Hugo del Carril: “En Cuba todo está macanudo” (I)
19 de mayo de 2025
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A Hugo del Carril se le considera como uno de los más grandes cantantes de tangos de todos los tiempos. No es de extrañar entonces que desde que el artista rioplatense asomara a la escalerilla del avión en el aeropuerto de La Habana, aquel 16 de julio de 1941, procedente de Nueva York, los cubanos, y muy en especial, las cubanas, de más está decirlo, le dedicaron incontables muestras de admiración.
Yo tenía noticia de la cordialidad de este público, pero créame que al bajar del avión me sentí gratamente emocionado. El espectáculo de tanta mujer bonita no es para menos, le confesó el ídolo argentino a un periodista.
Bien parecido, alto y muy popular a Hugo del Carril se le reconocía como el más importante cantor de tangos, luego de la inesperada muerte de Carlos Gardel, en 1935.
Su verdadero nombre era Hugo Bruno Fontana. Sus biógrafos afirman que cuando comenzó en el arte se valió de diferentes seudónimos: Pierrot, Hugo Font o Carlos Cáceres hasta que en 1931 adoptó el definitivo, Hugo del Carril.
Nacido en Buenos Aires, el 30 de noviembre de 1912 aún no había cumplido los 23 años, cuando murió Carlos Gardel. Ya para entonces tenía alguna práctica como locutor y cantante. También había integrado dúos, tríos y cuartetos, y como solista lo acompañaron orquestas de prestigio.
“Su estampa, su estilo gardeliano y un matizado registro de barítono, (…)-al decir de Horacio Salas- hicieron pensar en él como candidato a ocupar el vacío provocado por el accidente de Medellín”.
Voz tenía, pero dado el fecundo quehacer cinematográfico del Zorzal criollo durante los últimos años de su vida, era preciso que su sucesor pudiera desenvolverse también ante las cámaras.
Así pues con ese objetivo, Hugo del Carril fue escogido en 1937 para actuar – y claro está, interpretar el tango “Tiempos viejos”- en la película “Los muchachos de antes no usaban gomina”, que resultó todo un éxito de taquilla que lo lanzó a la fama.
Su presentación en La Habana fue todo un suceso. Ya se conocían muchos de los tangos que cantaría y varias de sus películas habían complacido al público y a la crítica.
Cierto es que no eran sus facultades como actor las que le darían popularidad, sino las cualidades de sus cuerdas vocales. Y, claro está, el hecho de ser estimado por algunos críticos como la voz más importante del tango desde la muerte todavía reciente de Gardel.
Sus parejas en la gran pantalla serían reconocidas figuras como Libertad Lamarque y Delia Garcés. Los discos y las presentaciones radiales harían todo lo demás.
De la noche a la mañana se convirtió en uno de los galanes más famosos del séptimo arte en América Latina.
Las cubanas soñaban con él.
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