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Grandeza y trascendencia de la cocina china

14 de enero de 2021

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Arte culinario chino en Cuba

Fotos tomadas del libro: “Arte culinario chino en Cuba”, Fernando Fornet Piña. Editorial Unión, La Habana, 2003

 

La cocina china, poseedora de un extenso y rico expediente a su favor, tiene el privilegio de ubicarse excepcionalmente entre las más reconocidas como resultado de un hecho cultural que trasciende con mucho sus interminables fronteras geográficas. Denominarla como arte culinario es aceptado universalmente como un justo reconocimiento a su exacta dimensión.

Su cocina encierra en sí misma la milenaria vida de este abnegado pueblo; sus colosales luchas, el entorno inusitado que la rodea, las persistentes vicisitudes históricas, su esclarecida visión filosófica y religiosa de la vida, sus logros y reveses, la búsqueda permanente de longevidad y felicidad dentro del marco cotidiano de la existencia individual o colectiva. Todo ello ha posibilitado que esas cuantiosas experiencias obtenidas a través de una larga –muy larga– existencia, se hayan concretado en todos los aspectos de la práctica de la vida lo que ha permitido dotar al resto de la humanidad de muchos de los adelantos con que hoy cuentan los llamados pueblos occidentales.

Es apreciable la gran cantidad de etnias que participan en la formación de su sociedad y por el área enorme que abarca su vasto espacio, en la misma se aprecian climas diversos que van desde el frío subártico en el norte remoto, hasta las suaves y cálidas zonas tropicales en el sur; lo que de hecho lo convierte en un sorprendente e infinito muestrario de productos variados y las más insospechadas y disímiles costumbres. Su prodigiosa cocina, reflejo de su experiencia ancestral, es también enriquecida superlativamente con la impronta de este asombroso mosaico, por lo cual se nos evidencia con grandeza y sabiduría propias.

Por siglos se cuentan las sombras que oscurecieron el conocimiento de esta antigua civilización. Solo en la negra etapa del atrasado feudalismo europeo se abrieron discretamente las puertas de su tesoro cultural a partir de las primeras visitas de algunos comerciantes que se aventuraron hasta llegar a sus tierras y luego regresaron a la empobrecida Europa de aquella época, para deslumbrar a sus contemporáneos con los relatos de fantasía que se hacían de los dominios orientales. Estas narraciones impresionaron tremendamente algunas de las mentes más audaces de esos tiempos y hoy es conocido que influyeron notablemente en las voluntades que dieron el paso para descorrer el velo hacia occidente buscando aquellas tierras fabulosas. El caso más notorio que recoge la historia fue el impacto que tuvo en Cristóbal Colón las crónicas del aventurero veneciano Marco Polo, quien en el siglo XIV había llegado hasta las posesiones del Gran Khan –China– y a su regreso describió en El libro de las cosas maravillosas, su estancia y las excelencias que descubrió en aquel tentador reino, donde incluso llegó a dispensar la amistad y honores del más alto dignatario.

Particularmente, el conocimiento de la cocina china es un hecho transmitido de generación en generación. Todos los detalles se tienen en cuenta: los ingredientes y la cuidadosa vinculación entre ellos mismos; el efecto y consecuencia que los productos con los cuales se confeccionan los alimentos puedan tener en la salud humana (detalle vinculado a la afamada medicina tradicional china); la búsqueda equilibrada de variados sabores apetecibles; el realce estético donde un meticuloso arco iris de colores con apariencia fresca y tierna se asocia a la calidad del plato; la cuidadosa mezcla de condimentos y el control natural de la temperatura; el aprovechamiento de la fragancia y olores sugerentes para una apetitosa elaboración culinaria; la explotación máxima de los recursos de todo tipo que pueda aportar la flora y la fauna de sus ríos, mares, bosques, llanos, valles, montañas; la sabia sencillez en la utilización de sus pocos instrumentos culinarios; el simbolismo con que preparan sus degustaciones, donde en un momento dado puede estar representada una alegoría, por ejemplo la longevidad, a través de un sutil aroma añejo y hasta el aparente detalle de escoger nombres de los platos asociados al culto de su valor espiritual.

Quien afirmó que la vida de los chinos gira alrededor de su cocina, no ponderaba artificialmente un concepto ambiguo. La cocina china tradicional procura armonizar los acatados contrarios naturales, partiendo de los conceptos opuestos del ying –componente femenino– y del yang –componente masculino–, hasta el equilibrio entre los cinco elementos fundamentales en que se basa la percepción que han adoptado de  la vida: tierra, madera, metal, fuego y agua. Es toda una exquisita intención cultural de buscar el equilibrio razonable por la ineludible vía de la alimentación, de la habitual y urgente necesidad diaria del ser humano por alimentarse.

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