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Hortensia Coalla

19 de abril de 2013

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Hortensia Coalla, foto Bohemia 1929

Para los lectores de nuestra sección insertamos a seguidas la ficha biográfica que con carácter definitivo dedicamos a la cantante cubana Hortensia Coalla (La Habana, 1907-Miami, Florida, 2000), una de las artistas que más contribuyó a la consolidación y trascendencia del arte lírico criollo.

La soprano Hortensia Verónica Coalla Raveiro estudió piano en la Academia Municipal de La Habana. Allí fue su profesor de canto el español Germán Araco, director musical de la parroquia de El Vedado, en la que, aún adolescente, ella interpretaba piezas litúrgicas.

El 2 de septiembre de 1928 cantó en un concierto de música cubana, dirigido por el pianista Vicente Lanz, en el cine Tosca, de la Víbora. El día 30 de ese mes y año la Coalla hizo su debut teatral en el Encanto —como integrante de la Compañía Nacional Artística, bajo la dirección del maestro Luis Fabré Obregón— con el personaje de Luisa, de la zarzuela Niña Rita o La Habana en 1830 (L.: Aurelio G. Riancho y Antonio Castells / M.: Ernesto Lecuona y Eliseo Grenet), estrenada en 1927 en el Regina —sito en Galiano y Neptuno— y considerada la obra precursora del arte lírico cubano de envergadura.

Entusiasmado con la voz de Hortensia, el autor de Canto siboney la incorporó a los Espectáculos Lecuona, iniciados el 26 de octubre de 1928 en el Martí con la mexicana Margarita Cueto y figuras nacionales. La Coalla y el tenor Miguel de Grandy encabezaron el elenco de artistas criollos que el 8 de noviembre de tal año estrenó en Cuba la opereta Rosalima, cuya música escribió Lecuona y solo era conocida en España y Argentina.

En 1929 Hortensia Coalla participó en representaciones de la recién estrenada zarzuela El cafetal, de Lecuona y Sánchez Galarraga, y en la escenificación prístina de otro título del binomio autoral: La flor del sitio. Este año el maestro la invitó a ofrecer conciertos en teatros de Panamá y Costa Rica, donde la soprano cubana recibió sus primeras ovaciones en el extranjero.

Desde entonces —con su amplio repertorio de arias de ópera, páginas de operetas, canciones europeas, cubanas y de otras partes de América Latina— Hortensia Coalla se ubicó en la vanguardia de las más calificadas voces de la lírica criolla. Trabajó en las principales radioemisoras de su patria, muchas veces al lado de Lecuona, que en 1935 le brindó una nueva posibilidad de lucimiento durante las iniciales puestas en escena en Cuba de sus zarzuelas El torrente y Julián el Gallo.

Entre diciembre de 1931 y enero del siguiente año, su nombre prestigió la cartelera de una compañía dirigida en el Payret por el compositor y director de orquesta Eliseo Grenet. Muy significativa fue, en diferentes etapas de tal decenio, su presencia en el Martí con la Compañía de Zarzuelas Cubanas, de Suárez y Rodríguez. Integrando el colectivo estrenó Carolina (L.: Francisco Meluzá Otero / M.: Armando Valdespí) y La emperatriz del Pilar (L.: Gustavo Robreño / M.: Jorge Anckermann) y actuó, además, en reposiciones de María la O, Lola Cruz, El clarín y La hija del Sol, las dos últimas con música de Gonzalo Roig, que la consideraba «…la mejor voz de Cuba».

También serían de relevancia sus actuaciones en ese período con las orquestas Sinfónica (Dir.: G. Roig) y Filarmónica de de La Habana (Dir.: Amadeo Roldán) y las bandas Municipal (Dir: G. Roig) y del Estado Mayor del Ejército (Dir.: Luis Casas Romero).

