ribbon

José Martí y su defensa de la causa de los pueblos de Nuestra América

22 de diciembre de 2021

|

 

S/T, 2000, Vicente Rodríguez Bonachea, Acrílico y óleo sobre lienzo, 145 x 97 cm

S/T, 2000, Vicente Rodríguez Bonachea, Acrílico y óleo sobre lienzo, 145 x 97 cm

 

Durante su larga estadía en el territorio estadounidense, entre 1880 y 1895, José Martí no solo pensó en la situación de su tierra natal oprimida por el yugo colonial español, sino también anheló y trabajó por lograr el desarrollo de la plena independencia y la unidad de los pueblos latinoamericanos.

Y esto se puso de manifiesto en forma elocuente tanto en los trabajos que escribió sobre las conferencias efectuadas en los Estados Unidos en 1889 y 1890, respectivamente, en los que hizo referencia a las pretensiones de los gobernantes de ese país por afianzar su dominio político y económico sobre las naciones y pueblos de América Latina, así como en un significativo discurso pronunciado en diciembre de 1889 en una velada artístico literaria organizada por la Sociedad Literaria Latinoamericana y en uno de sus más relevantes trabajos, en este caso publicado en enero de 1891 con el título de “Nuestra América”

José Martí expuso sus ideas acerca de la Conferencia Internacional Americana efectuada en Washington, Estados Unidos, en los meses finales de 1889 y principios de 1890.

Ya desde 1889, en La Nación de Buenos Aires, él se había referido a los objetivos y características del evento convocado por los Estados Unidos.

En un artículo publicado el 8 de noviembre de 1889 expuso de manera contundente: “Las entrañas del congreso están como todas las entrañas, donde no se las ve. Los periódicos del país hablan conforme a su política.”

En el transcurso del propio mes de noviembre y en diciembre de 1889 en La Nación se siguen publicando otros trabajos de Martí sobre el congreso internacional que tenía lugar en la capital estadounidense.

El 14 de noviembre se refleja el segundo de los materiales elaborados por él y el 19 de diciembre el tercero en el que alertó acerca del verdadero carácter del evento.

Incluso él temía que en forma abierta o solapada hasta pudiera tratarse el tema de la codiciada anexión del territorio cubano por parte de los Estados Unidos.

En ese trabajo llegó a enfatizar: “Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa y cerrar tratos con el resto del mundo.”

Y agregó en su análisis con respecto a la situación de los pueblos de América Latina: “De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.”

El 19 de diciembre de 1889 José Martí pronunció un discurso en una velada artístico literaria organizada por la Sociedad Literaria Latinoamericana en la que participaron los delegados de países latinoamericanos a la conferencia que se efectuaba en Estados Unidos.

Señaló al establecer una comparación entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos: “Pero por grande que esta tierra sea, y por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez.”

Martí planteó el grado de compromiso que tenía con lo que él calificara certeramente como Nuestra América al exponer “Por eso vivimos aquí orgullosos de nuestra América, para servirla y honrarla. No vivimos, no, como siervos futuros ni como aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos y se la respete por sus sacrificios…”

En otra parte de su discurso planteó la siguiente interrogante: “¿Adónde va la América, y quién la junta y guía?” Y respondió de inmediato: “Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea.”

También Martí resaltó en esa oportunidad: “¡Sólo perdura, y es para bien, la riqueza que se crea, y la libertad que se conquista, con las propias manos!”

En marzo de 1890 Martí viajó a Washington para conocer de manera más cercana el desarrollo de la Conferencia Internacional Americana.

Entonces continuó reflejando sus criterios y preocupaciones relacionados con la política e intereses económicos de Estados Unidos con respecto a los países latinoamericanos.

En el artículo que escribió el 18 de abril de ese año y que se publicó el 31 de mayo en La Nación, de Buenos Aires, Martí comentó: “Y sin ira, y sin desafío, y sin imprudencia, la unión de los pueblos cautos y decorosos de Hispanoamérica, derrotó el plan norteamericano de arbitraje continental y compulsorio sobre las repúblicas de América, con tribunal continuo e inapelable, residente en Washington.”

