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José Martí: apreciaciones sobre la poesía y la labor de los poetas

21 de marzo de 2014

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Tanto en trabajos que publicó en diferentes etapas de su existencia, como en los poemas que elaboró, y de manera muy especial en sus Versos Libres y Versos Sencillos, respectivamente José Martí resaltó la gran trascendencia que le concediera a la poesía en general y a la labor de los poetas.

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Y una de las facetas más significativas de José Martí es la de haber sido un gran poeta.
Desde que era un adolescente encontró en la poesía una vía adecuada para reflejar sus vivencias, sueños y sus conceptos acerca de distintos temas. Pero a su vez en la poesía y también en las cartas y trabajos periodísticos que elaboró halló una vía para detallar lo que pensaba acerca  de su propia obra creadora.
En una carta dirigida a José Joaquín Palma, que se publica después como introducción al libro de poesías de este creador, que fuera editado en Tegucigalpa, Honduras, en 1882, con elocuentes frases definió la trascendencia que le atribuyera a la poesía, al manifestar: “Gustan los pobres peregrinos de oír cerca de sí, en la larguísima jornada, rumor del árbol lejano, canción del propio mar, ruido del patrio río. ¡Bien hayan siempre los versos, hijos de recuerdo, creadores de la esperanza! ¡Bien hayan siempre los  poetas, que en medio a tanta humana realidad anuncian y prometen la venidera realidad divina.!
También en la citada carta Martí precisó que hay versos que se hacen en el cerebro, y que estos se quiebran sobre el alma, la hieren, pero no la penetran y añadió que hay otros que se hacen el corazón, de él salen y a él se van.
Martí definió además que tipo de construcciones poéticas eran sus preferidas.
Por ejemplo en la carta que le dirigiera a José Joaquín Palma, él destacó:  “Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava.”
Y en la introducción de sus Versos Libres, poemas creados por él fundamentalmente en los años iniciales de la década del ochenta en el siglo diecinueve y que fueron publicados varios lustros después de su muerte, también  había  detallado cuáles debían ser las características de los poemas.
Precisó: “El verso ha de ser como una espada reluciente, que deje a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el sol, se rompe en alas.”
Martí concibió  la poesía con un sentido utilitario. Lo más importante para él no era crear poemas por tan sólo el placer que ello proporciona sino  darle un sentido, una utilidad a la obra poética como tal.
Precisamente en uno de los trabajos publicados en la revista La Edad de Oro llegó a señalar:  “Los versos no se han de hacer para decir que se está contento o triste, sino para ser útil al mundo, enseñándole que la naturaleza es hermosa, que la vida es un deber, que la muerte no es fea, que nadie debe estar triste ni acobardarse mientras haya libros en las librerías y luz en el cielo, y amigos y madres.”
Martí  consideró a la  poesía como el lenguaje de la belleza, como algo que besa en el corazón de cada hombre.  Esto lo patentizó en un trabajo titulado Poesía Dramática que publicó el 25 de febrero de 1878 en Guatemala.
E igualmente en sus Versos Sencillos, obra en la que calificó a sus versos como un monte de espumas ó sencillamente como un abanico de plumas, manifestó que su verso era de un verde claro y de un jazmín encendido y estableció un paralelismo con un ciervo herido que busca en el monte amparo.
Y en la parte final del quinto de sus Versos Sencillos señaló  Martí con particular énfasis:

Mi verso al valiente agrada:
Mi verso, breve y sincero,
Es del vigor del acero
Con que se funde la espada.

Expuso además el gran respeto y amor que sintiera por sus poemas al detallar en la parte final del último de los Versos Sencillos:

¿Habré, como me aconseja
Un corazón mal nacido,
De dejar en el olvido
A aquel que nunca me deja?
¡Verso, nos hablan de un dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!

De la labor específica de José Martí han expuesto consideraciones  diversas personalidades, entre ellas varios poetas.
Por ejemplo la poetisa y ensayista cubana Fina García Marruz  detalló lo siguiente: “Sólo a la luz de esta identificación de vida y poesía puede entenderse la poesía y la vida de Martí. No es posible separar en él al hombre de palabras y el hombre de actos, cuando el sentido de su vida y su originalidad literaria radican en el milagro de esta coincidencia: la palabra, llena de la majestad del acto; el acto, de la palabra. De aquí que pusiera en su misión histórica la carga afectiva que otros ponen en lo personal, el cuidado artístico que otros relegan al arte. De aquí también que más que el patriota que se reverencia o el artista que se admira, sea Martí, sobre todo, uno de los hombres más amados por cuantos lo han seguido de cerca.”
También el poeta y ensayista Cintio Vitier afirmó al referirse a Martí como poeta: “Ostentan los grandes poetas el don de ofrecernos ejemplo y riqueza de lo que anhelamos. Si uno busca primor, ellos lo esconden exquisito; si otro llaneza, ellos la entregan radiante y grave; si otro aún prefiere el tumulto imaginativo, sólo verá en el escogido la cetrería de visiones. Martí es así para nosotros, no a causa de la obra perfecta o plenamente realizada, sino por el tono y el impulso, y por la integración de sus vislumbres. Como César Vallejo, tan distinto de él y a quien tanto hubiera amado, resulta mayor en sus intuiciones que en lo estrictamente poemático; y más nos penetra su voz que su escritura, con ser ésta honor del idioma. Como poeta grande, no fanatizado con ninguna dimensión específica del hombre ni la letra, caritativo de esencias, descubre a cada uno, en sus versos, lo que mejor puede vivificarlo. Porque no hay un modo, sino mil, de leerle; y no vale hacerlo con el ojo crítico y la atención tasada, sino que, o nos levanta y nos enciende, o lo dejamos, con respeto, para sus afortunados amadores.”

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