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José Antonio Saco, el primero en definir nuestra nacionalidad

28 de junio de 2013

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Uno de los hombres más ilustres del siglo XIX cubano, José Antonio Saco cerró sus ojos a la vida en Barcelona, pero no se ha perdido la sólida opinión universal que lo considera como uno de los hombres más ilustres y de mayor brillantez teórica dentro del siglo XIX cubano, cuyas ideas han trascendido con  fuerza todo tipo de fronteras por su validez. A él se debe la primera definición  de nuestra nacionalidad que no ha perdido su vigencia.

El afamado bayamés fue un político, además de filósofo, sociólogo, prosista de altos vuelos y un enciclopedista para el que no existieron fronteras ni del saber ni de la validez de sus proyecciones que lo han colocado en la cúspide del pensamiento político cubano. Y hasta más allá de la etapa de su vida mantiene la frescura de los principales aspectos que sometió a crítica y muy especialmente  al haberse declarado por siempre como un verdadero cubano.

El ilustre bayamés quien nació en 1797  y vivió 82 años, pero 53 de ellos se vio obligado a vivir en medio del exilio de su amada patria, compartió criterios y vida política con Félix Varela, Domingo del Monte, y José de la Luz y Caballero. Entre ellas estaba la delicada profundidad de sus apreciaciones en torno a  la impostergable necesidad de alcanzar la independencia de Cuba, sus sólidas opiniones en torno en torno a la abolición de la esclavitud. El centro de su ideal liberador subrayó las ideas más profundas que no han perdido vigencia en torno a las ideas contra la anexión de Cuba a los Estados Unidos.

La altura de tal pensador no puede ser considerado una situación coyuntural sino la expresión de la fuerza de su pensamiento político estable y convincente que combatió la idea del anexionismo con el vecino poderoso de Norteamérica con total claridad y convencimiento que no era el mejor camino para su verdadera patria que siempre fue Cuba.

La altura de su trascendental tesis sobre la nacionalidad cubana emerge en medio de tal lucha ideológica al presentar la solidez de su criterio al respecto tomado de forma clara desde su voz que no ha perdido vigencia en las actuales coyunturas del país. Por eso definió con rigor y profundidad nuestra nacionalidad como bandera que no debía ser arriada jamás ni siquiera en el futuro de la Cuba que no le era posible a su generación conocer. Defendió por siempre que desde mediados del siglo XIX ya era una realidad defender los intereses de los cubanos. Y la altura de tal criterio tanto desde lo histórico también viajo a la trascendencia de la inmortalidad del pueblo cubano hasta colocarlo sobre el epitafio de su tumba donde hizo constar:

Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista, porque fue, más cubano que todos los anexionistas.

Don Fernando Ortiz en 1929 sintetizó “Saco y Martí, he ahí los dos grandes padres de la libertad cubana, siempre advertida de los tiempos, conocedores, jamás engañados, de sus agüeros. La ideología del civismo cubano se fue tejiendo primero alrededor de Saco y luego de Martí…”

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