Varios días después, se publicó el último de la serie de artículos de Martí acerca de esa conferencia.

Esta vez analizó lo que de positivo había tenido la participación de los representantes de los pueblos de América Latina al detallar: “Ya se van, aleccionados y silenciosos, los delegados que vinieron de los pueblos de América a tratar, por el convite de Washington, sobre las cosas americanas. Ya vuelven a Centro América los de los cinco países, más centroamericanos de lo que vinieron, porque al venir se veían de soslayo unos a otros, y ahora se van juntos como si comprendieran que este modo de andar les va mejor.”

Más allá de los criterios expuestos por Martí sobre esta conferencia convocada por los Estados Unidos, en otros trabajos que elaboró con posterioridad volvió a hacer énfasis en la necesidad de la unión de los países y pueblos latinoamericanos para poder hacerle frente a las ansias expansionistas de los gobernantes estadounidenses.

En enero de 1891 José Martí publicó un medular trabajo titulado Nuestra América. Inicialmente en la Revista Ilustrada de Nueva York el primero de enero de ese año y después reproducido el 30 del propio mes por El Partido Liberal de México.

En una de sus partes se refiere al destino de los pueblos latinoamericanos. Martí advirtió que los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Abogó igualmente por la unidad para poder enfrentar los peligros que tenían ante sí los pueblos latinoamericanos y al respecto enfatizó: “Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!”

Y seguidamente aseguró: “Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”

Definió una estrategia para lograr la defensa de la historia y la cultura de los pueblos latinoamericanos y trató sobre la importancia de la lucha para consolidar la independencia conquistada por un gran número de países de América.

Detalló el compromiso que había que tener con los que todavía sufrían la explotación colonial.

Puntualizó que con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores.

Y comentó, además, acerca de la posición que debían asumir los pueblos latinoamericanos frente a la presencia cercana de los Estados Unidos de América, al advertir que el desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de Nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe.

También expuso algo muy elocuente al detallar lo que era necesario que tuvieran e hicieran los pueblos para garantizar su defensa: “Los pueblos han de tener una picota para quién les azuza a odios inútiles; y otra para quién no les dice a tiempo la verdad.”

Igualmente en ese año de 1891 Martí no solo escribió sino que también participó en representación de Uruguay a partir de la segunda sesión en la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América que tuvo por sede la ciudad de Washington.

La conferencia se desarrolló en ocho sesiones de trabajo entre el 7 de enero y el 8 de abril de 1891.

Martí contribuyó decisivamente a hacer fracasar el empeño de Estados Unidos de imponer al continente una manifiesta unificación monetaria; y fue seleccionado para integrar la comisión que tuvo a su cargo confeccionar un dictamen sobre la conveniencia o no de levantar las sesiones sin hacer invitación alguna para una nueva conferencia de carácter universal.

Él hizo un análisis sobre la conferencia monetaria y se refirió al peligro que entrañaba para los pueblos la posible dependencia económica a un país poderoso.

En mayo de 1891, en el trabajo que Martí publicó en la Revista Ilustrada de Nueva York, expuso su criterio que el pueblo que compra, manda y que el que vende, sirve.

Además apuntó que había que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. Y aseguró al respecto: “El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse vende a más de uno.”

Con gran claridad patentizó cuál debía ser la actitud de los pueblos para garantizar su soberanía e independencia económica al detallar: “El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos. Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América.”

Martí tuvo una visión muy integral sobre las relaciones que podían y debían establecer los países latinoamericanos con los Estados Unidos de América y con naciones de otras zonas del mundo.

Atendiendo a ello él se enfrentó a todo aquello que pudiera significar una dependencia de carácter político y económico de los países de Latinoamericana.

Galería de Imágenes

Comentarios