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Gardel cada día canta mejor no solo en la cinemateca

19 de septiembre de 2022

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Carlos-Gardel-Lugones

 

Es difícil hallar a un cubano que, además, de terminar cualquier fiesta cantando a coro «Lágrimas negras», de Matamoros, bajo los efluvios etílicos, no haya sido arrastrado a improvisar algunos torpes pasos de tango. Y es que ese baile se hizo tan nuestro como un bolero criollo en tierras no solo porteñas. Su embajador fue Carlos Gardel, cantor irrepetible que inmortalizó tantas melodías y señaló el nacimiento del cine sonoro argentino al protagonizar varios cortos estrenados como complementos de los programas en las salas de cine.  Un trágico accidente truncó su vida el 24 de junio de 1935 en Medellín, Colombia, cuando se disponía a viajar a La Habana. Entonces aún no se habían puesto de acuerdo (y todavía no lo están) si nació Uruguay, Argentina o Francia, según se disputan su nacionalidad. Más latinoamericano no pudo ser y representó nuestra cultura en todas partes.

Gracias al denodado empeño de la Fundación Cinemateca Argentina, alentado decisivamente por su presidente, Marcela Cassinelli, heredera de la pasión de Guillermo Fernández Jurado, antiguo gestor de la institución, adquirieron negativos originales en 16 y 35 mm en poder de coleccionistas de las copias de la filmografía gardeliana, bastante maltratadas por su exhibición intensiva por tantos años. Todos querían ver y emocionarse con sus películas, no solo al conmemorarse los aniversarios de su nacimiento o desaparición. Las alianzas establecidas con disímiles entidades propiciaron con las nuevas tecnologías digitales de imagen y sonido, su restauración con una calidad tan excepcional que nos sorprendió a los asistentes al Congreso de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos en Los Ángeles, donde proyectaron algunos fragmentos.

Estas nuevas versiones que la Cinemateca de Cuba exhibe por primera vez desde el pasado jueves 15 con El día que me quieras (1935), de John Reinhardt,  título inaugural de la muestra permiten presentar películas míticas a sus seguidores. Nuestros espectadores, que a lo largo de varias generaciones los disfrutaron en aquel añorado programa «Cine del hogar», podrán reencontrarse con Gardel, en el homenaje que el cine le debía. Otros títulos gardelianos programados hasta el miércoles 21 en el cine 23 y 12, en función única a las 6:00 p.m., son: Melodía de arrabal (1932), Cuesta abajo (1934) y El tango en Broadway (1934), filmadas por Louis Gasnier. Cierran la muestra Tango bar (1935), realizada por Reinhardt, que rodó en los estudios Kaufman Astoria en Queens (New York), y la compilación Así cantaba Carlos Gardel (1935), en la cual Eduardo Morera reunió una decena de cortos en los que actuó el zorzal criollo en 1930.

También a través de ese popular espacio televisivo muchos, entre emocionados, divertidos o llorosos, pudimos ver no pocos de los clásicos que tornaron famoso a al cine argentino, imperante, junto al mexicano, en las pantallas de la Isla en los años cuarenta y cincuenta del Siglo de Lumière. Festejar su aniversario 70, el 28 de octubre del 2019, incitó a la Cinemateca Argentina a promover una selección de títulos representativos de la época de oro de esta cinematografía que nos reveló su inconmensurable riqueza y trascendencia.  Como «Clásicos del cine argentino restaurados», las presentará también nuestra cinemateca entre el jueves 2 con La casa de los millones (1942), de Luis Bayón Herrera, y el domingo 25, en que presentará El cura Lorenzo (1954), de Augusto César Vatteone. Para el viernes 23 está prevista la comedia Eclipse de sol (1943), bajo la dirección de Luis Saslavsky en función del lucimiento de la actriz y cantante Libertad Lamarque como una rubia platinada, y  del mismo director se exhibirá el sábado 24 un clásico no solo de la dramaturgia española, sino de las numerosas versiones argentinas sobre obras literarias y teatrales: La dama duende (1945), a partir de la obra de Pedro Calderón de la Barca.

Gracias a la Fundación Cinemateca Argentina y la embajada de ese país en Cuba, el público tiene la oportunidad excepcional de rememorar con nostalgia las tanguedias de Gardel, las ocurrencias de Luis Sandrini, la belleza de Imperio Argentina, el talento de Ángel Magaña, la simpatía de Delia Garcés o la inmarcesible Lamarque…

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