ribbon

José Martí en el mensuario “La América”

22 de julio de 2022

|

 

024-La-America

 

Una de las más interesantes muestras del periodismo martiano la constituyen sus textos en este periódico mensual de circulación continental, iniciado en abril de 1892 en la gran urbe norteña, bajo la dirección  del escritor y pintor Rafael  de  Castro Palomino, hijo, y cuyo redactor era el médico José Jacinto Luis. Ambos eran cubanos patriotas y amigos de Martí, quien aparece como colaborador en el número 12, de marzo de 1883. En verdad no puede fijarse esta fecha como la exacta dado que faltan siete números anteriores en la única colección conservada, en la antigua biblioteca de la habanera Sociedad Económica de Amigos del País, hoy biblioteca del Instituto de Literatura y Lingüística.

El Maestro asumió su dirección en el número 15, de junio de 1883, y la mantuvo hasta que la publicación pasó a manos del expresidente colombiano Santiago Pérez en fecha no precisada posterior a julio de 1884, mes del último número que se conserva. En el diario argentino La Nación se reprodujeron varios de sus escritos, a veces con ligeras modificaciones.

En los primeros tiempos, la mayoría de los escritos martianos son relativamente breves y sobre todo de  carácter informativo acerca de exposiciones de arte, comerciales y de maquinarias, inventos útiles, novedades científicas y producciones agrícolas. Pero poco a poco fue incluyendo textos relativos a Estados Unidos, cuya cantidad y mirada crítica en torno a ese país aumentaron desde que en el mes de enero de 1884 el mensuario fue adquirido por nuevos propietarios.

En La América es claramente apreciable el pensamiento defensivo de la unidad latinoamericana ante el expansionismo territorial que ya entonces preveía en el vecino del norte. Así lo planteó en “Los propósitos de La América bajo los nuevos propietarios”: “Definir, avisar, poner en guardia, revelar los secretos del éxito, en apariencia —y en apariencia, solo— maravilloso de este país; facilitar con explicaciones compendiadas y oportunas, y estudios sobre mejoras aplicables, el logro de éxito igual —¡mayor acaso, sí mayor y más durable!— en nuestros países: es decir a la América Latina todo lo que anhela y necesita saber  de esta tierra que con justicia le preocupa, e irlo diciendo con el mayor provecho general, con absoluto desentendimiento de toda pasión o  provecho de personas, y con la mira siempre puesta en el desenvolvimiento de las artes prácticas, y el comercio inteligente, bases únicas de la grandeza y la prosperidad de individuos y naciones.”

Más adelante señalaba explícitamente en el mismo escrito: “Hay provecho como hay peligro en la intimidad inevitable de las dos secciones del Continente Americano.// La intimidad se anuncia tan cercana y acaso por algunos puntos tan arrolladora, que apenas hay el tiempo necesario para ponerse en pie, ver y decir.”

Este criterio defensivo se completaba con la unión de nuestros pueblos. En mayo de 1884 precisaba en la propia revista: “Pueblo, y no pueblos, decimos de intento, por no parecernos que no hay más que uno del Bravo a la Patagonia. Una ha de ser, pues que lo es, América, aun cuando no quisiera serlo; y los hermanos que pelean, juntos al cabo en una colosal nación  espiritual, se amarán luego.”

Fue La América una publicación que difundió tempranamente el pensamiento  martiano y que demostró cómo, con una treintena de años, el Maestro ya se proyectaba como el continuador de los padres fundadores de los pueblos latinoamericanos.

Galería de Imágenes

Comentarios