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José Martí. La República española y la guerra por la independencia de Cuba

21 de febrero de 2019

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"Martí", Raúl Martínez, 1971, Tinta sobre cartulina, 72 x 50 cm

“Martí”, Raúl Martínez, 1971, Tinta sobre cartulina, 72 x 50 cm

 

El 15 de febrero de 1873 José Martí terminó de escribir en Madrid un folleto titulado La República española ante la Revolución cubana. Ese día se había proclamado la República española. Tal acontecimiento motivó en José Martí, quién desde hacia dos años vivía como deportado en la península ibérica, una profunda reflexión.

Al detallar su posición con respecto a la situación existente en España, Martí escribió: “Hombre de buena voluntad, saludo a la República que triunfa, la saludo hoy como la maldeciré mañana cuando una República ahogue a otra república, cuando un pueblo libre al fin comprima las libertades de otro pueblo, cuando una nación que se explica que lo es, subyugue y someta a otra nación que ha de probar que quiere serlo.”

Cuando se constituye la República en España, en Cuba, desde hacía algo más de cuatro años, se combatía por alcanzar la independencia. Martí instó a los gobernantes de la República española a mantener una actitud honrosa, no sólo en el plano interno, sino también en su proyección con respecto al derecho de otros pueblos a su independencia, y particularmente el de Cuba.

Sobre la actitud que debían asumir los nuevos gobernantes españoles expresó: “No prejuzgo yo actos de la República española, ni entiendo yo que haya de ser la República tímida ó cobarde. Pero si le advierto que el acto está siempre propenso a la injusticia, sí le recuerdo que la injusticia es la muerte del respeto ajeno, sí le aviso que ser injusto es la necesidad de ser maldito, sí la conjuro a que no infame nunca la conciencia universal de la honra, que no excluye por cierto la honra patria, pero que exige que la honra patria viva dentro de la honra universal.”

Trató Martí también acerca de la lucha de Cuba por su independencia y afirmó al respecto: “Mi patria escribe con sangre su resolución irrevocable. Sobre los cadáveres de sus hijos se alza a decir que desea firmemente su independencia. Y luchan, y mueren. Y mueren tanto los hijos de la península como los hijos de mi patria. ¿No espantará a la República española saber que los españoles mueren por combatir a otros republicanos?”

Más adelante expresa: “Y Cuba se levanta así. Su plebiscito es su martirologio. Su sufragio es su revolución. ¿Cuándo expresa más firmemente un pueblo sus deseos que cuando se alza en armas para conseguirlos?”

Igualmente expuso su criterio acerca de cuál debía ser la posición que debían asumir por los gobernantes de la República española ante los anhelos de los cubanos, al señalar las siguientes interrogantes: “Y si Cuba proclama su independencia por el mismo derecho que se proclama la República, ¿Cómo ha de negar la República a Cuba su derecho de ser libre, que es el mismo que ella usó para serlo? ¿Cómo ha de negarse a sí misma la República? ¿Cómo ha de disponer de la suerte de un pueblo imponiéndole una vida en la que no entra su completa y libre y evidentísima voluntad?”

Dos meses después de haber hecho estas reflexiones, Martí, en carta dirigida a Néstor Ponce de León, quién se encontraba en Nueva York, se refirió al alcance ó significado que le había conferido al trabajo que había publicado.

Le expresó: “No acostumbrados ciertamente los españoles a que Cuba pueda y deba dejar de ser suya algún día; -extraños por completo- si no a la idea de la posibilidad- a la idea de la justicia de nuestra independencia creí yo que era oportuno –proclamada como había sido la República– que alguien les hiciese entender cómo, si hasta entonces había sido infame, sería desde entonces doblemente fratricida su guerra contra Cuba.”

En esta carta, fechada en Madrid el 15 de abril de 1873, ratificó su determinación de continuar contribuyendo a lograr que se hiciera realidad el anhelo independentista de los cubanos.

Acerca de ello aseguró: “Hecho esto en Madrid, he deseado que fuese conocido en New York por los que más trabajan en pro de la independencia de nuestro país, y he creído al mismo tiempo que con las páginas que he escrito les digo como estoy dispuesto, si en algo creen que pueda yo servir, a recibir sus indicaciones sobre lo que más entiendan que convenga a la suerte de Cuba, sobre lo que piensan que ha de precipitar nuestra completa independencia, única solución a la que sin temor y sin descansar he de prestar toda la pobreza de mis esfuerzos, y toda la energía de mi voluntad, triste por no tener esfera real en que moverse”

Casi once meses después de instaurada la República española se produjo su derrumbe, exactamente el 3 de enero de 1874. En esos instantes, José Martí se hallaba residiendo en la ciudad de Zaragoza en la provincia de Aragón. Allí fue testigo de cómo los habitantes de dicha ciudad se lanzaron a la calle en defensa de la República.

Algunos lustros después, exactamente en 1890, cuando escribió sus Versos Sencillos, en uno de los 46 poemas que conforman esta obra, Martí recordó este hecho al patentizar:

Allá, en la vega florida,

La de la heroica defensa,

Por mantener lo que piensa

Juega la gente la vida.

Y sin un alcalde lo aprieta

O lo enoja un rey cazurro

Calza la manta el baturro

Y muere con su escopeta.

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