ribbon

José Martí y el valor que le atribuyera a Cuba y a su pueblo

20 de enero de 2017

|

 

jose_marti

 

A través de su vida José Martí patentizó el gran amor que sintiera por su tierra natal y el orgullo que experimentaba por ser cubano.

En un trabajo titulado Cuerpo de Consejo, reflejado en el periódico Patria el 19 de agosto de 1893, aseguró que Cuba no andaba de pedigüeña por el mundo y agregó que “anda de hermana, y obra con la autoridad de tal.”

Y seguidamente resaltó: “Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América.”

Sobre las características específicas del pueblo cubano Martí hizo alusión en distintos trabajos periodísticos y en sus discursos, así como en las cartas que envió a familiares y amigos, algunos de los cuales fueron sus colaboradores más cercanos en el empeño de lograr la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba.

Por ejemplo en el discurso que pronunció el 26 de noviembre de 1891 en la ciudad norteamericana de Tampa, que resulta identificado en nuestra historia con la frase que Martí lo concluyó, es decir “Con todos y para el bien de todos”, precisó al resumir la trascendencia que le atribuía a la palabra cubano: “¡Se dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce por nuestras entrañas…!”.

Resaltó, además, que no había palabra que se asemejase más a la luz del amanecer ni consuelo que se entre con más dicha por nuestro corazón, que esta palabra inefable y ardiente de cubano.

Unos meses después en otro discurso pronunciado el 17 de febrero de 1892 en el Hardman Hall de Nueva York, también enfatizó que el cubano es capaz del amor, que hace perdurable la libertad.

Y en un trabajo publicado en el periódico Patria el 7 de mayo del propio año destacó que el cubano ama la gloria porque es capaz de ella, y seguidamente enfatizó que ama a los que pasean por el mundo la gloria de su patria.

Igualmente en un trabajo titulado Persona y Patria, publicado en Patria, el primero de abril de 1893, Martí hizo el siguiente planteamiento al resumir las características de los cubanos: “El cubano, indómito a veces por lujo de rebeldía, es tan áspero al despotismo como cortés con la razón. El cubano es independiente, moderado y altivo. Es su dueño y no quiere dueños. Quien pretenda ensillarlo, será sacudido.”

Durante su breve pero fecunda existencia Martí se sintió siempre comprometido con la causa de su Cuba querida y en correspondencia con ello actuó y padeció, desde joven, primero el presidio y la realización de trabajo forzado y después el destierro.

Y ese compromiso de Martí con su tierra natal se correspondió plenamente con lo que él fuera capaz de proclamar en sus cartas, discursos y trabajos periodísticos.

Ejemplo de ello es lo que planteara en el discurso pronunciado en Tampa, el 26 de noviembre de 1891, en el que afirmó: “De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella.”

Teniendo en cuenta éste y otros principios fue capaz de actuar y llegó a sacrificarse por entero en aras de lograr que en Cuba se combatiese de nuevo por la independencia.

No escatimó esfuerzos ni se dejó vencer por incomprensiones, ni por problemas de salud, ni por obstáculos aparentemente insalvables.

Fue capaz de reunir e incentivar a viejos luchadores y motivar a muchos jóvenes para que dieran su aporte a la causa de su pueblo.

Y él se autoexigió con mucho rigor puesto que no obstante la ingente y fructífera labor realizada durante años en la organización de lo que calificara como la Guerra Necesaria, le pareció que todavía había hecho muy poco por Cuba.

Esto lo hizo constar en una carta dirigida a su gran amigo y colaborador Gonzalo de Quesada el primero de abril de 1895 cuando ya estaba próximo a dirigirse hacia Cuba para dar su contribución directa al desarrollo de la guerra.

En dicha misiva aseguró: “De Cuba, ¿qué no habré escrito?: y ni una página me parece digna de ella: sólo lo que vamos a hacer me parece digno.”

No es de extrañar que Martí hiciera ese planteamiento puesto que ya él con antelación al resumir el compromiso que tenía con la liberación de su tierra natal del dominio colonial español había expuesto: “¿Es la patria quien nos llama?, Pues obedecemos, pues de seguro ella nos llama para algo grande.”

Martí sintió un gran regocijo por saber que podía ser útil a la causa de Cuba y de su pueblo. Y es que él concibió, tal como patentizó en un trabajo publicado en la Revista Universal, de México, el 7 de mayo de 1875, que en las grandezas de la patria y de sus hijos, no es mentira decir que se siente crecer el corazón.

Galería de Imágenes

Comentarios