ribbon

Jenny Lind

23 de febrero de 2024

|

 

Magnus_Jenny_Lind

Quienes han tenido en sus manos una fotografía de Jenny Lind no podrán menos que reconocer que se trató de una artista con un rostro lo suficientemente atractivo como para integrar la más exigente galería de mujeres bellas que pueda conformarse del siglo XIX.

Pero a ello unía un indiscutible talento, un toque de distinción y gracia que apreciaron los públicos de Europa y América tan pronto la artista se atrevió a cruzar el Océano Atlántico para actuar en el Nuevo Mundo.

Poco más de 30 años contaba cuando se presentó en La Habana a inicios de 1851 y curiosamente la “descubrimos” a partir del comentario de una compatriota suya, la escritora Fredrika Bremer, quien apuntaba en una de sus cartas, fechada el 5 de febrero:

“¡Jenny Lind aquí, y esa expresión de su rostro resplandeciente, fresco, alegre, inolvidable para el que lo ha visto una vez! Toda la primavera sueca ha brotado en él. Quedé encantada.”

En compañía de Fredrika Bremer pasa la Lind los dos últimos días que restan a la actriz en La Habana, donde dio cuatro conciertos, el primero en la noche del 10 de enero.

Cuenta el cronista Serafín Ramírez en su libro La Habana Artística, que al despedirse, Jenny “dedicó una función a los pobres, llevando a ella tal concurrencia que se dijo que el teatro valía aquella noche ¡8 000 pesos!”. Pese a que la cifra en modo alguno puede hoy ilustrar cuánto representaba en oro en su momento, si revela la magnífica acogida que la actriz recibió del público habanero.

La artista a quien el Héroe Nacional de Cuba José Martí llamó en una de sus crónicas desde Nueva York la sueca maravillosa, nació en Estocolmo, en 1820, y paso a paso desarrolló una brillantísima carrera como cantante y actriz –iniciada hacia 1838- que le dio celebridad, permitiéndole acumular una fortuna considerable.

Actuó en los teatros de París, Berlín, Viena, Inglaterra, Estados Unidos… También fue destacada profesora de música de conciertos. Contrajo matrimonio con el pianista y compositor Otto Goldschmith –de ahí que a veces se le identifique como madame Goldschmith– y posteriormente se retiró, todavía en el apogeo de su carrera, fijando residencia en Dresde, Alemania. Murió el 2 de noviembre de 1887.

Galería de Imágenes

Comentarios