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José Martí y su estancia en la casa de la jatía en 1895

11 de mayo de 2018

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Desde que se produjo su desembarco, en unión de Máximo Gómez y otros patriotas, por Playitas de Cajobabo, el 11 de abril de 1895, José Martí se mantuvo transitando por la zona oriental del territorio cubano.

Por supuesto para Martí el hallarse en los campos de Cuba fue un reto porque obviamente él no estaba acostumbrado a vivir en campaña y además de ello estaba latente el peligro constante de resultar herido o perder la vida en algún combate.

Pero tal como había afirmado en la carta que le escribió a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal el 25 de marzo de 1895 él estaba consciente que había evocado la guerra y que su responsabilidad comenzaba con ella en vez de acabar y por tanto su deseo era estar allí donde se desarrollaban los combates para contribuir al desarrollo de la guerra con la fuerza que emanaba igualmente de su ejemplo.

Tanto en su Diario de Campaña como en significativas cartas que le escribió a cercanos colaboradores y amigos fue ofreciendo detalles acerca de las impresiones que sentía en los recorridos que efectuaba en forma cotidiana durante su transitar por distintos lugares de la parte oriental de Cuba.

Por ejemplo en la carta que le escribió a Gonzalo de Quesada y a Benjamín Guerra, fechada el 15 de abril de 1895, incluso comentó en forma elogiosa cómo había recibido una ayuda inestimable de Máximo Gómez al avanzar por las zonas rurales del territorio cubano.

Les señaló en la citada misiva: “Nos vamos halando, hasta lo alto de los repechos. Nos caemos riendo.”

 

También especificó: “Hemos dormido en cuevas, y al monte claro: el rancho de la guerrilla, con su ama servicial y su comida caliente, ha sido un lujo.”

Al día siguiente en una carta dirigida a Carmen Miyares y a sus hijos igualmente le detalló a María Mantilla con respecto a su vida en campaña: “Voy bien cargado, mi María, con mi rifle al hombro, mi machete y revólver a la cintura, a un hombro una cartera de cien cápsulas, al otro en un gran tubo, los mapas de Cuba, y a la espalda mi mochila, con sus dos arrobas de medicina y ropa y hamaca y frazada y libros, y al pecho tu retrato.”

Durante más de treinta días José Martí sigue avanzando por distintos lugares de la zona sur de la entonces provincia de Oriente hasta llegar el 12 de mayo de 1895 a la Casa de la Jatía que fue el campamento número 24 donde permaneció hasta ese instante desde su llegada a Cuba..

Precisamente en las anotaciones que hiciera en su diario correspondiente al 12 de mayo Martí especificó: “La Jatía es casa buena, de cedro y de corredor de zinc, ya abandonada de Agustín Maysana, español rico; de cartas y papeles están los suelos llenos.”

La Casa de la Jatía está ubicada a unos16 kilómetros del poblado de Jiguaní, en la actual provincia Granma y a 6 al noreste de Dos Ríos.

Es una construcción vernácula en madera y techo de zinc a cuatro aguas, exponente de la arquitectura popular del siglo XIX.

Por su significación histórica se le concedió en 1982 la categoría de Monumento Nacional.

Martí había llegado a este lugar procedente de la zona conocida como La Travesia, que fue su campamento número 23.

El nombre de la Jatía guardaba relación con los múltiples árboles de esa especie que existían en este sitio de Cuba en el siglo XIX.

Durante su estancia en este lugar Martí escribió una carta dirigida a Antonio Maceo, a quien le hizo referencia sobre el desenvolvimiento de la guerra por la independencia de Cuba.

Le expuso algunas consideraciones en relación con el poco desarrollo de las acciones en la zona donde se encontraba.

Le manifestó que las fuerzas españolas se estaban desplazando por el lugar y ocupando posiciones y con visible preocupación le detalló que había podido entrar en Bayamo un rico convoy español sin obstáculo alguno aunque no lo custodiaban más que soldados cansados.

Además le señaló que le preocupaba que todavía no se pudiera apreciar en todas partes el espíritu que caracterizaba a Antonio Maceo y que era capaz de impregnar tan sólo con su presencia.

Y al respecto le expresó a Antonio Maceo que deseaba que la guerra se desarrollara teniendo en cuenta un plan general y que todos los combatientes se pusieran pronto en marcha para el revuelo final.

Martí le ratificó que viera en él a un peleador que haría todo lo que ayudase a fortalecer y ganar la pelea.

En esa carta, que fue la última que le escribió a Antonio Maceo, Martí le especificó el estado de salud de Máximo Gómez y los criterios que ambos tenían en torno al desarrollo de la guerra.

Y finalmente, consciente de lo que representaba la fuerza del ejemplo de Antonio Maceo para los combatientes cubanos, le hizo una exhortación al bravío luchador independentista, cuando en la carta señalada le expuso con particular relevancia: “Súbase en los estribos y haga arder los hombres a su voz.”

En los días siguientes Martí continuó su transitar por los campos de Cuba hasta llegar a la zona de Dos Ríos, donde se produjo el 19 de mayo su caída en un enfrentamiento con fuerzas españolas.

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