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José Martí y el valor que le concedió al agradecimiento

8 de septiembre de 2022

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Retrato de Martí, 1978, René Portocarrero, Acrílico sobre cartulina 73 x 52 cm

Retrato de Martí, 1978, René Portocarrero, Acrílico sobre cartulina, 73 x 52 cm

 

José Martí fue un hombre que le dio mucho valor al agradecimiento. En Hizo referencia a este tema en varias ocasiones y resaltó el significado que le atribuía a esa palabra.

En el trabajo titulado “Carta a Valero Pujol”, reflejado en El Progreso, en Guatemala, el 27 de noviembre de 1877 expuso al resumir la trascendencia  que podía tener que alguien no actuase en plena correspondencia con esa manera de ser. Él detalló: “¡…desventurado el que no sabe agradecer!

Martí también expuso otra singular consideración sobre esta cuestión en el trabajo titulado “Un día en Nueva York”, reflejado en La Nación, de Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1888.

En ese trabajo planteó: “No hay hermosura mayor que el agradecimiento, ni paga más merecida que la que sirve una nación a los que se quedaron por defenderla sin piernas ni brazos.”

Además Martí detalló en una carta dirigida a Fernando Figueredo, fechada el 15 de enero de 1892: “Aborrezco las falsedades de la vida, y sólo amo a quien tiene el valor de vivir en el agradecimiento y la verdad.”

Igualmente en un trabajo titulado Conversación con un hombre de la guerra, publicado en el periódico “Patria” en su edición correspondiente al 28 de noviembre de 1893 expresó que agradecer es un gusto.

Desde la etapa de su niñez puso Martí de manifiesto ser una persona sensible, solidaria y que era capaz de apreciar y agradecer los gestos que hacia él y hacia cualquier otra persona realizara un ser humano.

Él por ejemplo reconoció el gran caudal de amor con que lo trató su profesor Rafael María de Mendive, a quien consideró como una especie de padre espiritual.

Precisamente en una breve carta que le escribió, fechada el 15 de enero de 1871, cuando estaba a punto de salir de La Habana como deportado, le expresó: “De aquí a 2 horas embarcó desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo a Ud. lo debo y de Ud.  y solo de Ud.  es cuanto bueno y cariñoso tengo.”

Igualmente supo agradecer el apoyo que le prestó su gran amigo y hermano Fermín Valdés Domínguez de manera muy especial en la etapa de su primera deportación a la península ibérica.

Incluso Martí al comentar lo valioso que había sido para él haber contado con la presencia de su amigo cuando se hallaba enfermo le expresó en forma llena de simbolismo que cuando lo había visto a su lado no había suspirado por su madre.

Martí supo encontrar en las buenas acciones un modo adecuado para llevar adelante la vida y en correspondencia con ello él también actuó en tal sentido.

Tuvo una existencia breve ya que murió a los 42 años cuando en forma consecuente con lo que había proclamado en cartas, trabajos periodísticos y discursos daba su contribución directa al desarrollo de la guerra por la independencia de Cuba.

En múltiples ocasiones Martí se refirió a la importancia que le atribuyera al modo adecuado de actuar de los seres humanos y de manera muy especial destacó la relevancia que le atribuyó a principios esenciales tales como la virtud, la bondad, la generosidad y la solidaridad.

Sobre José Martí y la sencillez con que actuara durante su existencia y las consideraciones hechas por él al respecto han expuesto criterios destacadas personales tanto cubanos como de otras partes del mundo.

Por ejemplo la gran poetisa chilena Gabriela Mistral señaló en una conferencia pronunciada en La Habana el 30 de octubre de 1938: “La sencillez de Martí parece ser aquella en la que se disuelve, por una operación del alma que carece de receta, una experiencia grande del mundo, un buceo de la vida en cuatro dimensiones. Él logra disolver, en la misma gota de agua que ya conté, un montón de materiales, una cargazón que si viésemos nos  asustaría, hecha de sabiduría del mundo y del alma.”

Añadió más adelante que la sencillez de Martí viene ya hecha de las honduras del ser que  él no la logra desde afuera  y aseguró:  “Esta sencillez hace un bloque con su espontaneidad maravillosa y con su naturalidad clásica. Parece que no se pueda aislar la sencillez de Martí, como quien saca la rama de su follaje entrevero. Parece que no haya nunca sencillez cuando el fruto humano está todavía pintón y le faltan muchos veranos para la miel. En este complejo asunto de la sencillez de cualquier escritor, nos toparemos siempre con la madurez plena de un hombre.

“Los recursos del lenguaje que tuvo Martí dieron también una ayuda grande a su sencillez.” (*)

 

(*)Fuente: Valoración Múltiple, José Martí, tomo 2, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2007, páginas 71 y 72

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