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Jornada de guerra

25 de abril de 2025

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El 25 de abril de 1895, catorce días después de desembarcar en la costa sur de la actual provincia de Guantánamo, José Martí relata en su diario de campaña su primera visión in situ de un combate. El pequeño grupo llegado a Cuba junto con  Martí, ya acompañado de  una tropa mambisa,  marchaba por un  camino montañoso cuyas dificultades Martí describe así: “A monte puro vamos acercándonos, ya en las garras de Guantánamo, hostil en la 1er. Guerra, hacia Arroyo Hondo. Perdíamos el rumbo. Las espinas nos trababan. Los bejucos nos ahorcaban y azotaban.

Pasamos por un bosque de jigüeras verdes, pegadas al tronco desnudo, o al ramo ralo.”Tras esta agotadora jornada, el relato pasa al choque con la tropa enemiga: “A las once redondo tiroteo. Tiro graneado, que retumba; contra tiros velados y secos. Como a nuestros mismos  pies es el combate: entran, pesadas, tres balas, que dan en el tronco.” El peligroso momento se interrumpe con los comentarios emitidos por un niño y un viejo: “!Qué bonito es un tiroteo de lejos!” dice el muchacho agraciado de San Antonio,–un niño. “Más bonito es de cerca!”, dice el  viejo. Siguiendo nt (nuestro) subimos a la margen del arroyo. El tiroteo se espesa; Magdaleno, sentado contra un tronco, recorta adornos en su jilguera nueva.” Martí interrumpe el diálogo y pasa al almuerzo, descrito detalladamente: “Almorzamos huevos crudos, un sorbo de miel, y un chocolate de La Imperial” de Santiago de Cuba.” Y vuelve sobre el combate: “A poco, las noticias: dos vienen del pueblo (probablemente de Arroyo Hondo en cuyas cercanías fue el combate). Y ya han visto entrar un muerto, y 25 heridos: Maceo (se refiere al general José Maceo) vino a buscarnos, y espera en los alrededores.

El relato del encuentro armado continúa con frases que él mismo dice que copia de una carta a Carmita (Carmen Mantilla): “En el camino mismo del combate nos esperaban los cubanos triunfadores: se echan de los caballos q, han tomado a la guardia civil: se abrazan y nos vitorean: nos suben a caballo y nos calzan la espuela ¿cómo no me inspira horror la mancha de sangre q. vi en el camino? ‘¿ni la sangre q. vi en el camino? ¿ni la sangre que vi a medio-secar? de una cabeza q. ya está enterrada, con la cartera que le puso de descanso un ginete (sic) nuestro. Y al sol de la tarde emprendemos la  marcha de victoria, de vuelta al campamento.”

Es de admirar, sin duda alguna, este relato íntimo de aquella jornada en un cuaderno de notas no destinado de inmediato para ser divulgado, por más que el lector actual no deja de pensar que por su minuciosidad informativa y su extraordinaria riqueza y perfección literaria el diario no fueron solamente para su autor unos meros apuntes para ser publicados en algún momento posterior, sino que los escribió con su habitual capacidad escritural y su singular estilo. De hecho, pues, este diario martiano, como otros que nos dejó en diferentes momentos, es ya una pieza literaria de una notable originalidad, demostrativa que ni en prosa ni en  verso José Martí nos dejó para la posteridad textos en forma de notas o apuntes sin las enormes altura y valor de su singular estilo.

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