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Grados de protección para el patrimonio

24 de agosto de 2015

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Catedral de La Habana

 

Seguramente usted habrá escuchado acerca de que los edificios del Centro Histórico están catalogados por su Grado de Protección atendiendo a su valor patrimonial y que de esa clasificación dependerán las acciones constructivas que podrán realizarse en ellos.
Así es, existen inmuebles que, según su grado de conservación y su relación con el medio, y teniendo en cuenta su interés social y cultural son primero, segundo, tercero o cuarto grado de protección. Sus definiciones están plasmadas en el artículo 39, del decreto número 55 de 1979: “Reglamento para la Ejecución de la Ley de Monumentos Nacionales y Locales”.
Pero, ¿cómo debe ser el tratamiento de las edificaciones según su grado de protección?
El primer grado de protección lo ostentan aquellos bienes de alto valor que deberán ser conservados íntegramente y en los cuales se autorizarán y recomendarán las actividades que tiendan a su conservación y restauración. Es imprescindible respectar al máximo las características tipológicas, o sea, si es un inmueble religioso, ya sea un convento o una iglesia, a la hora de su restauración deben ser respetados sus elementos propios como torres, capillas, etc, como ocurre con la Catedral de La Habana.
En el segundo grado de protección se incluyen los bienes cuya conservación se subordina a previas alteraciones parciales o a su carácter no excepcional y que, por lo tanto, podrán sufrir modificaciones o adaptaciones controladas. Por ello la restauración o rehabilitación que se haga deben respetar sus características originales. Tal es el caso del restaurante la Bodeguita del Medio o del antiguo Cuartel de Milicias, donde hoy permanecen oficinas del Museo de Bellas Artes, en la calle Monserrate.
Al tercer grado de protección pertenecen los bienes que poseen relativa significación local o que sostienen relación armónica con los edificios de grado de protección primero o segundo. Le caben acciones de rehabilitación siempre que no transformen de modo irreversible las características tipológicas del inmueble de que se trate. Y entre los muchísimos ejemplos de edificios Grado de Protección III se pueden citar el edificio de Los Pelícanos, en Mercaderes 267.
Por su parte, los bienes grado de protección IV son aquellos cuya conservación no es deseable porque su relación con los otros grados de protección es inarmónica. Y podrán tener intervenciones dirigidas a mejorar su integración en el contexto urbano donde se insertan, como ha sido el caso de la otrora Compañía Sears, hoy Palacio de Computación.

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