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Hablemos de Napoleón

18 de agosto de 2017

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A mí me gusta mucho la Historia y de hecho en mis tiempos de estudiante de la enseñanza media, solía ser monitora de esta asignatura, y el hábito de leer Historia se mantiene como un pasatiempo. De dentro de esta, gusto mucho de las biografía de personajes históricos, por lo que no es extraño que conozca de la vida de alguien muy sobresaliente, y me refiero a Napoleón Bonaparte, quien fuera genio militar y lograra tener un imperio en poco tiempo y siendo joven. Eso se sabe, lo que me interesa compartir con ustedes son determinados rasgos de personalidad de este hombre como líder, los cuales son tan controversiales y contradictorios como se darán cuenta en la medida que avancen en la lectura, pero al mismo tiempo muy innovadoras y que pudieran aplicarse ahora mismo, a la luz de la inteligencia emocional. Veamos qué habilidades emocionales tenía este hombre, y qué potenciaban la fidelidad, la entrega, los deseos de seguir adelante y pelear en las batallas con ímpetu.

Resulta que Napoleón recordaba el nombre de mucho de sus hombres que estaban bajo su mando, lo cual era un rasgo muy peculiar porque los reyes se han sentido tan superiores que el relacionarse con los soldados y en general con los que están bajo su mando era inconcebible porque significa rebajarse. Sin embargo, Bonaparte lo convirtió en un rasgo humano que comprometía a los hombres bajo su mando a luchar hasta la muerte, porque los implicaba en una tarea común, o sea, ganar, lo cual no era solo para lustre del emperador, sino para todos, ya que cada uno tenía un lugar en ese triunfo. Además, se dice que no escatimaba los halagos a quien se lo merecía, dádivas materiales y títulos e incluso los trataba como un padre a sus hijos, lo cual no impedía que fuera riguroso en las críticas y los castigos.

Entonces, ¿qué cualidades son estas que acabo de describir a la luz de la ciencia actual? Pues son manifestación de liderazgo porque era capaz de exponer visiones claras y convincentes que resultaban motivadoras para los soldados, logrando guiar su comportamiento hacia metas compartidas, lo cual propiciaba la valiente y temeraria actuación de sus tropas. También lograba un trabajo en equipo y colaboración porque establecía y consolidaba las relaciones enfocando a los demás hacia una la sinergia grupal para la consecución de metas colectivas, y por supuesto fue un catalizador de cambio, ya que logró convertir una república en un imperio, o sea, moduló el comportamiento de todo un país que luchó contra la monarquía para que se involucraran y lucharan por crear un imperio. ¡Y eso es mucho! Aunque mirando a fondo estas cualidades, y a tenor de lo que pasó después, nos damos cuenta que en realidad este hombre era un gran manipulador porque en realidad todas esas cualidades las utilizó para su lustre y grandeza personal, y de esto se percató otro grande, pero de la música, Beethoven, quien le compuso una obra, que –si la memoria no me traiciona fue la Marcha Triunfal–, quien al conocer que Napoleón se había coronado emperador, escribió al margen de su obra musical: “Es solo un hombre”.

Ahora bien, la otra cara de Bonaparte, y podríamos decir que la verdadera, era en sus relaciones palaciegas, con sus ministros, fuera del campo de batalla y es que también la historia recoge que usaba el método de la vigilancia cruzada, para saber todo lo que se decía, los chismes, los secretos de sus súbditos, sus ideas y así mantenerse informado para poder manejar y hasta chantajear. El caso más notorio era que avivaba la enemistad entre dos de sus ministros, quienes también tienen un lugar importante en la historia como lo son Fouché, ministro de la policía y el príncipe de Tayllerant, que era su canciller. Napoleón hacía que los dos se vigilaran mutuamente y avivaba la competencia para que ambos se esforzaran en sus misiones y en mantenerlo informado, lo cual mostraba una de las peores cualidades que puede tener un jefe porque intoxica las relaciones interpersonales, pero supongo que al emperador le era indiferente, porque lograba lo que quería, y es que llegó a creerse por encima de los demás, como ocurre a los hombres que logran tener tanto poder, sin embargo era, sin dudas como dijo el gran Beethoven, solo un hombre, aunque parece que él no se enteró.

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