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Jorge Negrete

27 de febrero de 2019

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Para el mundo hispanohablante, no hubo otra noticia aquel 5 de diciembre de 1953 que no fuera la de la muerte en Los Ángeles, California, del charro Jorge Negrete, ídolo no solo en su país, también en toda Hispanoamérica, porque a su voz unió la simpatía de los grandes artistas.

El inolvidable intérprete de Allá en el Rancho Grande, Me he de comer esa tuna,  ¡Ay, Jalisco no te rajes!, Gran Casino, Tierra de pasiones, No basta ser charro y varias cintas más que lograron enorme popularidad, escribió algunos capítulos de su biografía entre los cubanos.

A la mayor de las Antillas arribó Negrete por vez primera en 1939. Tenía entonces 28 años y la revista cubana Chic, en su edición de diciembre, ofrecía un breve retrato del artista. “Es hombre alto, un metro setenta y nueve centímetros, de tez trigueña, pelo negro, bien parecido (…) Es el más cotizado y solicitado galán cinematográfico en su tierra y disfruta de amplia popularidad y simpatía en todo el continente”.

El mismo Negrete contaría que tres años antes había conocido en Nueva York al compositor Eliseo Grenet (al autor del famoso tango-congo ¡Ay, Mamá Inés!), quien lo embulló a visitar Cuba. En aquella primera ocasión, Jorge Negrete cantó por las emisoras COCO y CMQ, e hizo presentaciones teatrales junto a la soprano Lydia de Rivera en la opereta La viuda alegre.

Apoteósico fue el recibimiento con que el pueblo capitalino lo obsequió en su segunda visita, a inicios de enero de 1944. En la revista Bohemia se lee este elocuente apunte: “Que nosotros recordemos, la ciudad de La Habana no le ha hecho nunca a artista alguno, un recibimiento como el prodigado al actor y cantante mexicano Jorge Negrete”.

Un nuevo capítulo se abre en octubre de 1944. El artista se encontraba en Puerto Rico cuando conoció de los destrozos causados en Cuba por el huracán de octubre de aquel año. Entonces cambió su itinerario y aterrizó inesperadamente en Cuba para dar una función de beneficio a los damnificados.

El 27 de aquel mes de octubre de 1944 Jorge se presenta en el teatro Nacional. “El viejo Negrete está aquí hoy —dice desde el escenario— respondiendo a la llamada de este pueblo que tanto quiere”. Sus palabras son acogidas con emocionada ovación, una niña pone en sus manos una bandera cubana y la Cruz Roja nacional lo condecora.

Si hasta entonces las visitas del charro cantor eran acontecimientos artísticos, la de 1950 alcanzó matices de suceso nacional, pues Nagrete fue recibido en la sede del gobierno por el presidente Carlos Prío. Como en ocasiones anteriores, el cantante requirió de protección policial dado el desbordante entusiasmo de sus admiradores.

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