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Inolvidable profesora

2 de diciembre de 2016

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Todos los seres humanos que hemos tenido la posibilidad de estudiar, al pasar de los años recordamos profesores y profesoras que marcaron nuestras vidas para bien o para mal. A una mujer de quien fui alumna en la Universidad de las Artes (ISA) cuando cursaba mis estudios de Musicología hace más de treinta años, y que no solo era una excelente pianista y pedagoga sino un gran ser humano, dedicaré mi comentario de hoy: Ñola Sahig.

Al principio no entendí por qué siendo pianista, la asignatura que ensañaba Ñola era Historia de la Música, pero desde las primeras clases evidenció tal cultura universal que demostró ser una enciclopedia viva, a tal punto, que al finalizar cada clase, la asediábamos de preguntas para las que ella siempre tenía la respuesta adecuada. Los temas relacionados con la Antigüedad y la Edad Media los dominaba de tal forma, que parecía haber vivido esa época. Y es que Ñola Sahig había investigado a profundidad la historia de la música de los países que marcaron la historia como: Egipto, Mesopotamia, China, India, Grecia, Roma… ¡Cuánta sabiduría había en sus clases!

Ñola era de ascendencia árabe, lo que estaba presente no sólo en su nombre y apellido sino en su rostro y su porte oriental. Recuerdo que me prestó un libro titulado: “La mujer árabe”, en el que descubrí un mundo hasta entonces desconocido para mí y lleno de tal crueldad que no puedo revelar los detalles en este comentario. Y eso fue en la pasada centuria, pero ¿acaso en el siglo XXI no afronta la mujer de aquellos países, situaciones como esas?

Sus clases tenían un encanto especial, porque no estaban limitadas a los contenidos habituales sino que los ampliaba con sus propias investigaciones y, además, nos entregaba conferencias impresas para que se nos hiciera más fácil la comprensión de lo explicado. Cada examen con Ñola era diferente al de otras asignaturas, pues en las preguntas ella establecía un diálogo con sus estudiantes y , aunque exigente, trataba de no suspender a ningún alumno-trabajador, teniendo en cuenta el poco tiempo de que disponía para el estudio.

Luego de algunos años de graduada, me sorprendió la noticia de su fallecimiento, pues nunca pensé que aquella mujer aún joven, llena de vitalidad y lucidez pudiera haberse ido para siempre. Pero la muerte nunca tiene en cuenta quiénes son necesarios aún en el mundo de los vivos, y se lleva a personas como Ñola Sahig, a que siempre recordaré como una excelente profesora y una gran amiga.

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