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José Martí ejerce su liderazgo (I)

17 de junio de 2022

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La fundación del Partido Revolucionario Cubano el 10 de abril de 1892 y su elección como Delegado del mismo le permitieron a Martí demostrar su capacidad organizativa, la hondura de su pensamiento y el refinamiento y talento singulares de su condición de político de su mirada de alcance universal y de amplias perspectivas para el futuro.

Más allá de sus discursos públicos que inflamaban el patriotismo de sus oyentes, a los que iba entregando elementos de su programa revolucionario, e inclusive la muestra de elementos de sus radicales ideas en sus escritos para el periódico Patria, son sus cartas a sus más cercanos colaboradores las que nos revelan las sutiles y sagaces maneras en que iba conduciendo y consolidando su liderazgo a fin de encaminar a la revolución independentista cubana hacia profundos cambios sociales tras su triunfo, y a que la nueva república allí creada contribuyese de manera decisiva a empujar hacia la acción unida a Nuestra América frente al poderío expansionista de Estados Unidos y así contribuir a impulsar el equilibrio en el mundo de entonces y del futuro inmediato.

Serafín Sánchez Valdivia, coronel de la Guerra de los Diez Años, establecido en Cayo Hueso, estrechamente vinculado a Martí desde la primera visita de este a esa población al sur de la Florida, fue uno de los privilegiados en quienes Martí confiaba las honduras de su proyecto y los aspectos de su estrategia política.

En una carta de junio de 1892, le dice lo que hace tras superar los problemas de salud que le habían aquejado desde meses antes: “Véame vigilante, preparando con la pluma y la conversación, el ejército con que hemos de salir de penas.” Así alude tanto a sus contactos para captar a antiguos combatientes como a incorporar a la mayoría de los emigrados al Partido. Y continúa dándole razón de la intensidad y entrega de sus jornadas: “Para mí, Serafín, no hay día ni noche. La salud me ha vuelto, y mucho la necesito para cumplir sin flaqueza ni demora con mis obligaciones. Yo no creo en espera a la hora del cuajo: ni estoy amasado con esperas. Lo que se debe hacer, hay que hacerlo.”

Más adelante le pide su contribución para Patria “a enseñar la lección de su experiencia —a decir quiénes somos los cubanos, y cómo son los españoles que nos pudiéramos ganar.”

Martí cierra la misiva explicándole al destinatario por qué había demorado en envíale sus misivas: “Lo que quiero que sepa es que cuando no recibe la carta mía que le quisiera yo escribir, es porque ese instante lo empleo en ganar un amigo más al país, en apretar lo que anda flojo, en cerrarle un camino al español. Quiérame y no me regañe.”

Amistad y cariño hacia el antiguo mambí ya entonces devenido uno de las principales personalidades del Partido Revolucionario Cubano, y a la vez confianza plena para referirle sus líneas de acción como líder del patriotismo cubano.

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