La Coalla formó parte de la Compañía Cubana de Espectáculos Musicales Ernesto Lecuona que en 1940 ofreció en los teatros Ateneo y San Martín, de Buenos Aires, revistas con música del compositor y cuatro de sus zarzuelas: El cafetal, Rosa la China, Lola Cruz y María la O. Las carteleras e informaciones periodísticas de la capital argentina le aplicaron en la propaganda el calificativo «la diva de Cuba».

En los meses que duró esa gira cumplió un contrato de exclusividad en Radio El Mundo. La trascendencia de sus audiciones determinó la inclusión de su nombre en el Resumen Anual Radiofónico Argentino, entre las personalidades que en 1940 desfilaron ante los micrófonos de esa emisora, selección conformada por celebridades a escala mundial: Arthur Rubinstein, Jascha Heifetz, Manuel de Falla, Ricardo Odnoposoff, Jean Gilbert, Andrés Segovia, Tito Guízar, Alejandro Borosky, Jean Sablon, Cristina Maristany, Josefina (Chacha) Aguilar, el cuarteto de cuerdas Léner y Juan José Castro.

En el viaje de regreso a La Habana, actuó en 1941 —con Lecuona y otros miembros de la compañía del maestro— en el Casino de Viña del Mar, en Valparaíso, y en el teatro Municipal, de Lima. Nuevamente en la capital cubana prosiguió su trabajo radial y se mantuvo en espectáculos lecuonianos. El 22 de febrero de 1943 participó en el homenaje dedicado a Moisés Simons, Eliseo Grenet y Ernesto Lecuona por la Corporación Nacional del Turismo.

Luego de casarse con Manuel Corton, la Coalla se retiró del arte en 1949, a los cuarenta y dos años de edad, aún en plenitud de facultades. Con posterioridad hizo esporádicas actuaciones, fundamentalmente asociadas a conciertos de Lecuona. Al inaugurarse la televisión en Cuba, en la década siguiente, aceptó contratos específicos para transmisiones de los espacios Álbum Phillips, De fiesta y Gran teatro, del Canal 6 (CMQ-TV). En este último protagonizó 6 de febrero de 1952 la primera presentación de El cafetal efectuada en tal medio de difusión.

Su retirada artística resultó desconcertante para Ernesto Lecuona, que la tenía entre sus más allegados afectos personales y sintió siempre una ilimitada admiración profesional hacia la soprano que —independientemente de garantizar el éxito de muchas de sus zarzuelas— hizo creaciones paradigmáticas de títulos de su autoría: ¿Por qué no vienes?, Bajo las palmeras, ¿Dónde está el amor?, Tus ojos y tu boca, Mi vida eres tú, Dame de tus rosas y Desengaño, con el cual —ya octogenaria— aún ponía de pie al público.

Fue una lástima que las limitaciones del ambiente artístico en que desarrolló su labor, no le permitieran incursionar en la ópera. Sus estudios musicales, su amplia y bien timbrada tesitura, su si bemol que lograba sin esfuerzo e impactaría a los espectadores, su magnífica dicción y prestancia, la avalaban para triunfar entre las pocas figuras nacionales que cultivaron el género.

En los años sesenta fijó su residencia en Miami. Hizo presentaciones en iglesias, canales de televisión y teatros, generalmente acompañada al piano por el profesor Andrés Benítez. Entre los múltiples reconocimientos que recibió se encuentran: Orden Gonzalo Roig (1958); Doctor Laureatus Honoris Causa de la Universidad Filo-Bizantina, de Valencia, debido a «…su contribución a la música universal»; Premio Rodrigo Prats, del Canal de Televisión 23, Miami (1988); Diploma de Reconocimiento de la UNESCO en atención a «su valioso aporte a la música en general y los extraordinarios méritos ganados a través de su vida» (1998), y Premio de Excelencia Nacional Cubana del Instituto San Carlos, de Cayo Hueso (1999).

Ernesto Lecuona conceptuó a Hortensia Coalla en 1940 como «…la voz incomparable, no igualada hasta ahora», y en 1963 como «La voz más bella de Cuba

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