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José Martí y su relación con Gonzalo de Quesada y Arostegui

15 de abril de 2022

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José Martí y Gonzalo de Quesada y Aróstegui

José Martí y Gonzalo de Quesada y Aróstegui

 

A través de su breve pero significativa existencia José Martí tuvo grandes amigos. Y entre ellos se destaca Gonzalo de Quesada y Aróstegui, quién fue además un cercano y eficiente colaborador.

En las diversas cartas que Martí le escribió a familiares y amigos más allegados reflejó sus sueños y preocupaciones, los principios que rigieron su vida y otros conceptos muy importantes.

Por ejemplo en una carta fechada en 1889 que le envió a Gonzalo de Quesada le hizo referencia a la trascendencia que tenía la honradez en la vida de los seres humanos y al respecto le detalló: “Las almas nacidas para la honradez no tienen conveniencia, ni viven tranquilas, fuera de la honradez.”

En dicha carta igualmente Martí le señaló que vivía por su tierra natal y por su libertad real.

Y tal vez pensando que su vida sería breve le confesó que sabía que su existencia no le habría de alcanzar para gozar del fruto de sus labores y que el servicio que le prestaba a su patria lo hacia con la seguridad y el ánimo de no esperar por esto recompensa alguna.

A través del tiempo Martí mantuvo una relación muy estrecha con Gonzalo de Quesada y Aróstegui, a quién en 1895 le escribió la carta que se considera como su testamento literario, puesto que en dicha misiva le indicada como debía proceder con sus obras en el caso que falleciera y Gonzalo insistiera en la idea de hacer una edición de sus poemas y otros trabajos literarios y periodísticos.

Martí le escribe esa carta a Gonzalo de Quesada desde Montecristi, Santo Domingo, el primero de abril de 1895.

Unos días antes había firmado junto a Máximo Gómez una proclama del Partido Revolucionario Cubano a Cuba, que históricamente ha sido conocido como Manifiesto de Montecristi y ya estaba próximo a emprender viaje hacia su tierra natal para contribuir con su presencia al desarrollo de la lucha por la independencia de Cuba.

En la carta a Gonzalo se evidencia el estado de ánimo que él tiene ante la inminencia de su traslado a Cuba.

Precisamente al respecto le comenta: “De Cuba ¿qué no habré escrito?, y ni una página me parece digna de ella;  solo lo que vamos a hacer me parece digno.”

Y más adelante al referirse específicamente a su disposición de darlo todo por su Patria, enfatizó: “Ya usted sabe que servir es mi mejor manera de hablar.”

Pero ésta no sería la última misiva que Martí le dirigiese a Gonzalo de Quesada. Ya después de hallarse en Cuba, tras su desembarco el 11 de abril de 1895 en unión de Máximo Gómez por la zona de Playitas de Cajobabo, él le escribió nuevamente a su gran amigo e incluso le contó como se sentía.

Por ejemplo en una carta fechada el 15 de abril de 1895 y dirigida de conjunto a Gonzalo de Quesada y a Benjamín Guerra, precisó que en Cuba libre les escribía al romper el sol en una vega de los montes de Baracoa y más adelante les expresó: “Hasta hoy no me sentido hombre. He vivido avergonzado, y arrastrando la cadena de mi patria, toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo. Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio.”

Igualmente en esta carta, que si fue la última que le escribió a Gonzalo de Quesada y en este caso también a Benjamín Guerra, Martí enfatizó: “El alma crece y se suaviza en el desinterés y en el peligro. Ya me acortan el tiempo, y debo acabar. Junten bien, y a constante altura, la acción de ustedes con la nuestra.”

Durante algo más de un mes Martí siguió transitando por la zona oriental del territorio cubano. Encaró con firmeza las grandes limitaciones que imponía una vida en campaña, trasladándose en forma continúa y con el peligro latente de sostener un enfrentamiento con las fuerzas españolas.

Escribió Circulares, sostuvo un encuentro con Antonio Maceo, en el que también participó Máximo Gómez para analizar lo referido a la organización y desarrollo de la guerra y elaboró otras cartas, incluida la que empezó a escribirle a su amigo mexicano Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895 y que no pudo concluir al producirse su muerte al día siguiente.

Precisamente en la parte inicial de dicha misiva él le detallaba por qué luchaba y su disposición de entregar su vida en aras de los objetivos que señalaba.

Manifestó al respecto: “Mi hermano queridísimo: Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.”

Seguidamente puntualizó: “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiados recias para alcanzar sobre ellas el fin.”

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