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José Martí aparece en la prensa de España

9 de abril de 2021

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Retrato en Madrid, 1871

 

A los dieciocho años de edad, hasta donde sabemos, aparece por primera vez un escrito del prócer cubano en una publicación española bajo la firma de J. M. Se trata de su artículo titulado “Castillo”, impreso en el diario La Soberanía Nacional de la ciudad de Cádiz el 24 de marzo de 1871. No sabemos cómo fueron los contactos del joven cubano con sus editores. Quizás les conoció durante su breve paso de dos semanas por aquel puerto a su llegada a la metrópoli en condición de deportado el 1º de febrero de ese año. O quién sabe si le abrieron aquella puerta para expresarse los cubanos de Madrid, donde residió durante ese año y el siguiente.

“Castillo” narra las atrocidades del cumplimiento de la pena de trabajos forzados en las canteras habaneras a que fuera sometido Martí a través de la persona de Nicolás del Castillo, un cubano de setenta y cinco años, condenado por diez años a similar castigo, bajo la acusación de ostentar el grado de brigadier en la insurrección contra el poder colonial iniciada el 10 de Octubre de 1868,

Influido por sus recientes lecturas de la Biblia mientras reponía su salud en Isla de Pinos antes de ser enviado a España, el jovencito Martí afirma al principio de sus palabras: “Todas las grandes ideas tienen su Nazareno, y Nicolás del Castillo es nuestro Nazareno. Él ha sido la personificación de la Cuba actual.” Y al relatar su primer encuentro en las canteras con aquel “anciano de cabellos canos y de ropas ensangrentadas”, lo encuentra “noble como la figura de Jesús, inmensamente grande como él.”

Descarnadamente, la pluma del jovenzuelo cuenta cómo, al conocerse ambos, Castillo le mostró su cuerpo lacerado. Su descripción es dura, de una precocidad naturalista que crispa al lector: “Vi una llaga que cubría las espaldas del anciano: destilaba sangre por unos lados, materia pútrida por otro: en los alrededores se veían señales recientes de un número considerable de ventosas.” La reacción del narrador fue de asombro: “…sabía que se nos trataba con crueldad; pero no podía creer, ni que la crueldad llegara a tal refinamiento, ni que el castigo llegara hasta la iniquidad.”

Y continúa Martí en varios párrafos relatando la paliza sufrida por Castillo mientras cargaba las piedras hasta caer desmayado y, ya en el suelo, seguir siendo apaleado, mientras que al día siguiente y por varias jornadas más se le condujo, inerte, a la cantera, donde permaneció al sol durante varios días.

La presentación de la terrible sevicia imperante en la prisión colonial se cierra con la mención de Lino Figueredo, arrastrando una cadena en su pierna a los trece años de edad, y de Ramón Rodríguez Álvarez, de catorce, quienes, como él mismo, fueron castigados con latigazos en sus espaldas.

El presidio político en Cuba

El presidio político en Cuba

Las denuncias martianas de estas bárbaras torturas levantaron eco en españoles que reprodujeron “Castillo” en Sevilla, en la publicación La Cuestión Cubana, cuyo director, Paulino Gutiérrez Fernández, favorable a la independencia insular, incluyó este texto en la edición del 12 de abril de 1871. Pocos meses después, en junio o julio de ese año se imprimía en Madrid el libro de José Martí titulado El presidio político en Cuba, una amplia narración en doce secciones acerca de aquella infame conducta del colonialismo español. Allí incorporó, con mayor espacio y detalles, a “Castillo” en la sección VI. El libro también perseguía, como dijo en este artículo inicial, arrancar “una lágrima de piedad a los buenos corazones”, levantar “un grito de indignación en el alma de los hombres rectos, remediar un tanto “los males sin cuento de aquel país que es todo mi amor” para olvidar alguno de sus días amargos quien “ni al golpe del látigo ni a la voz del insulto, ni al rumor de sus cadenas ha podido aprender aún a odiar.”

Por eso, años después, ya como el líder de la independencia cubana convocó a su pueblo a una guerra de amor, sin odios, y ofreció la república libre como patria también al español de trabajo.

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