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José Martí, su salida de Cuba hacia España en calidad de deportado.

15 de enero de 2016

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José Martí, retrato hecho en Madrid (deportación 1871)

 

 

José Martí salió de La Habana hacia España, en calidad de deportado, a bordo del vapor Guipúzcoa el 15 de enero de 1871. Estaba próximo a cumplir 18 años. El año anterior había sufrido el presidio político y la realización de trabajo forzado por sus convicciones patrióticas.
La detención, y la posterior condena de José Martí guardaron relación con algo sucedido el 4 de octubre de 1869 en La Habana. Ese día un grupo de integrantes del Cuerpo de Voluntarios, después de participar en una gran parada militar, pasaron por la calle Industria, donde vivía Fermín Valdés Domínguez.
En la ventana, Valdés Domínguez y otros amigos conversaban cuando pasaron los miembros de esa fuerza militar auxiliar al servicio del régimen colonial. Al poco rato algunos de esos miembros del citado cuerpo se presentaron en la casa de Fermín ya que les había despertado sospechas la risa y la conversación de los jóvenes.
Al realizar un minucioso registro encontraron una carta en la cual José Martí y Valdés Domínguez criticaban a un antiguo compañero suyo del colegio de Rafael María de Mendive que se había enrolado en esa fuerza militar.

 

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Debido a ello, se produjo entonces la detención de Eusebio y Fermín Valdés Domínguez, Manuel Sellén, Santiago Balbín y Atanasio Fortier. El 21 de octubre fue detenido, también, José Martí.
En el juicio que se les realizó varios meses después Martí fue condenado a seis años de presidio y la realización de trabajo forzado.
El 4 de abril de 1870 fue trasladado al Presidio Departamental de La Habana, donde lo identifican como el recluso número 113 de la primera brigada de blancos. El propio 4 de abril había escrito:

Voy a una casa inmensa en que me han dicho
Que es la vida expirar,
La patria allí me lleva. Por la patria,
Morir es gozar más.

Con singular firmeza el joven Martí encaró esa etapa sombría en su existencia en la que puso de manifiesto la gran solidaridad que experimentó por la situación que padecían sus compañeros de presidio, algunos de ellos hombres de avanzada edad y otros que eran adolescentes.
Gracias a las gestiones realizadas por sus padres a través de un influyente amigo se pudo lograr que las autoridades españolas en Cuba le conmutaran la pena del encierro por la deportación hacia España.

 

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Recluso número 113, foto enviada por Martí a su madre desde el presidio

 
Al salir del presidio residió entonces por espacio de algo más de dos meses en la finca “El Abra”, en la entonces Isla de Pinos. En diciembre de 1870 retornó a La Habana y ya a mediados de enero partió hacia la península ibérica.
El 15 enero de 1871 antes de producirse su partida le escribió una breve pero emotiva carta a su profesor Rafael María de Mendive, a quién consideraba como su padre espiritual, en la que le señaló:

“De aquí a dos horas embarco desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, sólo a Ud. lo debo y de Ud. es cuanto bueno y cariñoso tengo”.

El primero de febrero Martí llegó a Cádiz. Seguidamente se trasladó hacia Madrid, donde se puso entonces en contacto con el cubano, también deportado, Carlos Sauvalle.
El 24 de marzo elaboró un trabajo en el que describió las atrocidades cometidas por los guardias del presidio en Cuba contra Nicolás del Castillo, un anciano que se hallaba encarcelado.
Varios meses después Martí también publicó en España otro trabajo más extenso denominado El presidio político en Cuba, en cuya parte inicial aseguró: “Dante no estuvo en presidio. Si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras de aquel tormento de la vida, hubiera desistido de pintar su Infierno. Las hubiera copiado, y lo hubiese pintado mejor”.

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Foto de Martí, tomada en Madrid durante su primera deportación

En España continuó además sus estudios. Primero solicitó matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid. En el territorio español Martí no dejó de pensar en la situación de su tierra natal y en la lucha por la independencia.

Fue así como, al proclamarse la República en España en febrero de 1873, de inmediato elabora un trabajo en el que, entre otras cuestiones, expresa:

“Hombre de buena voluntad, saludo a la República que triunfa, la saludo hoy como la maldeciré mañana cuando una República ahogue a otra República, cuando un pueblo libre al fin comprima las libertades de otro pueblo, cuando una nación que se explica que lo es, subyugue y someta a otra nación que le ha de probar que quiere serlo”.

Martí instó a los nuevos gobernantes españoles a mantener una actitud honrosa y que respetasen el anhelo de los cubanos en relación con la independencia de su tierra natal.
Y enfatizó al respecto:

“Mi patria escribe con sangre su resolución irrevocable. Sobre los cadáveres de sus hijos se alza a decir que desea firmemente su independencia. Y luchan, y mueren. Y mueren tanto los hijos de la península como los hijos de mi patria. ¿No espantará a la República española saber que los españoles mueren por combatir a otros republicanos?”.

El 23 de mayo de 1873 Martí logró obtener su traslado hacia la Universidad Literaria de Zaragoza, en la provincia de Aragón. Allí obtuvo el grado de Licenciado en Derecho Civil y Canónico, y el de Licenciado en Filosofía y Letras; pero no le concedieron los títulos por no poder pagar los derechos.
Martí residió en España hasta fines de 1874, cuando decidió trasladarse hacia México para reencontrarse con sus padres y hermanas que se habían asentado allí. Sn embargo, las vivencias y experiencias de su vida en España no las olvidaría, incluso la huella de la España popular y luchadora influiría notablemente en el desarrollo de su formación política.
Con el decursar de su existencia Martí siempre continuó haciendo patente el gran amor y respeto que sintiera por el pueblo español, y en todo momento estableció que la guerra que años después lograra reorganizar nunca estuvo dirigida contra los españoles sino contra la codicia e incapacidad de los representantes de la metrópoli española.

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