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Fredrik March

9 de septiembre de 2016

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Fredric_March

 

 

Fredrik March es uno de los actores de Hollywood con un currículum más impresionante. Fue ganador de dos premios Oscar en la categoría de mejor actor, en 1932 y 1946 por las películas El hombre y el monstruo y Los mejores años de nuestra vida, respectivamente, y candidato en otras tres, en 1931, 1937 y 1951- Su carrera de éxitos se extendió por igual al teatro, donde ganó dos premios Tony, en 1947 y también diez años después, algo verdaderamente excepcional y revelador de cuan completo fue como actor. Con tales merecimientos desempeñó la función de presentador en la ceremonia de los premios Oscar de la Academia de Hollywood en la edición de 1954.

En Cuba, plaza fuerte del cine norteamericano, Fredrik March era actor bien conocido, no solo por sus películas sino además por la publicidad que los actores recibían en las revistas, que incluían sus fotos, declaraciones, pormenores de sus vidas privadas, sin excluir la abundante chismografía que alimenta las lecturas de los cinéfilos.

Un semanario de tan amplia circulación como Bohemia, en su edición del 21  de enero de 1934, anunciaba a los lectores la noticia: “Fredrik March pasó por La Habana” e incluía varias fotografías, una de ellas junto a la esposa, ambos sonrientes, a bordo del vapor Virginia.

Como el periodista teme que no desembarque, lo entrevista a bordo, pero luego sucede que el astro de la pantalla decide pisar tierra firme, toman un automóvil y se llegan hasta el ya célebre bar Sloopy’s Joe, muy próximo al Parque Central. El cronista, que es Don Galaor (Germinal Barral), describe al visitante como “hombre alto, fuerte simpático. Tiene el pelo castaño, corto, en un peinado burgués, de raya al lado derecho”. Viste traje y corbata, y tiene 35 años.

El clima de convulsiones políticas y sociales en la Cuba de entonces no le es ajeno a March, quien pregunta con interés cuándo empiezan los tiros, como quien se sabe a punto de vivir una escena más propia del cine que de la vida real. No obstante, ese día la ciudad permanece tranquila, no hay sirenas de carros patrulleros, tiros ni manifestaciones populares.

“Yo siento un gran amor por el mar. Otros prefieren el campo, los más el barullo de la ciudad. Pero yo prefiero el mar. Debe ser que viví alejado de él toda mi vida, obligado por mis estudios y por mi trabajo, por eso cuando llegué a Hollywood, me di a buscar una casa costanera”.

Murió a los 77 años, en Los Ángeles, el 14 de abril de 1975, y tiene una bien ganada estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

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