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José Martí y el Padre Las Casas

4 de septiembre de 2015

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el padre las casas“No se puede ver un lirio sin pensar en el Padre Las Casas porque con la bondad se le fue poniendo de lirio el color, y dicen que era hermoso verlo escribir, con su túnica blanca, sentado en un sillón de tachuelas, peleando con la pluma de ave, porque no escribía de prisa”.
José Martí escribió en “La Edad de Oro”, una crónica sobre el Padre Las Casas, que vino a Cuba con Cristóbal Colón, y se convirtió en defensor de los indios al ver la cruel conquista y el exterminio de aquellos primeros pobladores de estas tierras. “Él los vio quemar, los vio mirar con desprecio desde la hoguera a sus verdugos; y ya nunca se puso más que el jubón negro. Sino que se fue a consolar a los indios por el monte, sin más ayuda que su bastón de rama de árbol”.
En su prosa dedicada a los niños, Martí describió con inigualable sencillez la caza de los indios, cómo los marcaban en carne viva con el hierro, les robaban sus mujeres y sus hijas los quemaban y aniquilaban.
“El Padre Las Casas le abrió los brazos. Ya en la isla lo conocían todos, y en España hablaban de él. De casa en casa andaba echando en cara a los encomendadores la muerte de los indios en las encomiendas; iba a palacio, a pedir al gobernador que mandase cumplir las ordenanzas reales. Esperaba en el portal de la audiencia a los oidores, para decirles que venía lleno de espanto, que había visto morir a seis mil niños indios en tres meses”.
Martí describió la labor del Padre Las Casas y la firmeza con que se enfrentó a los atropellos cometidos por los conquistadores: “Seis veces fue a España, con la fuerza de su virtud. Ni al rey tenía miedo, ni a la tempestad. O hablaba, o escribía, sin descanso. Sabía religión y leyes, y autores latinos, que era cuanto en su tiempo se aprendía; pero todo lo usaba hábilmente para defender el derecho del hombre a la libertad, y el deber de los gobernantes de respetárselo”.
José Martí también aprovechó su narración sobre la vida del Padre Las Casas, publicada en “La Edad de Oro”, para ofrecer enseñanzas a los niños: “Hombre virtuoso debe ser fuerte de ánimo, y no tenerle miedo a la soledad, ni esperar a que los demás le ayuden, porque estará siempre solo. Pero con la alegría de obrar bien, que se parece al cielo de la mañana en la claridad”.
La vida del Padre Las Casas fue narrada por Martí con la agudeza de los que conocen el sacrificio: “Casi a escondidas, tuvo que embarcarlo para España el virrey, porque los encomenderos lo querían matar. Él se fue a su convento, a pelear, a defender, a llorar, a escribir. Y murió, sin cansarse, a los noventa y dos años…”
Bartolomé de las Casas falleció el 17 de julio de 1566 en el Convento Nuestra Señora de Atocha, en Madrid.
Fue un fraile dominico, cronista, teólogo, filósofo, jurista y obispo de Chiapas.

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