ribbon

José Martí ante “Episodios de la Revolución Cubana”

27 de noviembre de 2020

|

Manuel de la Cruz Fernández

Manuel de la Cruz Fernández

El joven escritor cubano Manuel de la Cruz seguramente quedó agradablemente sorprendido al leer una carta que le enviara José Martí desde Nueva York con fecha de 3 de junio de 1890. Meses atrás había aparecido su libro titulado “Episodios de la revolución cubana”, un conjunto de relatos acerca de la Guerra de los Diez Años en los que narraba variados sucesos demostrativos de la heroicidad desplegada por los patriotas cubanos durante aquella epopeya por la independencia.
Al recibir la misiva martiana, aún con veintiocho años de edad, De la Cruz ya había logrado “la avidez del público, que agota, al salir de la prensas, las tiradas del nuevo libro” que “todo el mundo comenta y lee con singular entusiasmo”, según escribió uno de los comentaristas de la obra en una revista habanera.
Ese interés se extendió también hacia la emigración cubana de Nueva York, pues el semanario “El Porvenir” había incluido en sus páginas de marzo y abril de aquel año sendos textos de Néstor Leonelo Carbonell y de su director, Enrique Trujillo, ambos relacionados con Martí
No sabemos si el Maestro había conocido los varios cuentos y dos novelas publicados antes por Manuel de la Cruz, aunque es probable que sí hubiera leído sus textos en la prensa de la capital cubana que le llegaba a su exilio neoyorquino a los pocos días de su aparición. Lo cierto es que su carta al autor de esos Episodios expresa similar entusiasmo por el libro y es también el análisis más rico de sus cualidades literarias que conocemos, a la vez que resulta una notable muestra de cariño hacia una persona que no conocía personalmente .
7899028059Comienza el texto con una pregunta: “¿Cómo empezaré a decirle el cariño, la agitación, la reverencia, el júbilo, con que leí de una vez, por sobre todo lo que tenía entonces entre manos, sus Episodios de la Revolución de Cuba?” No es mero elogio cortés el decirle cómo priorizó esa lectura que le atrapó. Por entonces Martí, entre otros asuntos, escribía no menos de dos crónicas mensuales acerca de Estados Unidos para “La Nación” de Buenos Aires y para “El Partido Liberal” de México, era el cónsul de Uruguay en la ciudad del norte, impartía clases nocturnas en la Sociedad La Liga a los cubanos y puertorriqueños negros, impulsaba los trabajos de la Sociedad Literaria Hispano-Americana de Nueva York, y laboraba arduamente en la traducción del poema “Lala Rookh” de Thomas Moore, de la que dice en la carta a Manuel de la Cruz que le enviaba una parte en la que el poeta irlandés “pinta penas como las de Cuba”.
Martí promete escribir sobre el libro “radiante y conmovedor” al que considera una pieza de historia y al que se lee “temblando”. Y le añade que le ha provocado tres veces escribir en notas en los márgenes: “Hay veces que se desea besar el libro.” Y, con certero juicio de crítico literario no deja de advertir los valores literarios de esta pieza, cuyo estilo es cercano al del propio Martí: “la viveza de la acción, la realidad de los escenarios, la armonía entre los sucesos y la lengua en que los pinta, la pasión por nuestros héroes, que se ve en el esmero con que los describe, y la capacidad rara de meter los brazos hasta el hombro en el color, sin apelmazarlo ni revolverlo.”
A 130 años de la publicación de este clásico de nuestras letras, recordemos que su autor, Manuel de la Cruz, no solo alimentó el patriotismo con su palabra sino que además fue activo y eficaz colaborador de la obra martiana como conspirador dentro de la Isla para preparar el alzamiento del 24 de febrero de 1895 y que al morir en Nueva York en febrero de 1896 escribía en Patria, el periódico fundado por Martí.

Galería de Imágenes

Comentarios