracas, la capital de Venezuela. En este libro Martí llegó a calificar a su hijo como un príncipe enano al detallar en uno de los poemas:

Para un príncipe enano
Se hace esta fiesta.
Tiene guedejas rubias,
Blancas guedejas;
Por sobre el hombro blanco
Luengas le cuelgan
Sus dos ojos parecen
Estrellas negras:

Vuelan, brillan, palpitan
Relampaguean!

No solo en el libro citado sino también en otros poemas que creara, en etapas posteriores de su vida, como por ejemplo en los Versos Sencillos que concibió en 1890 y que se publicaron en un libro al año siguiente, Martí también evocó a su hijo.
En la segunda cuarteta del trigésimo primero de sus Versos Sencillos, expresó:

Bien estará en la pintura
El hijo que amo y bendigo:-
¡Mejor en la ceja oscura,
Cara a cara el enemigo!

indexMartí igualmente hizo alusión a su hijo José Francisco en algunas de las cartas que escribiera a familiares y amigos y de manera muy especial en una misiva que le dirigió a él en el año 1895. Más que una carta como tal puede decirse que fue tan solo una pequeña pero a la vez emotiva nota.
El primero de abril de 1895 cuando ya estaba casi a punto de salir para Cuba para participar de modo directo en la guerra que había logrado hacer que se reanudase con el propósito de alcanzar la independencia, Martí le expresó: “Hijo: Esta noche salgo para Cuba: salgo sin ti, cuando debieras estar a mi lado. Al salir, pienso en ti. Si desaparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo”.
Puede decirse que aunque fue muy efímera, desde el punto de vista físico, la relación de Martí con su hijo, nunca dejó de sentir un gran cariño por él y cabe destacar que precisamente hasta en esa etapa final de su existencia anheló que fuese, como patentizara en la carta que he señalado, un hombre justo.

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