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José Martí y las novelas

19 de agosto de 2016

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José Martí destacó que son necesarias las novelas que pintan la vida, y las que con la presentación de ideales, más altos que ella intentan mejorarla.
Señaló que visto el caso desde ese doble punto, hay campos legítimos para las dos clases de novela.
Y agregó: “Cada clase va a su objeto especial. Lo que sucede es que hay dos objetos: y naturalmente, la que ha sido engendrada con la mira en el uno, no responde al otro. Y el que cree que uno de los objetos debe ser preferido, o exclusivo, desdeña o condena los que responden al otro”.
También Martí calificó a las novelas como los soldados del ejército mental y manifestó que acaso son ellos los que ganan la batalla, mas luego, nadie recuerda sus nombres.
Otro criterio suyo en relación con este importante género literario igualmente aparece reflejado en la Sección Constante, en la “Opinión Nacional” de Caracas, en su edición correspondiente al 3 de marzo de 1892 en la que precisó al respecto: “Las novelas son obras de pasión, que vienen más que de ver vivir, de haber vivido”.
En la propia publicación venezolana, en este caso el 13 de marzo de 1882, Martí precisó que una buena novela es un manjar exquisito, pero no manjar de postres.
Algunos años después en “La Opinión Pública”, de Montevideo, Uruguay, exactamente en 1889, hizo referencia a que no había novela más linda, más llena de episodios y noviazgos, más conmovedora, más picaresca, más interesante, “que el estudio de la simpatía, abrazo y separación de las fuerzas del mundo.”
No obstante estas valoraciones acerca del valor y las características de la novela, Martí no fue un creador que expresó en forma sistemática sus vivencias, sueños, aspiraciones a través de dicho género literario.
Sólo escribió una novela, la titulada “Amistad Funesta” o “Lucía Jerez”.
Dicha obra salió publicada en 1885 en partes en el periódico de Nueva York, “El Latinoamericano”.
En el prólogo de la novela especificó que en una hora de desocupación, le tentó una oferta de esta clase de trabajo y recordó un suceso acontecido en la América del Sur en aquellos días, que pudiera ser base para la novela hispanoamericana que se deseaba.
Seguidamente señaló que puso mano a la pluma, evocó al correr de ella “sus propias observaciones y recuerdos, y sin alarde de trama ni plan seguro, dejó rasguear la péñola, durante siete días, interrumpido a cada instante por otros quehaceres, tras de los cuales estaba lista con el nombre de Amistad funesta…”.
Sobre el argumento, el propio Martí explicó que en la novela había de haber mucho amor; alguna muerte, muchas muchachas, ninguna pasión pecaminosa; y nada que no fuese del mayor agrado de los padres de familia y de los señores sacerdotes.
Algunos personajes de la única novela escrita por Martí revelan matices autobiográficos como por ejemplo las similitudes de don Manuel Valle y doña Andrea con sus padres, Mariano y Leonor.
También las características del protagonista masculino, Juan Jerez, se asemejan a las del joven Martí.
Resulta sumamente interesante el drama pasional mostrado en esta obra que se desenvuelve dentro de un ambiente hispano americano.
Si bien es cierto que Martí sólo escribió la novela acerca de la cual he ofrecido algunos detalles, cabe destacar que él tradujo obras de singular valor de autores extranjeros.
Desde 1875, cuando sólo tenía 22 años, se inicia como traductor. En la “Revista Universal” de México empezó a publicar la traducción del libro “Mis hijos” de Víctor Hugo.
En la introducción Martí comentó acerca de lo que significaba para él traducir en sentido general y en forma específica la obra de un escritor como Víctor Hugo puesto que significó: “Traducir es transcribir de un idioma a otro. Yo creo más, yo creo que traducir es transpensar; pero cuando Víctor Hugo piensa, y se traduce a Víctor Hugo, traducir es pensar como él, impensar, pensar en él.”
Algunos años después, ya establecido en los Estados Unidos, también tradujo tres obras didácticas del inglés al castellano. Las primeras se publican en 1883, tituladas “Antigüedades Griegas” y “Antigüedades Romanas”, y la última sobre Nociones de Lógica sale a la luz en 1885.
En 1886 realizó además la traducción de la novela del escritor inglés Frederick John Fargus (quién adoptó el seudónimo de Hugh Conway), titulada “Called Back”, y que Martí la denominó “Misterio”.
En el prólogo que él escribió expresó: “A la novela va el público a buscar lo que no halla en la vida, a reposar de lo que sufre y de lo que ve; a sentirse nuevo, atrevido, amante, misterioso por unas cuantas horas, a saciar la sed inevitable del espíritu de lo romántico y extraordinario”.
Igualmente tradujo la novela titulada “Ramona”, de la escritora norteamericana Helen Marie Fiske, conocida como Helen Hunt Jackson
En relación con los escritores y las obras literarias José Martí planteó criterios muy significativos en cartas y en diferentes trabajos que elabora en distintas etapas de su existencia.
A manera de ejemplo cito lo que detalló Sección constante, en el periódico “Patria”, el 26 de diciembre de 1881: “En las novelas, como en los poemas, y en los dramas, si el escritor no es actor permanente y visible, afloja su libro y compromete su éxito cada vez que su personalidad asoma en su obra”.
Y también detalló que en una carta que le escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado, el 11 de agosto de 1882, planteó: “Fortalecer y agrandar vías es la faena del que escribe”.

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