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Iras y amarguras: ¿necesarias?

12 de abril de 2013

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Nadie está exento de sufrir los posibles ataques de otras personas, con razón o sin razón, porque precisamente nos movemos dentro del entramado y complejo mundo de las relaciones sociales, donde convergen las más diversas formas de manifestación de “personalidades”, en el sentido estricto de lo que encierra este concepto.
Muchas veces tenemos a una persona que nos ha agraviado en algún momento de nuestras  vidas, en alguien como decimos en buen cubano, “se la tenemos guardada”. Puede ser un amor que le abandonó o que le traicionó, un padre, una madre, un hijo, un hermano, un amigo, o un colega que no supo comportarse como tal.
Yo le invito a que hagamos el siguiente ejercicio. Asuma a esta persona que le hizo el mal, e intente en su pensamiento darle amor, y trate de no sentir odio por él. ¿Difícil? , cierto, pero inténtelo. Si ya lo ha logrado se podrá percatar de que esa persona, sobre todo, le ha enseñado la mejor de las lecciones, que aunque dolorosa y triste no deja de ser una buena dosis de aprendizaje, además se percató a tiempo, o a destiempo que no era la persona ideal para ser su pareja, su amigo(a), o el vínculo que tuviera.
Cuando se trata de vínculos familiares como puede ser un padre, una madre, un hermano o un hijo, no es menos cierto que es mucho más difícil, pero de todas formas, no deja de ser una lección. Siempre sufrimos, nos lamentamos de cómo fuimos con esa persona y de cómo nos ha pagado, pero realmente, pregunto: ¿Quién se comportó mal, usted o la otra parte?, y la mejor de todas las preguntas, ¿Quién perdió a un buen familiar o amigo, usted o esa persona? , y agregaría, ¿quién descubrió que lo que tenía por amigo(a), o pareja, o familiar era algo que  le perjudicaba? Todas las respuestas apuntan a que usted, lejos de ser la víctima, ha sido el vencedor.
Estas situaciones, son muy  parecidas a cuando somos mordidos por una serpiente venenosa. Hay dos problemas graves cuando esto nos ocurre. El primero, es el dolor de la mordedura de la serpiente, dolor que pasa, que no se mantiene y además, ya le mordió y esto no se puede volver atrás. Eso sí, a partir de ese momento, en que fue mordido por la serpiente, aprende a evadirlas. Entonces hay una enseñanza: Debe cuidarse de las mordeduras de las serpientes. Lo segundo que le puede ocurrir es cuando el veneno comienza a circular por su cuerpo que es el que realmente le afecta física, psicológica y socialmente que a medida que va circulando por su cuerpo lo va matando. No por gusto cuando una persona es mordida por una serpiente, dentro de los primeros auxilios, esta precisamente sacar el veneno antes de que comience a circular por la sangre de la persona mordida.
En el tema que nos ocupa, ese veneno es la ira, la rabia, el odio que mantenemos y que permitimos que se instaure dentro de nuestro mundo interior y que circule constante y permanentemente. El hecho ocurrió, ya fue agredido. No puede hacer marcha atrás, pero lo que le sigue molestando, y le puede ir matando es ese odio, ese rencor mantenido porque siguen circulando dentro de usted, y la serpiente –en este caso, la persona que lo mordió- se marchó y ni se entera que dentro de usted se continúa manteniendo ese veneno que le inoculó. Solamente usted puede expulsar ese veneno de su cuerpo; es única y exclusivamente elección suya el que penetre, circule y se mantenga dentro de usted.
Decía Buda: “No serás castigado por tu ira, pero la ira te castigará”, y decía también Wayne W. Dyer: “No podrás experimentar la capacidad de hacer milagros, si tus entrañas están envenenadas por la amargura y la ira hacia los demás.“
Lo anterior se fundamenta en la presencia de pensamientos negativos que son los que nos pueden envenenar el alma, pero de ello le propongo continuar conversando en otro momento.

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