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Galería de arte “Vitrina de Valonia” y viviendas

24 de enero de 2014

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Edificio de la calle San Ignacio No. 358-356, entre Muralla y Teniente Rey
Plaza Vieja
Antigua Casa del Conde de Cañongo


Un nuevo proyecto de restauración en la antigua mansión de los Condes de Cañongo ha devuelto al edificio su magnificencia. La planta baja de amplias proporciones, se destinó a galería de arte para acoger al proyecto cultural “Vitrina de Valonia”, desarrollando una variada programación cultural; mientras que los altos se han destinado a vivienda social. En la sede se desarrollan conferencias y seminarios sobre la cultura belga y valona, intercambios entre historietistas  belgas y cubanos, talleres de historietas, lectura, teatro y danza para niños y jóvenes. Acoge muy especialmente la celebración de la Semana de la Francofonía y la Semana de la Cultura Belga en La Habana.


La historia de esta parcela se remonta al mismo poblamiento de la Plaza Vieja. A mediados del siglo XVII ya existía ocupado el terreno por dos modestas construcciones que posteriormente se reedificaron con portales y balcones hacia la plaza, privilegiada ubicación por considerarse este, un espacio público fundamental de la ciudad.
Entrado el siglo XIX fueron propietarias de estos inmuebles la señora Josefa de Torres y la condesa de Macuriges. Don José Agustín Valdés y Pedroso, acaudalado propietario que obtuvo el título de “Conde de San Esteban de Cañongo” en 1816, compró estas propiedades y las reedificó, tres años más tarde la nueva fabricación ocupaba el lugar de las dos que le antecedieron, de ahí que hasta nuestros días se le identifique como tal: la antigua casa del Conde de Cañongo.
Sus herederos la vendieron a la Compañía de José Hurtado, almacenista de ropa que ocupaba parte de esta propiedad desde 1859; desde entonces radicaban aquí varios comercios, instalados en las accesorias de la edificación. En 1883 la compraron los Condes de La Mortera, cuando el comerciante español Cosme Herrera y Sancibrián la adquirió para sus hijos. Cambió indistintamente de propietarios los que, sin habitarla, mantuvieron su explotación a través de los alquileres y arrendamiento de sus espacios.


En 1911 pasó en propiedad al Sr. Cosme Blanco y Herrera, quien presentó solicitud al Ayuntamiento para efectuar la reedificación del inmueble. En 1912 se modernizó la fachada y se agregó la tercera planta, sustituyéndose los techos de tejas por la cubierta plana de azotea. Con esta apariencia llegó a la actualidad.  En 1936 estaba alquilada para almacén de tejidos a “Linares, Perea y Cía”.
Devino en casa de vecindad en la segunda mitad del siglo XX. Los antiguos propietarios habían subdivididos sus aposentos originales para alquilarlos de manera individual, convirtiéndolos en múltiples viviendas de inquilinato. Aumentó el número de cuartos en planta alta y entresuelos, mientras que la planta baja continuó dedicándose fundamentalmente a las actividades comerciales. Luego la ocupó un almacén de papel y posteriormente una imprenta.
Se fue deteriorando paulatinamente, hasta que fue recuperada por los especialistas de la Oficina del Historiador de la ciudad en el año 2006, dotándola de una nueva función, compartida con la vivienda, ahora con el confort y saneamiento adecuados.

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