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José Martí: una vida consagrada a un ideal

2 de agosto de 2022

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Retrato de Martí, 1891 Hernan Norman Retrato de Martí, 1891 Óleo sobre tela 56 x 46,1 cm

Retrato de Martí, 1891, Hernan Norman, Óleo sobre tela, 56 x 46,1 cm

 

José Martí, en sus cartas, poemas, trabajos periodísticos y discursos hizo referencia en diversas ocasiones al significado que le atribuyera a su vida que fue breve pero fructífera y sobre todo la llevó adelante en plena correspondencia con un ideal, el de servir a la causa de la independencia de su tierra natal y servir a su pueblo.

Precisamente en uno de los fragmentos que aparecen en sus Obras Completas se halla este medular planteamiento de Martí: “Cuando se conoce la vida, solo el deber es grato; solo él es digno de obediencia; solo él da fuerzas para afrontar la malignidad de los hombres.”

También en los citados fragmentos Martí llegó a plantear que la vida  es inspiración, fraternidad, estímulo y virtud y aseguró que el que no sabe apreciar la vida, no la merece.

Martí consideró que  el objeto de la vida  es la satisfacción del anhelo de perfecta hermosura; “porque, según señaló,  como la virtud hace hermosos los lugares en que obra, así los lugares hermosos obran sobre la virtud.”

Él igualmente comentó que  el misterio no está en el modo  con que se desarrolla la vida, sino en la esencia de la vida.

Martí no solo expuso valoraciones sobre el desarrollo y características de la vida en sentido general, sino que además, reitero, hizo referencia a cómo concebía su propia existencia.

Por ejemplo cuando tenía tan solo 24 años en una carta que escribió en Guatemala en 1877, dirigida a Joaquín Macal, Ministro de Relaciones Exteriores de ese país, manifestó: “La vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles.”

Y añadió: “Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir más. Mi oficio, cariñoso amigo mío, es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande.”

Varios lustros después, exactamente el 15 de mayo de 1894 en la penúltima carta que le escribió a su querida madre, Leonor Pérez Cabrera, planteó que mientras haya obra qué hacer un hombre entero no tiene derecho a reposar  y agregó al comentar acerca de su existencia comprometida con el ideal supremo de ver  a su patria libre del yugo colonial español: “Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas.”

Desde la etapa de su juventud él se sintió comprometido con  el anhelo de sus compatriotas de ver a su tierra natal libre del dominio colonial español.

Tenía tan solo 15 años cuando en Cuba comenzó la lucha por la independencia.

Atendiendo a su edad y por residir en La Habana, y la guerra haberse iniciado en la parte oriental del territorio cubano, él en esa etapa  no participó de modo directo en el desarrollo de los combates, pero ello no significó que le fuese ajeno.

Incluso en un significativo poema que creó en 1869 recordó la trascendencia de  dicha lucha al exponer en la parte inicial del soneto que tituló 10 de Octubre:

No es un sueño, es verdad: grito de guerra

Lanza el cubano pueblo, enfurecido;

El pueblo que tres siglos ha sufrido

Cuanto de negro la opresión encierra.

En el transcurso de ese propio año 1869 el joven Martí resultó detenido por sus convicciones patrióticas y después fue condenado a prisión y a la realización de trabajo forzado.

Seguidamente se vio alejado de su familia y de la tierra donde había nacido al ser deportado hacia España, pero incluso en la propia capital de la metrópoli siguió patentizando su amor por la independencia de Cuba.

Precisamente en un trabajo que elaboró al proclamarse la República en España, en 1873, Martí destacó que en Cuba se seguía combatiendo por la independencia e instó a los nuevos gobernantes españoles a adoptar una actitud consecuente en tal sentido.

En dicho trabajo señaló: “Y si Cuba proclama su independencia por el mismo derecho que se proclama la República, ¿cómo ha de negar la República a Cuba su derecho de ser libre, que es el mismo que ella usó para serlo? ¿Cómo ha de negarse a sí misma la República? ¿Cómo ha de disponer de la suerte de un pueblo imponiéndole una vida en la que no entra su completa y libre y evidentísima voluntad?”

Con el decursar de los años Martí no solo con análisis muy relevantes, sino también con su labor y su disposición de incluso encarar los peligros que entrañaba su presencia en los campos de Cuba en el enfrentamiento de las fuerzas españolas, evidenció como su vida se desarrolló sobre la base de un ideal supremo: lograr la independencia de Cuba y contribuir así a garantizar la de otros pueblos de América latina y el Caribe y el necesario equilibrio del mundo.

En forma precisa acerca de ello se refirió  en la carta que comenzó a escribirle a su gran amigo mexicano Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895 desde la zona de Dos Ríos en el territorio cubano, carta que quedó inconclusa al producirse al día siguiente su caída en combate.

En dicha misiva había expuesto lo que experimentaba al hallarse en Cuba dando su aporte al desarrollo de la guerra que con tanta pasión y dedicación lograra su reanudación.

Precisamente Martí le comentó a Mercado: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza, más sobre nuestras tierras de América.”

Y seguidamente aseguró: “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.”

En la zona de Dos Ríos, cuando tenía tan solo 42 años, se produjo su muerte, pero la trascendencia de su vida y obra han continuado siendo fuente de inspiración y enseñanza para los cubanos y para múltiples hombres y mujeres en diferentes partes del mundo.

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