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José Martí y el reflejo de la naturaleza en sus poemas y trabajos

2 de junio de 2017

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La majestuosidad de la naturaleza, aspectos asociados con la relevancia de la flora y la fauna, así como la impresión que sintió ante la contemplación de un paisaje fueron cuestiones ampliamente reflejadas por José Martí en varios trabajos, cartas, en su diario de campaña después de haber desembarcado en la zona oriental del territorio cubano el 11 de abril de 1895, y también en distintas creaciones poéticas, de manera esencial en sus Versos Sencillos.

En la etapa de su niñez Martí vivió durante algunos meses en la zona de Caimito de Hanábana, en el actual municipio de Jagüey Grande, en la provincia de Matanzas.

Precisamente de lo que sus ojos infantiles pudieron apreciar en esta zona rural de Cuba él haría referencia en la carta que le envió a su querida madre, Leonor Pérez, la que está fechada en octubre de 1869.

Algo más de 20 años después cuando se hallaba reponiéndose de algunos problemas de salud en una zona rural de los Estados Unidos disfrutaba del paisaje que contemplaba y a la vez fue capaz de reflejar lo que experimentaba en emotivos versos.

En relación con ello señaló en la introducción de lo que después fue su libro de poemas editado en 1891 en Nueva York y que resulta identificado como Versos Sencillos: “Me echó el médico al monte, corrían arroyos, y se cerraban las nubes; escribí versos. A veces ruge el mar, y revienta la ola, en la noche negra, contra las rocas del castillo ensangrentado; a veces susurra, la abeja, merodeando entre las flores.”

Si se tiene en cuenta lo expresado por Martí en la introducción de sus Versos Sencillos no es de extrañar que la abeja y otros animales aparezcan en varios de estos poemas.

En el primero de dichos poemas señaló:

 

           Temblé una vez –en la reja,     

           A la entrada de la viña,-

           Cuando la bárbara abeja

           Picó en la frente a mi niña.

 

Y en el tercer Verso Sencillo apuntó:

 

Duermo en mi cama de roca

Mi sueño dulce y profundo;

Roza una abeja mi boca

Y crece en mi cuerpo el mundo.

 

Incluso en el poema número calificó a sus versos como un monte de espumas y en otros mencionó a distintos animales, entre ellos la serpiente, la paloma, la víbora, el leopardo y el canario.

Por ejemplo él detalló en esta obra poética:

 

Yo pienso, cuando me alegro

 Como un escolar sencillo

En el canario amarillo,-

¡Que tiene el ojo tan negro!

 

Más allá de señalado por Martí en sus Versos Sencillos igualmente en sus cartas y trabajos periodísticos hizo referencia a aspectos relacionados con la naturaleza y un ejemplo de ello es la misiva fechada en Veracruz el primero de enero de 1877 y dirigida a su amigo Manuel Mercado.

En esa carta Martí llegó a afirmar con particular elocuencia que los que sienten la naturaleza tienen el deber de amarla.

También en un trabajo titulado Emerson, publicado en La Opinión Nacional, en Caracas, Venezuela, el 19 de mayo de 1882, enfatizó que la naturaleza influye en el hombre y aseguró que el espectáculo de la naturaleza inspira fe, amor y respeto.

Martí reflexionó además sobre la relación e influencia de la naturaleza en los seres humanos.

Al respecto detalló que la naturaleza influye en el hombre, y este hace a la naturaleza alegre, o triste, o elocuente, o muda, o ausente, o presente, a su capricho.

También expresó al referirse a la trascendencia que le concedía a la naturaleza que ésta inspira, cura, consuele, fortalece y prepara para la vida al hombre. Agregó que el hombre no se halla completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su íntima relación con la naturaleza.

Martí señaló que la naturaleza no tiene celos, como los hombres, y que no tiene odios, ni miedo como los hombres.

Y aseguró: “No cierra el paso a nadie, porque no teme a nadie. Los hombres siempre necesitarán de los productos de la naturaleza.”

José Martí dejó constancia de lo que experimentaba en su contacto con zonas donde podía apreciar el esplendor de la naturaleza en el diario que escribió durante su estancia en el territorio cubano entre los meses de abril mediados de mayo de 1895.

A partir del 11 de abril de ese año Martí tras llegar a Cuba comenzó a transitar por la zona oriental y entre las cuestiones reflejadas en su diario de campaña se encuentra esta alusión que hiciera el 14 de abril al expresar que por las lomas había llegado a Sao del Nejesial, y lo calificó como un lindo rincón, claro en el monte, de palmas viejas, mangos y naranjas.

Incluso igualmente llegó a decir que en lo alto de la cresta atrás, veía una paloma y una estrella.

En otro de sus apuntes ofreció detalles muy específicos, puesto que señaló al describir lo que hacía un avecilla: “El pájaro, bizambo y desorejado, juega al machete; pie formidable; le luce el ojo como marfil donde da el sol en la mancha de ébano.”

Puede decirse que en realidad en los campos de Cuba, más allá del organizador de la guerra, del combatiente que deseaba con la fuerza de su ejemplo contribuir al desarrollo de la lucha por la independencia de su tierra natal, estaba igualmente el escritor amante de la naturaleza.

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