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José Antonio Fernández de Castro (II)

12 de marzo de 2013

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José Antonio Fernández de Castro

Fernández de Castro se graduó de bachiller y en 1912, con apenas quince años, embarcó hacia Estados Unidos, donde permaneció por un año, para luego regresar a Cuba y cursar la carrera de Derecho Civil, graduándose en 1917.
No obstante, su vocación lo llevaba cada vez más hacia la literatura.
Su inicio en las letras coincidió con los albores de una etapa de renovación en nuestra vida pública y en nuestro proceso literario. Con una sensibilidad en sintonía con su época, José Antonio, -al decir de Loló- “no tuvo vacilaciones y junto a unos pocos, tan aguerridos y audaces como él, combatió las viejas tendencias y dio cauce anchuroso a las nuevas aspiraciones”.
Ejerció un tiempo la carrera en el bufete de Miguel Biondi, el amigo de Martí, pero pronto su vocación literaria lo llevó por otros rumbos: el periodismo, “la gran pasión de su vida, casi lindante con el fanatismo. Periodismo literario que al cabo lo conduciría hacia la crítica y la investigación histórica”, como afirmó Salvador Bueno, quien lo definió de este modo: “¡Qué espíritu acogedor el suyo, qué de entusiasmos y de ideas brotaban a su conjuro! La mano cordial y amiga, la alegría contagiosa, el frenesí de creación y de investigación eran rasgos predominantes y característicos de su personalidad! ”
En José Antonio latían también fuertes inquietudes políticas.
Participó en la Protesta de los Trece y al lado de Martínez Villena, se sumó al Movimiento de Veteranos y Patriotas. Durante la tiranía de Machado fue detenido varias veces.
Comenzó su trabajo periodístico, primero en el diario La Nación y luego dirigió la página literaria del Diario de la Marina desde la cual fue un gran animador de la literatura de vanguardia. Colaboró en numerosas publicaciones entre ellas las antiimperialistas “Venezuela Libre”   y “América Libre”.
A fines de 1933 ingresó en la diplomacia.
Sus obras más importantes fueron una compilación ordenada y anotada de 239 cartas dirigidas a José Antonio Saco, editadas bajo el título de “Medio siglo de historia colonial de Cuba” (1923) y la antología “La Poesía Moderna en Cuba” (1926) preparada junto a Félix Lizaso.  En “Barraca de Feria” (1933) reunió algunos de sus mejores trabajos periodísticos.
Su bibliografía activa es cuantiosa, y en ella se incluyen estudios sobre José Antonio Saco, Mariano José de Larra, el poeta soviético Vladimir Mayakovski, el tema negro en las letras cubanas, y muchos otros.
A la hora de su muerte, con apenas cincuenta y cuatro años, muchos proyectos  le quedaban todavía por hacer.
Su nombre prestigia el Premio Nacional de Periodismo Cultural, que otorga con carácter anual el Ministerio de Cultura de Cuba.
“Con Rubén Martínez Villena, (José Antonio Fernández de Castro )  -recordaba Loló de la Torriente- hablaba largo y tendido de la “nueva” estética, mientras seleccionaba el material del suplemento literario del Diario de la Marina que Suárez Solis, su primer director, recibía y aprobaba. Aparecieron así, de la mano de José Antonio y amparados por el Diario, poetas de la inspiración de Pedroso y Guillén, cuentistas como Torriente-Brau, pintores como Mario Carreño o dibujantes como Hernández Cárdenas. Estos descubrimientos solía hacerlos José Antonio en la cálida alegría de la calle. Frecuentemente, bajo el rutilar de las estrellas. Preferentemente, cerca del mar”.
(…)  “Era un creador estilo de vida que exigía pulso y corazón. José Antonio tenía ambas cosas, aunque a ratos se dejara ganar por la angustia o el desorden. Pero hermoso desorden, porque en aquellas veladas de la bohemia habanera germinaba un nuevo gusto en lo que a arte nacional se refiere”.

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