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George Martin

22 de enero de 2016

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Cualquier información referida a The Beatles es de sumo interés para los cubanos. A la célebre agrupación nunca la tuvimos por estos lares, pero sí su música, sus álbumes de discos y mucho después hasta alguna que otra de sus películas. Pero donde más permanecen The Beatles es en la memoria y en el corazón de los cubanos, donde ocupan un lugar privilegiado y de admiración.
Por ello es que al conocerse del arribo a La Habana de Sir George Martin, el denominado quinto Beatle, se disparó nuevamente la beatlemanía por largo tiempo subyacente.
Acompañado de su esposa e hijo, el productor de The Beatles llegó el 29 de octubre del 2002, dentro de la jornada de celebraciones por el centenario de las relaciones ininterrumpidas entre Cuba y Gran Bretaña, auspiciadas por la embajada de ese país y por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Martin fue quien tuvo la necesaria visión para descubrir en The Beatles sus potencialidades y grabarle sus números después que otras casas disqueras los habían rechazado y quien, en cierta forma, encauzó los talentos inagotables de John Lennon y de Paul Mc Cartney hacia una carrera de sucesivos éxitos.
El día 30, en la mañana, realizó una visita ineludible a su amigo Lennon, en el parque vedadense donde el autor de Imagine, espera sentado, con las gafas puestas, a sus admiradores y donde Sir George seguramente dialogó con John –esculpido magistral y naturalmente por José Villa Soberón– en el lenguaje sin sonidos de la comunidad de pensamientos.

 

 

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“No lo vi como una estatua, estaba allí, en un banco, muy cuidadito”, dijo Sir George emocionado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 
Intensa resultó la agenda de mister Martin en La Habana, pues incluyó un concierto –dado en su honor– en el teatro Amadeo Roldán en el cual dirigiría Orquesta Sinfónica Nacional en la interpretación de Hey Jude y de Yellow Submarine, en tanto el maestro Leo Brouwer asumiría la conducción de otras piezas del repertorio de The Beatles, dentro de un programa completado por la presencia de otros ejecutantes e intérpretes cubanos.
Músico y orquestador él mismo, la desintegración del cuarteto no afectó la carrera de Martin, quien continuó trabajando con otros conjuntos y solistas, haciendo discos, ofreciendo su valiosa asesoría y demostrando algo más que sabido: su agudo sentido para descubrir la música de calidad.

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