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Graham Greene

19 de febrero de 2020

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Graham-Greene

 

El escritor inglés Graham Greene gustó de viajar por estas latitudes de Hispanoamérica. A inicios de la década del 50 del pasado siglo XX se remonta la primera de las estancias cubanas de míster Graham Greene.

Entonces, cual turista ocasional, se entretuvo en recorrer los lugares atractivos de la arquitectura habanera, entre ellos el restaurante Floridita, donde paladeó más de un daiquirí; anduvo y desanduvo las calles de la Habana Vieja, la barriada china de la Calzada de Zanja y sus alrededores, y el centro comercial que entonces radicaba en torno a la centrohabanera esquina de San Rafael y Galiano.

Acerca de su presencia, de incógnito, en los días de la lucha popular revolucionaria también se ha escrito en más de una ocasión. El novelista cubano Lisandro Otero recordaba que en 1957, “en una fresca terraza junto al río Almendares, vi por primera vez a un tranquilo caballero inglés de ojos azules, cabello canoso y ralo, prominentes incisivos”. No era otro que Graham Greene.

 

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La historiadora Nydia Sarabia —miembro del movimiento revolucionario clandestino— reveló el interés expuesto por Greene en subir a la Sierra Maestra, de lo cual debió desistir dado el escaso tiempo de que disponía para estar en Cuba.

El autor de El agente confidencial, El americano impasible y otros relatos, publicó en 1958 su libro Nuestro hombre en La Habana, parodia de las novelas de espionaje, llevada a la pantalla en 1959, cuando el autor regresó a esta ciudad con un equipo de filmación para el rodaje de la cinta.

Preguntado por los periodistas acerca de las razones que lo indujeron a escribir un relato humorístico en momentos tan dramáticos de la situación cubana, respondió:

Mi objetivo no era hablar de Cuba, sino ironizar sobre el servicio secreto. La Habana era meramente un telón de fondo, un accidente. Esto no tenía nada que ver con mis simpatías por Fidel.

Posiblemente la más prolongada de las visitas del narrador británico fue la de 1966. Transcurrió entre el 28 de agosto y el 19 de septiembre. Afirmó que era aquella la séptima ocasión en que se hallaba sobre suelo cubano. Recorrió el país recopilando información para una serie de trabajos destinados al Daily Telegraph de Londres.

Hallándose en el Aeropuerto José Martí, de La Habana, y presto a partir, declaró a la prensa:

Me llevo un magnífico recuerdo de la amabilidad y la cortesía que encontré en todas partes. ¡Hasta luego!

El escritor mantuvo invariables sus vínculos con Cuba y, que sepamos, visitó el país por última vez en 1983.

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