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José Martí: el amor y el respeto que sintió por su tierra natal

16 de enero de 2015

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indexJosé Martí patentizó el gran orgullo que sentía por sentirse cubano  y precisamente acerca de ello se refirió en un discurso que pronunció el 26 de noviembre de 1891 en la ciudad norteamericana de Tampa en ocasión de reunirse con un grupo de compatriotas suyos y exponer algunas consideraciones sobre la necesidad de lograr la más pronta reanudación de la guerra por la independencia de su tierra natal.
En esa oportunidad Martí resaltó: Se dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce por nuestras entrañas.
En otros discursos y trabajos periodísticos él dejó constancia de las  cualidades que caracterizaban a su pueblo.
Por ejemplo en el periódico Patria el primero de abril de 1893 en un trabajo titulado Persona y Patria, afirmó: “El cubano es independiente, moderado y altivo. Es su dueño, y no quiere dueños. Quién pretenda ensillarlo, será sacudido.”
También Martí en este trabajo comentó la trascendencia que los cubanos le concedían a la libertad al exponer con particular firmeza: El cubano, antes que la libertad, se arranca la vida.
En el citado artículo Martí llegó a comentar  al referirse al modo de ser de los cubanos: En Cuba son más los montes que los abismos; más los que aman que los que odian; más los de campo claro  que los de encrucijada; más la grandeza que la ralea.
Algo muy importante para Martí fue que un pueblo tuviera más virtudes que defectos. En diversas ocasiones él habló ó escribió acerca de la importancia que tenía que la virtud prevaleciera entre los hombres y los pueblos.

En un discurso pronunciado en Nueva York el 17 de febrero de 1892, exclamó: Lo que tengo que decir, antes que se me apague la voz y mi corazón cese de latir en este mundo, es que mi patria posee todas las virtudes necesarias para la conquista y el mantenimiento de la libertad..
Ya desde mucho antes Martí había expuesto su criterio acerca de estos aspectos medulares porque precisamente en un trabajo publicado en la Revista Universal de México, en mayo de 1875, había señalado que es bello que el pueblo tenga absoluto y pleno concepto de su dignidad y de su honra.
Y añadió nuestro Héroe Nacional: Y en las grandezas de la Patria y de sus hijos, no es mentira decir que se siente crecer el corazón.
Consecuente con todo lo que había proclamado actuó José Martí y puso su breve pero fecunda existencia en función del desarrollo de la causa de su pueblo.
Durante años combatió con la fuerza de la palabra y tras reanudarse la guerra que con tanta dedicación había logrado hacer realidad quiso igualmente influir con la fuerza de su ejemplo y por ello se trasladó hacia los campos de Cuba para estar en el lugar donde se desarrollaban los enfrentamientos con las fuerzas españolas.
Precisamente en una carta que le escribió a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal, fechada el 25 de marzo de 1895, él había expuesto en forma categórica: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar.
Y unos días después en una misiva dirigida a su amigo y cercano colaborador Gonzalo de Quesada, el primero de abril del año citado, también enfatizó:  De Cuba, ¿qué no habré escrito?: y ni una página me parece digna de ella: sólo lo que vamos a hacer me parece digno.

Y lo que experimentó al hallarse en el territorio cubano, a partir del 11 de abril en que se produjo su desembarco junto a Máximo Gómez y otros patriotas, Martí igualmente hizo referencia en este caso en una carta que le envió    a Carmen Miyares de Mantilla y a sus hijos.
Martí les hizo la siguiente confesión: “Es muy grande, Carmita, mi felicidad, sin ilusión alguna de mis sentidos, ni pensamiento excesivo en mi propio, ni alegría egoísta y pueril, puedo decirte que llegué al fin a mi plena naturaleza, y que el honor que en mis paisanos veo, en la naturaleza que nuestro valor nos da derecho, me embriagaba de dicha, con dulce embriaguez. Sólo la luz es comparable a mi felicidad.”
Acerca de la trascendencia de la vida y la obra de José Martí han opinado destacadas personalidades de Cuba y de otras partes del mundo, entre los  cuales  se encuentra el notable novelista Alejo Carpentier,  quién en un programa que atendía  en la emisora internacional Radio Habana Cuba, identificado como La cultura en Cuba y en el mundo,  en la emisión correspondiente al 25 de octubre de 1964, señaló:  “…por ejemplo, sería difícil afirmar que en nuestro continente hubiese, en determinado momento del siglo XIX, un hombre tan universal, de un pensamiento tan llevado a todos los ámbitos del mundo, tan conocedor de idiomas, de culturas, como fue nuestro José Martí. No pretendo con ello decir que hubiera hombres menos importantes, pero indudablemente que la figura de un  José Martí resulta de una premonición, de un anticipo, de una preparación a la visión futura de Cuba, y a la visión de Cuba revolucionaria, constituyendo un caso como, realmente, se han visto muy pocos en nuestro ámbito americano en el siglo XIX. José Martí fue llamado el Apóstol de nuestras libertades, pero, también, podría haber sido llamado el Profeta, por cuanto la realidad cubana de hoy se hallaba implícita en su pensamiento. “

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