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Gerard Depardieu

31 de mayo de 2013

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Gerard Depardieu

Uno lo ve en la pantalla y se pregunta cómo será en la vida real. Esa posibilidad de conocerlo más allá suele ser remota en la mayoría de los casos. Pero siempre alguien puede contarnos, en especial si el artista —y le hablamos de Gerard Depardieu— visita el país y dialoga con sus gentes.
Este actor galo —uno de los rostros y figuras más recurrentes en la cinematografía europea actual— visitó La Habana en dos ocasiones en el transcurso del año de 1995, y lógicamente no escapó a las preguntas de la prensa.
Se inicia marzo y Depardieu irrumpe en el contexto cubano. Su Cyrano de Bergerac y su Cristóbal Colón están frescos en la memoria (lo estarán siempre) y el artista resulta inconfundible: los ojos inquisidores, el cabello revuelto, el aliento sencillo, la figura corpulenta de un francés que quiere conocernos. Se muestra interesado por la música en el cine, viene al encuentro del pianista y compositor Frank Fernández. El periodista Pedro de la Hoz, aprovecha la ocasión de preguntar y de anotar.
Sobre los motivos de su estancia en Cuba respondió así.
“He descubierto un nuevo paisaje. Los turistas suelen reparar en el mar, el sol, las playas. Mi paisaje preferido es el de los hombres. Y el pueblo cubano está compuesto por gente íntegra, abierta, desprejuiciada, que sabe lo que quiere y por qué. Y se merece que venga mucho más turismo para que conozcan la verdad sobre Cuba y ayuden al desarrollo del país.”
También aseguró que no sería aquella su última visita y así fue, porque ya el 5 de noviembre su rostro aparecía de nuevo en las páginas de la prensa nacional y esta vez estampó su opinión sobre el cine cubano: “Hay buenas cosas que he visto —dijo. Ya compré un casete con la película Fresa y chocolate, que distribuí en Francia. Es magnífica y por eso en el mundo entero ha tenido tanto éxito.”
Por la fecha de su segunda visita, afirmaba haber aparecido en unas cien películas… Se dice fácil, pero la cifra ilustra acerca de su tesón, talento y popularidad. Con una carrera que ha trascendido el continente europeo para insertarse en la cinematografía norteamericana y mundial, ganador de premios César, la mayor distinción que confiere el cine galo, y un diapasón de actuaciones y personajes que no conoce de encasillamientos, desde el drama hasta la comedia, a Gerard Depardieu (1948) debe de resultarle difícil recordar los títulos de tantas películas en las que ha quedado su impronta.

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